Louise Joy Brown, la primera bebé probeta

Descubre a continuación la historia de la primera bebé probeta del mundo: Louise Joy Brown. Además, te comentamos acerca de su experiencia como madre.
Louise Joy Brown, la primera bebé probeta
María José Roldán

Revisado y aprobado por la psicopedagoga María José Roldán.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 21 octubre, 2020

La primera bebé probeta del mundo se llama Louise Joy Brown. Nació el 25 de Julio de 1978 en Manchester, Inglaterra. Su nacimiento fue el resultado de un innovador proceso de fertilización in vitro (FIV).

Para aquel entonces, este proceso era experimental, por eso se mantuvo un gran hermetismo durante todo su desarrollo hasta que finalmente, salió a la luz a través de los medios de comunicación. Se trataba de un experimento complicado y con un objetivo difícil de lograr, pues los doctores encargados (dirigidos por Mike Macnamee) ya habían intentado, con cientos de embriones, sin éxito alguno. Razón por la cual, el nacimiento de Louise fue un verdadero milagro. 

En la actualidad, un bebé probeta ya no es tan extraño como hace unas décadas. De hecho, se puede hablar de millones de niños que han nacido por medio de este proceso, el cual resulta de gran utilidad para muchas personas que tienen problemas para concebir de forma natural y también para parejas pertenecientes al mismo sexo que desean ser padres.

El fisiólogo Robert Edwards, ganador del Premio Nobel de medicina y el ginecólogo Patrick Steptoe, fueron los encargados de realizar esta técnica que trajo la esperanza a Lesley y John (los padres de Louise).

El experimento del 1er bebé probeta

Los médicos advirtieron a la pareja que tenían probabilidades de éxito de uno en un millón. Tras reflexionarlo, acordaron en que asumirían el riesgo y, a partir de ese momento, se inició el proceso de FIV en secreto absoluto. Ambos profesionales habían conseguido avanzar  considerablemente en esta material, de manera individual, pero al colaborar juntos, todo resultó mucho más fructífero.

Por ejemplo, Patrick Steptoe había diseñado y ejecutado un método a través del cual era capaz de extraer los óvulos de los ovarios de una mujer. Y, por su parte, Edwards había conseguido fertilizar los óvulos en un laboratorio.

La primera bebé probeta del mundo.

La unión de sus fuerzas los llevó a experimentar, en el mismo ámbito, durante al menos una década, y logrando cosas que se creían imposibles.

Las habilidades de estos dos médicos se complementaban perfectamente entre sí. Por lo cual, la experimentación los condujo a la fertilización in vitro, FIV, tal como la conocemos hoy en día. El proceso consiste en obtener los gametos femeninos y masculinos; es decir el óvulo y el espermatozoide, los cuales eran unidos por medio de un método especializado dentro de un laboratorio.

Este procedimiento consistía en un verdadero reto para aquel entonces, pero además era también motivo de alarma y controversia a nivel moral. La fertilización en el laboratorio estaba considerada como algo antinatural y condenable para muchos. El problema real de los médicos era que podían fertilizar fácilmente al óvulo por métodos artificiales, pero transferir el embrión e implantarlo nuevamente en el útero no era una labor sencilla.

Un bebé probeta y muchas opiniones encontradas

Todos los factores coincidieron y esto permitió el nacimiento de Louise Joy. Por cierto, en inglés, su segundo nombre, ”Joy” significa júbilo, alegría y dicha.  La clínica Bourn Hall de Cambridge que fue la primera de FIV del mundo, acordó con instancias del gobierno para que el proceso de la familia Brown fuera documentado. A fin de que se obtuvieran las evidencias necesarias tanto para acreditar tanto el procedimiento, como la paternidad de dicha familia.

Para el momento del nacimiento de Louise Joy, aún se desconocía la noticia, incluso el propio día del alumbramiento, se cree que se condujo a la madre, de manera secreta, al quirófano. Sería una cesárea muy diferente, donde pocos miembros del personal médico sabían lo que sucedía.

La primera bebé probeta del mundo.

El padre de la niña acudió a visitarla bajo custodia policial y la prensa estuvo al margen de este importante acontecimiento por mucho tiempo.

Fue necesario que todas las pruebas resultaran positivas, para que finalmente el valioso avance fuera divulgado a través de los medios de comunicación. Se habían sorteado con éxito casi todas las etapas, pero se desconocía si el bebé probeta sería un bebé sano como cualquier otro.

Posteriormente, la familia recibió elogios y le devolvió la esperanza a millones de familias más. Pero también fue objeto de odio y duras críticas, porque existe sobre este modelo la idea de que se juega inescrupulosamente con la vida humana. La iglesia, para ese entonces representada por Juan Pablo I, fue comprensiva y aceptó que los Brown hicieran esto por su necesidad de tener un hijo.

Años después…

No obstante, años después el papa Francisco adelantó que este procedimiento valora más el derecho a tener un hijo que el hecho de recibirlo como un don preciado. En este sentido, Francisco también considera que, en este tipo de procedimientos, se juega con la vida.

Con el tiempo, las técnicas se refinaron y convirtieron a los médicos en “padres” de más de un bebé probeta. Esto les permitió ganar más críticas positivas que negativas. Sin embargo, todavía la fertilización in vitro no consigue la total aprobación social. No se considera parte de la ”normalidad”.


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