Llena la vida de tu hijo de buenos hábitos

Muchos de los buenos hábitos de la vida pueden aprenderse desde la niñez. En este artículo aprenderás a identificar aquellos "malos hábitos" para poder intervenir lo antes posible.
Llena la vida de tu hijo de buenos hábitos
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 26 junio, 2021

Los hábitos se forman por la repetición constante. Una persona poco a poco sin darse cuenta, repite con frecuencia algunas actividades, y de allí se forma el hábito. Incluso, es posible que se ejecute sin pensarlo, ya que el cerebro lo tiene grabado en forma habitual. Mayormente se le ha llamado costumbre a los hábitos, sean buenos o malos, que también pueden asociarse al instinto o herencia.

Los buenos y malos hábitos

Llamar bueno o malo a un hábito puede variar dependiendo del contexto. Lo que para algunas culturas es solo un hábito, para otras puede ser malo o desagradable. De igual manera, los “buenos” hábitos, no necesariamente tienen que serlo para todas las sociedades.

Aunque algunos hábitos son más difíciles de manejar o aceptar, una persona podría estar llena de ellos, pero eso no la hace menos persona. Por lo general, es un tema relacionado a la higiene, alimentación o rutinas diarias. En gran medida, también los hábitos pueden no ser totalmente sanos, como el de fumar por ejemplo.

De acuerdo con la opinión general, lo buenos hábitos son aquellos que encaminan a la persona a sentir satisfacción. De igual manera, esta satisfacción es generalizada, pues al hacerlo las personas tratan de mejorar su calidad de vida.

También son buenos porque mejoran la relación entre las personas con quienes compartimos. Como por ejemplo, hacer ejercicio, ser educados, mantener la higiene, alimentarse de manera saludable, entre otras cosas.

Por el contrario, los malos hábitos llevan a consecuencias negativas para la vida de la persona que lo practique. Algunos son muy difíciles de eliminar si no se trata a tiempo. Por esta razón, por lo general este tipo de hábitos son llamados vicios.

Ahora bien, los hábitos infantiles dan comienzo a aquellas costumbres sean buenas o malas. Si las malas no se tratan a tiempo, será muy difícil de eliminar más adelante.

Los padres deben observar cuidadosamente la conducta de sus hijos de manera que puedan diferenciar varias acciones. Al mismo tiempo es necesario pensar en un plan de acción para solucionar esta conducta, si es mala.

Los hábitos infantiles

Desde sus primeros meses de vida, el niño comienza a forjarse sus propios hábitos. Estos se desarrollan a lo largo de la vida y muchos de ellos permanecen para siempre. Algunos hábitos de la infancia son comunes, es decir, son repetidos por la mayoría de los niños. Esto sucede porque ellos aún no distinguen si es algo bueno o malo.

En la mayoría de los casos, los hábitos infantiles no son para nada reprochables. Sin embargo, en algunos casos es preciso intervenir para que no se afiancen. Entre los principales hábitos de la infancia, tenemos los siguientes.

Chuparse el dedo

Ya sea de las manos o pies, es un reflejo primario que se observa desde el vientre materno. Esto se puede mantener por dos razones.

  • La conexión entre la costumbre y el placer que se produce
  • realiza esta acción para poder relajarse

Frecuentemente se observa a los niños de meses chuparse el dedo, sobretodo el pulgar. Lo hacen cuando están cansados, cuando tienen hambre o para calmarse al dormir. Aunque esta acción desaparece con el tiempo, en otros se vuelve una conducta frecuente de dura hasta la adultez.

Pueden causar daños físicos como la mal formación de la dentadura o mandíbula lo que muchos necesitan ortodoncia. Los padres deben controlar y hacer un esfuerzo para quitar ese hábito para que no deje consecuencias más adelante. Puede utilizar métodos como distraerlo y calmarlo con un muñeco, tratar de observar que es lo que al niño le causa ansiedad.

Morderse las uñas

Este hábito lo llaman onicofagia, esta acción se debe tratar como el de chuparse el dedo. Esta manía a menudo expresa un estado de nerviosismo o ansiedad. Es preferible distraer al niño que estar regañándolo. Si tiene ansiedad o miedo se muerde las uñas para poder calmarse, con regañarlo o demostrarle enfado lo empeorará todo. Es decir, que lo hará con más frecuencia y reforzará este hábito.

Es indispensable descubrir cuál es la causa de la ansiedad o nervios para poder controlar el problema. En algunos casos, los niños pueden llegar a estropearse las uñas hasta el punto de que sangren.  Poner los dedos en una sustancia amarga o desagradable para ellos puede servir para abandonar este hábito. Será muy difícil pero no imposible, aunque es un hábito recurrente en los adultos.

Hurgarse la nariz

Esta costumbre la pueden tener tanto los niños como los adultos. La diferencia es que los niños lo pueden hacer en público sin ninguna pena. Además de no ser higiénico puede producir hemorragias nasales. Algunos investigadores afirman que realizar este hábito surge en momentos de aburrimiento o cuando el niño está ansioso.

Una causa principal de que los niños hagan esto es porque algunos no se saben sonar la nariz, lo que más adelante pueden aprender. Es recomendable que se suministre al pequeño un pañuelo y lo ayudemos de otra manera a superar esto. También es importante que le enseñemos a realizar esto en privado. No hay de qué preocuparse, con el tiempo suele desaparecer si se siguen estos consejos.


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