Los actos de los niños reflejan la bondad que los adultos han olvidado, sus virtudes surgen de manera espontánea porque aman sin sentir miedo. Su secreto es dar sin esperar nada a cambio y estar conectados con ellos mismos y con quienes tienen alrededor, justo por eso pueden darle amor a quienes lo necesitan.
Un niño sano casi siempre está sonriendo y la imagen de una persona bondadosa es también la de una que casi siempre está sonriendo. ¡Qué casualidad! dirán algunos, pero nada es casual, esa similitud de comportamientos se debe a que el cuerpo refleja los verdaderos sentimientos y comportamientos del ser humano. La sonrisa de muchos niños refleja la esencia de su alma.
Otro punto a favor de los niños, es que su corazón y su mente están libres de prejuicios, por eso suelen regalar sin discriminación gestos de bondad como sonrisas, abrazos, besos y hasta lágrimas.
Bondad espontánea
Muchas veces resulta difícil entender por qué cuando un niño empieza a llorar, ese llanto –como si se tratase de un bostezo– empieza a contagiarse entre los otros niños. Cientos de madres, mientras consuelan a su bebé entre sus brazos, sonríen por la ternura que les causa el hecho de que su criatura sienta esa profunda compasión por el otro.
Los niños hablan un lenguaje quizá más primario, pero también más honesto que el que usan muchos adultos, están muy conectados con sus sentimientos, y también, por ser tan puros y nobles, logran conectarse con los demás de manera especial.
Esa facilidad de conexión puede explicar igualmente por qué surgen de manera deliberada tantos gestos de bondad y la cuestión es: ¿Quién no necesita de bondad en estos tiempos? ¡Todos! Los niños seguramente lo saben y por eso ofrecen la suya a todo el mundo.
Ya habrás visto la espontaneidad de los niños cuando simplemente quieren jugar, aunque sean dos perfectos desconocidos se miran en el parque, se sonríen y después de algunos gestos tímidos y de algunos minutos están jugando libremente como si se conocieran de toda la vida. A ninguno de los dos niños le importó saber quién era el otro, quiénes eran sus padres, si vive en un barrio fino o no, todo eso es irrelevante si el objetivo es pasar un rato jugando.
Esa misma espontaneidad surge cuando alguien necesita de ellos, los niños ayudan porque su alma capta de una manera natural la necesidad o la verdadera esencia de las demás personas, por eso de ellos brotan gestos de bondad con una facilidad que logra maravillar a los adultos.
Y son los adultos quienes además de maravillarse de la bondad de los niños deben empezar a practicarla más a menudo. Sus almas también están cargadas de bondad, es una virtud que los acompaña desde que nacieron, solo hay que dejarla surgir y liberarla de todas esas capas que se han hecho con años de experiencias dolorosas. Amar y ser bueno será siempre mejor elección que limitarse por miedo a salir herido.
Un corazón lleno de bondad
Los niños nacen sin mancha, sin maldad; nacen siendo buenos y, sin duda, los actos de los niños reflejan la bondad que los adultos han olvidado, pero ¿por qué? Porque están libres de prejuicios, podría ser una de las respuestas.
Estar libre de prejuicios es una de las mejores virtudes de los niños; esta condición les permite actuar de manera espontánea. Estar libres de miedos, culpas o rencores les dera expresar su bondad sin reservas.
Los adultos también pueden ser bondadosos, y de hecho lo son cuando requieren de ellos, cuando la ocasión lo amerita y es justo en este aspecto en el que los niños llevan la delantera porque su bondad es constante, se parece a una fuente de agua viva que surge sin que se lo pidan.
La cuestión está en cómo lograr que esa bondad surja de nuevo del corazón de un adulto. Hay varias fórmulas y una de ellas es muy popular: el corazón de los adultos debe parecerse más al de los niños.
Devuélvele a tu corazón la alegría de sonreír y agradecer solo por el hecho de que hoy amaneció, porque hoy es una nueva oportunidad para practicar la virtud de la bondad.
Si empiezas a limpiar todos los días tu corazón de prejuicios, miedos y rencores habrás hecho ya buena parte de la tarea para que tu corazón recuerde la alegría de amar como un niño y de ser bueno o bondadoso porque sí, porque todos los seres humanos necesitan amor, sin excepción.