Las primeras comidas del bebé: ¿cómo incorporar sólidos a su dieta?

Introducir alimentos variados, de manera progresiva y respetando los ritmos del bebé; son algunos de los consejos básicos para empezar la complementación alimentaria.
Las primeras comidas del bebé: ¿cómo incorporar sólidos a su dieta?
Saúl Sánchez Arias

Revisado y aprobado por el nutricionista Saúl Sánchez Arias.

Última actualización: 13 febrero, 2023

La mejor alimentación durante los primeros 6 meses de vida es la leche materna. Pero, alrededor de esta edad es el momento de incorporar sólidos a su dieta.

Este momento puede generar muchas dudas en los padres, si bien no hay motivo de preocupación. Es una etapa corta, de conocimiento de los alimentos y texturas, pero la leche sigue aportando gran parte de los nutrientes.

Lo mejor es dejarse guiar por el equipo de pediatras y por los consejos actualizados de las guías alimentarias infantiles. En el siguiente artículo, te contamos qué se dice acerca de los puntos principales.

Primeras comidas del bebé: ¿Cuándo incorporar sólidos?

Las principales asociaciones de expertos y guías alimentarias recomiendan alimentar con leche materna de forma exclusiva hasta los 6 meses de edad. Si la lactancia materna no es posible, la alternativa es ofrecer leche de sustitución.

A partir de este momento, se aconseja empezar a introducir alimentos sólidos en su dieta, para complementar el aporte de algunos nutrientes y para empezar a familiarizar a los bebés con nuevos sabores, alimentos y texturas.

Este es el momento que se suele marcar como punto de inicio, aunque cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo. En todo caso, se debe valorar con el equipo de pediatría cuándo se puede empezar con la alimentación complementaria.

Como indican desde la Asociación Española de Pediatría (AEP), existen algunas señales que apuntan que el pequeño está preparado para probar nuevos alimentos, más allá de la leche:

  • Presenta interés por la comida: la sigue con la vista, abre la boca y se inclina hacia adelante cuando se le ofrece algo de comer.
  • Puede mantener la cabeza erguida y se mantiene sentado con apoyo.
  • Coge alimentos con la mano y los lleva a su boca.
  • Desaparece el reflejo de extrusión: ya no expulsa los alimentos que no tienen una textura líquida.

Hay que tener en cuenta que los especialistas advierten que antes de los 4 meses no están preparados a nivel digestivo y neuromotor.

Además, cuando se introducen los sólidos antes de los 6 meses, se corre el riesgo de abandono prematuro de la lactancia materna, sin llegar a cubrir este primer período de exclusividad recomendada.



¿Con qué alimentos se empieza a incorporar los sólidos?

Hace un tiempo se hablaba de un calendario pre establecido con el orden de alimentos que se iban ofreciendo a los bebés.

No obstante, hoy en día estas recomendaciones han evolucionado, debido a las grandes diferencias entre culturas e incluso entre preferencias particulares de cada familia.

Por lo tanto, teniendo en cuenta algunas excepciones (que veremos más adelante); se puede empezar con una gran variedad entre todos los grupos:

  • Verduras: judías, zanahorias, calabacín, puerro, brócoli, calabaza.
  • Frutas: manzana, melocotón, fresas, pera, kiwi, aguacate, plátano, melón, mandarina.
  • Cereales: arroz, avena, mijo, pasta de sopa, pan, sémola, patata.
  • Aceite de oliva.
  • Pescado, pollo, huevos, tofu, legumbres.

Estos últimos alimentos son de vital importancia ya que contienen cantidades interesantes de hierro y de zinc, dos nutrientes que pueden resultar deficitarios.

¿Cómo se ofrecen estos primeros alimentos?

En el momento de comenzar a probar nuevas comidas, se pueden dar de varias formas. Elegir una u otra, va a depender de la preferencia y disponibilidad de las familias, así como de la aceptación del bebé.

Lo más habitual es preparar purés y papillas ya sea con verduras, frutas, cereales o carne. Este es, quizás, el método más fácil y el que se ha venido aplicando de forma tradicional.

A esta edad, muchos bebés no tienen todavía dientes. Por lo tanto, puede parecer que no están preparados para masticar algo sólido. No obstante, ellos son capaces de chafar los alimentos con las encías y el paladar.

Es por este motivo por el que también se les puede ofrecer alimentos chafados o enteros. Estos tienen que estar cocidos y cortados en una forma y tamaño que el bebé pueda agarrar. Este tipo de alimentación es la que se ofrece en el método Baby Led Weaning (BLW).

Además, como señalan desde el Servicio de Salud Pública de Inglaterra, ofrecer texturas variadas a partir de los 7-8 meses es positivo, les ayuda a aceptar mejor estos cambios y a desarrollar la coordinación ojo-mano.

