Máximas de la maternidad que te sacarán una sonrisa

La maternidad es una experiencia inigualable. Un crisol de situaciones particularmente divertidas con las que toda madre se siente identificada.
Máximas de la maternidad que te sacarán una sonrisa
Elena Sanz Martín

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 25 abril, 2020

Ser madre es una bendición y también un sacrificio. Por eso, en este artículo queremos reconocer tu entrega como mamá, sacándote una sonrisa al ironizar con algunas de las máximas de la maternidad con las que te sentirás identificada.

Esta etapa de la vida de una mujer requiere de enormes cuotas de amor, sacrificio, paciencia y perseverancia a su hijo. Aún así, te espera un crisol de situaciones: un sinfín de momentos gratos, adorables, enternecedores y divertidos, pero también situaciones capaces de sacarte canas verdes. Exploramos algunas de ellas.

Máximas de la maternidad para recordar con una sonrisa

  • Tus hijos, tu despertador natural. De bebés, te levantarán llorando con la misma violencia sonora que un despertador antiguo, pues es su modo de expresar necesidades. Pero pasado un tiempo, tus despertares ocurrirán a fuerza de brincos en tu cabeza, apadrinados por el grito de guerra”¡estoy aburrido!, ¿ya te despertaste?”.
  • Maratones dentro de casa. Empiezas a apreciar los horarios mientras exprimes tu tiempo tratando de atender a tus hijos, mantener el orden en tu hogar y rendir en el trabajo. Así, definitivamente, 24 horas se quedan escasas.
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  • La casa, un verdadero cambalache. La palabra orden pasa a ser solo un bello recuerdo. Por lo que aprendes, inevitablemente, a convivir con cierto caos: juguetes y ropa fuera de los cajones, papel higiénico desparramado y paredes convertidas en bocetos de arte rupestre.
  • El momento de la comida, una inédita escena de película de terror. Cuando son bebés, peleamos con los pechos y biberones para luego batallar contra sus primeros purés y papillas. Con el tiempo, echas a volar la imaginación para alimentar a pequeños inapetentes o a los “caprichosos con la comida“. Además, nuestros aliados, frutas y verduras, suelen ser enemigos acérrimos de los chicos. Por eso “amigarlos” es la misión de cada día.
  • Los misterios secretos que encierra la palabra “baño”. Una de las máximas de la maternidad se relaciona con el momento de ir al baño, sea la madre o el niño. Como mamá, sabes que ni en el baño estarás sola pues el pequeño se las ingeniará para hacerte compañía hasta en aquellos instantes. También para lograr que el niño deje los pañales y haga sus necesidades libras una pelea a fuerza de cánticos de aliento.

Otras situaciones con las que te sentirás identificada

  • Merecedora de una maestría en canciones y cuentos infantiles. Ya dominas la paleta cultural infantil como nadie: tienes una canción para cada momento, conoces a cada artista y los horarios de los programas apropiados. Ideas los más divertidos juegos y te proyectas como la mejor cuentacuentos… al menos para tu hijo.                                                                    
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  • La vida es un bricolaje. Con la escolaridad, descubres que tienes habilidades para hacer determinadas manualidades exigidas en el colegio. Un granadero con un rollo de papel higiénico, muñecas con pantymedias y muchos otros creativos inventos harán que te sorprendas de ti misma.
  • En negociar está el secreto de la maternidad. Ante cualquier capricho o pedido, te armarás de paciencia y buscarás el modo de hacer lo más conveniente. Hasta dormir a tu pequeño implicará persuasión y negociación cuando él siga saltando mientras tú te caes a pedazos y, con paciencia de oro, bajas sus revoluciones.

Máximas de una maternidad que, sin duda, vale la pena

  • Paladina de la sabiduría para responder en la edad de los porqués. Cual el famoso Libro Gordo de Petete, finges conocer todos los misterios de la humanidad que trae a colación tu pequeño curioso. Una de las máximas de la maternidad es responder preguntas que incluso quizás nunca antes te habías planteado.
  • Te conviertes en enfermera dentro de tu propio hogar. Pierdes miedo a conductas esperables y comunes de la vida que antes considerabas desagradables. Una especialista en fiebres, diarreas, vómitos, erupciones y todo tipo de síntomas con los que empiezas a lidiar a menudo.
  • Te transformas en una detractora y cuestionadora del anhelado silencio del hogar. Un niño en silencio es un menor haciendo travesuras o trastadas. Aunque valoras ese instante de paz, dudas de esa venerada ausencia de ruido.
  • Dormir con posiciones de yogaDuermes tratando de no molestar al niño, evitando moverte o en posturas extrañas. A veces reposas cual bicho bola en un territorio dominado por el pequeño que, por las noches, se convierte en bufanda, sombrero, separador de padres o tu mejor abrazo.

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