Mamá, hoy puedo decirte gracias por lo que me dijiste y no quería escuchar

Mamá, hoy puedo decirte gracias por lo que me dijiste y no quería escuchar
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 22 marzo, 2020

Decirte gracias es poco si tengo en cuenta lo mucho que hiciste por mí a lo largo de la vida. No tuviste en cuenta las oportunidades laborales y personales que dejabas atrás para dedicarte enteramente a mi crianza. Es poca mi gratitud por todos los consejos acertados que me diste y, en aquel momento, no quería escuchar.

Gracias, mil veces gracias por haber encaminado a esta criatura testaruda que pudo alcanzar premios mayores si te hubiera hecho caso a tiempo; pero que es sumamente feliz por las conquistas que, con tu ayuda, pudo lograr.

Lo que me dijiste y no quería escuchar

Recuerdo que durante mi infancia no fueron pocas las horas que te sentaste a mi lado a conversar sobre mis miedos, problemas, necesidades, las dudas que, como niña, me afloraban.

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En cada plática tenías un consejo para darme. Me conocías, y sabías qué decir en el momento exacto.

Recuerdo también que la mayoría de las veces mis sueños y deseos iban en contra de lo que querías, la educación que me estabas dando y las experiencias de otros: vivencias que me dabas a conocer para que, como decimos popularmente, escarmentara por cabeza ajena.

Pero claro, aquella niña de 14 años, que estaba entrando ya a la adolescencia, no quería hacer caso a lo que decía su mamá.

Ella era demasiado grande y “madura” como para saber lo que quería y tomar sus propias decisiones.

Sí, hace 20 años atrás me dijiste todo lo que no quería escuchar:

Deja de perder el tiempo con tus amigas y dedícate más al estudio

Prepárate para el futuro que se te viene encima. Ingresa a la universidad para que te gradúes de una carrera, la que elijas, para mí cualquiera está bien.

Solo quiero que tú, mi hija, tenga más oportunidades laborales que las que tengo yo, crezca profesionalmente y sea una mujer preparada.

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Los novios ya llegarán cuando te hagas más grande

Ahora que memorizo esas palabras pienso que cualquiera que te hubiera escuchado en aquel entonces creería que me aconsejabas mal, ¿cómo una madre iba a hablarle de novios a su hija de 14 años?

Sin embargo, tú, previsora como siempre, estabas en lo cierto. Yo y muchas otras niñas de mi edad con apenas 14 años ya nos estábamos enamorando.

Soñábamos con los muchachos más grandes, más independientes y, sobre todo, los que más destacaban.

Sabías de lo que estabas hablando.

Elige mejor tus amistades. Esas a quienes tienes de amigas, en el fondo, no lo son

Qué rabia sentía hacia ti cuando criticabas a mis amigas y me decías que no debía estar con ellas, escucharlas y menos, contarles mis secretos.

En esos momentos sentía un deseo inmenso de salir de casa e irme a vivir con cualquiera.

Qué bueno que no lo hice, de lo contrario, nunca habría tenido la oportunidad de darme cuenta que llevabas razón.

Mamá, hoy puedo decirte gracias por lo que me dijiste y no quería escuchar

“Yo te quiero más que nadie en el mundo. Todo cuanto te digo y hago es por tu bien”.

“Si me escuchas llegarás lejos. Recuerda que yo soy la voz de la experiencia, y ya una vez pasé por todo lo que tú pasas ahora”.

Mamá, hoy puedo decirte gracias por todo lo que me dijiste y no quería escuchar. También por tus exigencias y hasta los castigos morales que me pusiste.

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Todos ellos me hicieron razonar, dejar atrás la adolescencia tan testaruda que tuve y hacerte caso.

A ti te debo mi título universitario, el que más que mi nombre debería llevar el tuyo.

Tengo que agradecerte la vida cómoda que llevo. Solo teniendo el trabajo que conseguí con esfuerzo puedo disfrutar de mi familia, mi libertad financiera y tiempo libre como el que tengo.

Eres responsable del matrimonio sólido y grandioso que llevo, porque supiste educarme sobre la base del amor, la confianza y el respeto: valores que lo sustentan.

Me hablaste miles de veces sobre el amor de madre. Pero solo hoy, cuando me encuentro criando a un bebé, me doy cuenta lo que significa en verdad.

Ojalá mi hija, en su adolescencia, no me dé los dolores de cabeza que te di en la mía. Pero si así fuera, tendré la paciencia necesaria y la valentía para aconsejarla bien.

Por suerte, espero contar con tu ayuda para no enfrentar sola esa campaña.

Hoy quiero decirte gracias por todo lo que hiciste y haces por mí.


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