Madurez emocional: ¿qué es y cómo desarrollarla?

La madurez emocional es fundamental para establecer relaciones sociales sanas. ¡Descubre en qué consiste y cómo desarrollarla desde la infancia!
Madurez emocional: ¿qué es y cómo desarrollarla?
Ana Couñago

Escrito y verificado por la psicóloga Ana Couñago.

Última actualización: 25 diciembre, 2020

La madurez emocional no es algo que se logre de un día para otro, sino que se trata de un proceso que requiere mucho aprendizaje. Los niños comienzan a adquirir dicho aprendizaje desde los primeros años de vida. Así, poco a poco, y a medida que interactúan con el mundo, van haciéndose emocionalmente más inteligentes.

Sin embargo, esto no siempre es así. Hay muchos pequeños que crecen y, aunque se convierten en adultos, continúan siendo inmaduros emocionalmente. Para evitar que esto le ocurra a tu hijo, es importante que le brindes oportunidades para desarrollar sus competencias emocionales. ¿Cómo hacerlo? A lo largo de las siguientes líneas te damos algunas pautas que pueden ser de utilidad.

“La inteligencia emocional comienza a desarrollarse en los primeros años. Todos los intercambios que los pequeños niños tienen con sus padres, los maestros y con los demás llevan mensajes emocionales”.

-Daniel Goleman-

Madre hablando con su hija para desarrollar madurez emocional.

¿Qué es la madurez emocional?

Según Martin Castañeda Murillo, psicólogo y catedrático de la UMCH (Universidad Marcelino Champagnat), se considera que una persona es madura emocionalmente cuando “desarrolla en su pensamiento y en su conducta actitudes que la hacen superar el “infantilismo” y las aplica tanto hacia su persona como hacia el medio que la rodea”.

Por tanto, la madurez emocional se puede definir como la capacidad para reconocer, entender y valorar las propias emociones y las de los demás, adaptando los comportamientos y las actitudes en función del contexto social.

“La madurez no depende de la edad, sino de cómo actúas, cómo piensas y cómo escribes”.

-Anónimo-

¿Cómo desarrollarla?

Las madres y los padres son los principales responsables de la educación de los hijos, lo que implica también tener que enseñarles a ser maduros emocionalmente. Para ello, es necesario que los progenitores desarrollen previamente una inteligencia emocional elevada, de manera que puedan trasmitir sus conocimientos sobre el tema a los niños.

Pero no se trata de dar clases teóricas a los hijos sobre educación emocional, sino de poner en práctica dichas competencias emocionales cada día. Una buena forma de hacerlo es creando en casa un clima en el que primen los siguientes elementos:

  • La comunicación.
  • La escucha activa.
  • El afecto y el cariño.
  • La sinceridad.
  • La empatía.
  • El respeto mutuo.
  • La paciencia.
  • La comprensión.

Además, si los niños ven cómo sus progenitores hablan sin tapujos sobre sus sentimientos y emociones, ellos también lo harán con total naturalidad. Esto les permitirá crecer conociéndose mejor a ellos mismos y entendiendo mejor a los demás.

“El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira”.

-W. A. Ward-

La importancia de desarrollar madurez emocional durante la infancia

La infancia es la mejor época para enseñar educación emocional, pues es cuando los pequeños se encuentran en un periodo crítico de aprendizaje en el que absorben como esponjas toda la información que reciben y observan en su entorno.

Mamá sonriendo junto a su hijo.

Por tanto, hay que dotar a los niños, desde los primeros años de vida, de competencias emocionales que les permitan comportarse y relacionarse de manera positiva y adecuada en diferentes situaciones y contextos sociales.

Obviamente, dichas competencias las irán adquiriendo con el tiempo, a medida que crecen y se desarrollan evolutivamente. Pero, sin duda es importante comenzar cuanto antes a sembrar buenos valores en los corazones de los hijos. De hecho, ya lo decía el profesor estadounidense Howard G. Hendricks:

“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”.

En definitiva, hay que dar a la educación emocional el lugar que se merece dentro del hogar. Solo así los niños podrán crecer mentalmente sanos, maduros y equilibrados. Lo que les ayudará a construir una identidad propia, así como a forjar una autoestima positiva y a desarrollar la seguridad y la confianza que necesitan para vivir felizmente y con plenitud.

Y tú, ¿crees que estás educando a tu hijo para ser maduro emocionalmente en un futuro? Si no es así, es hora de que hagas algo para remediarlo.


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  • Morón-Macías, M. C. (2010). La inteligencia emocional en la infancia. Temas para la Educación: revista para prfesionales de la enseñanza, 9.

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