Desde clásicos como Casper o El extraño mundo de Jack, hasta opciones más recientes como Monster House o Señor Link, las películas de terror generan interés y atracción en los niños.
Sin embargo, es habitual que las madres nos preguntemos si exponer a nuestros hijos a esta categoría cinematográfica es adecuado o tiene algún sentido. ¿Por qué permitirles ver una película así, si luego tendrán problemas para dormir? Si se cubren los ojos durante escenas de suspenso, ¿de verdad quieren verla? Lo analizamos a continuación.
El género de terror: una herramienta para que los niños aprendan a manejar la emoción del miedo
Si bien no todos los niños pueden manejar cualquier contenido de miedo, es importante reconocer que los niños no solo pueden ver películas de terror, sino que podrían beneficiarse de ello.
Las historias de fantasmas, brujas o criaturas misteriosas pueden servir como un recurso valioso para que los niños aprendan a gestionar emociones como el miedo, la incertidumbre y la ansiedad en un contexto ficticio y seguro.
En este sentido, una investigación publicada en la revista Comunicación y Sociedad analizó las estrategias narrativas utilizadas por el estudio Laika, conocido por películas de terror infantil como Coraline (2009) y ParaNorman (2012).
En este análisis, se destaca que, a pesar de abordar temas serios, los aspectos fantásticos y transformadores de la animación pueden ser una herramienta poderosa para contar historias oscuras, sorprendentes o de algún modo subversivas, desde una distancia que brinda seguridad y diversión.
Estas narrativas permiten a los niños explorar sus temores y fortalecer su capacidad para afrontar situaciones que les provocan miedo en la vida real. Al mismo tiempo, fomentan el desarrollo de su imaginación y resiliencia.
No es casualidad que en muchos países el género literario de terror o suspenso sea parte del plan de estudios en escuelas primarias.
¿A partir de qué edad los niños pueden ver películas de terror?
Para responder a la pregunta de si los niños pueden ver películas de terror, es fundamental tener en cuenta su edad y nivel de comprensión, entre otros aspectos. No es lo mismo que un niño de tres años se adentre en una historia oscura de criaturas sobrenaturales que un niño de siete u once años lo haga.
Antes de los 5 años
Por lo general, se desaconseja exponer a niños tan pequeños a películas de terror. La razón es muy coherente; antes de los cinco años, suelen ser incapaces de comprender la fantasía y de separarla de la realidad.
En apoyo a esta idea, una investigación publicada en The Journal of Genetic Psychology señala que los niños en edad preescolar que aún tienen dificultades para distinguir lo que es real de lo que no lo es, experimentan niveles de miedo más intensos en comparación con los niños que pueden hacer esta distinción de manera más clara.
Desde los 5 hasta los 7 años
En este rango de edad, los niños pueden ver películas de terror. No obstante, algo que suele generar desconcierto es su comportamiento contradictorio. Es común, por ejemplo, que al exponerse a este tipo de contenido expresen el deseo de seguir viendo, pero reaccionen cerrando los ojos, abrazando a la persona más cercana o incluso llorando. La ambivalencia es esperable en esta situación.
Es fundamental seleccionar películas de miedo adecuadas, con niveles moderados de sorpresa. Si creemos que nuestro pequeño podría disfrutar de situaciones un poco tensas o emocionantes en el cine, podríamos optar por historias que incluyan ciertos elementos de miedo, pero desde una perspectiva más cómica y divertida, como Monster Inc.
Además, es importante que los niños no vean este tipo de contenidos solos, sino que estén acompañados por adultos o incluso por pares, como amigos o hermanos.
De 7 a 11 años
A medida que los niños maduran, pueden estar listos para disfrutar de producciones de terror más complejas que involucran tramas y elementos de miedo más elaborados. Sin embargo, aún se recomienda una selección cuidadosa del contenido.
La elección debe basarse en los gustos, la madurez y la sensibilidad individual de cada menor, así como en nuestra disposición para participar en discusiones constructivas sobre las películas vistas. Algunas opciones podrían ser:
- ParaNorman (2012).
- Hotel Transylvania (2012).
- El pequeño vampiro (2017).
- E.T, el extraterrestre (1982).
- La mansión embrujada (2003).
- El cadáver de la novia (2005).
- Los mundos de Coraline (2009).
- El extraño mundo de Jack (1993).
- La casa del reloj en la pared (2018).
A partir de los 11 años
Los preadolescentes y adolescentes suelen estar mejor preparados para manejar emociones como el miedo o la ansiedad. Debido a su desarrollo madurativo, tienen una capacidad mejorada para procesar señales de amenaza, lo que les permite disfrutar más de las experiencias de miedo.
Por esta razón, el género de terror suele estar entre sus preferidos. Además, los elementos que les generan temor tienden a ser más similares a lo que podría asustar a personas adultas, por lo que compartir estas películas puede ser una idea estupenda.
Por otro lado, en este rango de edad, los jóvenes tienen intereses más definidos en cuanto a las películas que les gustan, aunque también experimentan una mayor influencia de la presión social.
En este sentido, es importante apoyarlos para que se sientan cómodos al expresar sus preferencias sin temor al juicio. Si un joven no disfruta del cine de terror, no debería sentirse obligado a verlo solo porque sus amigos lo hacen.
La importancia de elegir alternativas acordes
Como podemos observar, los niños mayores de cinco años pueden ver películas de terror. De hecho, estas visualizaciones pueden ayudarles a aprender a regular sus emociones.
No obstante, para garantizar que la experiencia sea beneficiosa y enriquecedora, es fundamental seleccionar producciones que se ajusten a su edad, nivel cognitivo y, sobre todo, a su personalidad única.
Nadie conoce mejor a nuestros hijos y sus sensibilidades que nosotras, por lo que tomar estas decisiones puede ser más sencillo de lo que parece. Sin embargo, para respaldar nuestras elecciones, podemos estar atentas a las clasificaciones por edades, leer reseñas de las películas y, si es posible, verlas junto a ellos para abordar cualquier pregunta o preocupación que puedan surgir.
Bibliografía
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