La técnica del BLW presenta, asimismo, otros puntos positivos relacionados con la conducta alimentaria, las preferencias individuales y el peso corporal.

En cualquier caso, no es necesario (ni apropiado) añadir sal ni azúcar a las preparaciones. 

Horarios y cantidades

Incorporar alimentos sólidos en la dieta del bebé no es un cambio que se aplique de la noche a la mañana. Aunque no es tan importante por qué alimento se comienza, sí que lo es hacerlo de forma paulatina. 

Por este motivo, se recomienda dar un solo alimento nuevo cada vez y hacerlo durante unos 3 o 4 días. De esta forma, si se presenta una reacción alérgica, es más sencillo detectar el causante.

Es preferible ofrecer todos las novedades en la mañana o al mediodía, ya que así es más fácil estar alerta si estos no le sientan bien. Pero, en estos primeros meses, es el hambre del bebé el que marca la pauta para el momento y la cantidad.

Hay que tener en cuenta que, en las primeras ocasiones, puede ser que solo acepte una cucharada o una pequeña porción. Esto es normal y no tiene que ser motivo de angustia. La leche materna (o de sustitución) sigue aportando buena parte de la energía y los nutrientes que necesitan.

Obligar a los bebés a comer todo lo que se pone en el plato no es una práctica aconsejable. Como indican las principales recomendaciones, si el crecimiento del bebé está dentro de sus parámetros, es que está comiendo suficiente.

Los niños pequeños son capaces de regular su sensación de hambre y saciedad. Girar la cara delante de la comida, llorar o apartar la cuchara son signos que indican que ya ha comido suficiente.

 

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Consejos adicionales para sus primeras comidas

Aún teniendo claro el qué, el cómo y el cuándo empezar; es probable que sigan habiendo muchas dudas acerca de la complementación alimentaria. Algunas de las recomendaciones que ofrecemos a continuación, seguro que son de gran ayuda:

  • Empezar poco a poco, aumentando las cantidades de forma gradual.
  • Dejar que el niño toque y juegue con la comida. Esto le ayuda a familiarizarse con todos estos alimentos que son nuevos para él. Al inicio puede ser que una parte acabe en el suelo, el babero o la sillita, pero mejorará cuando vaya adquiriendo más destreza.
  • Buscar un momento tranquilo y un espacio relajado, donde no tenga otras distracciones. Si tiene mucho hambre o llora, es posible que rechace cualquier cosa que no sea el pecho.
  • Mostrar una actitud receptiva y tolerante frente a la negativa y las dificultades que supone empezar con los primeros sólidos. Además, es positivo intentar comer en familia y alentar al bebé con sus progresos. La evidencia científica resalta que el comportamiento de los padres en relación a la comida tiene gran influencia en su comportamiento futuro.
  • Persistir en la presentación de los diferentes alimentos pero no obligar a comer nada. A veces, puede ser necesario proporcionarlos en formas variadas y en múltiples ocasiones hasta lograr la aceptación. Asimismo, tampoco es necesario que, en los primeros meses, coman toda la variedad que los padres quisieran.

 

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Alergias y alimentos a evitar

Cuando los bebés comienzan con sus primeras comidas, hay algunos alimentos y preparaciones que deben evitarse.

Algunos de ellos representan un alto riesgo de ahogo. Otros, en cambio, no son ingredientes saludables ni nutritivos o bien pueden ser perjudiciales para su salud. Los enumeramos en la siguiente lista:

  • Sal y azúcar.
  • Miel.
  • Alimentos duros crudos: zanahoria, manzana, pera, etc. Se pueden dar cocidos o en compota.
  • Jugos de frutas.
  • Leche de vaca.
  • Acelgas y espinacas: no más de 35 gramos al día (de uno u otro) y nunca si el bebé presenta una infección bacteriana intestinal.
  • Pescado con un alto contenido de mercurio y cabezas de gambas y crustáceos parecidos.
  • Carne de animales cazados con munición de plomo.
  • Alimentos que suponen un riesgo de atragantamiento: frutos secos enteros, palomitas, tostadas tipo cracker, fruta redonda pequeña entera (cerezas, uvas, etc.), caramelos.

En referencia a la introducción de posibles alérgenos, la postura de los especialistas ha cambiado respecto a las advertencias que se venían haciendo.

Hoy en día, se sabe que retrasar la introducción de estos no ofrece protección frente al riesgo de desarrollar una alergia. Pero tampoco hay una estrategia clara.

Como indican desde la Asociación Española de Pediatría, lo mejor es seguir las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS): mantener la lactancia materna e introducir de forma progresiva los nuevos alimentos.

En lo que al gluten se refiere, tampoco se ha podido establecer un consenso claro. El consejo actual es introducirlo alrededor del sexto mes y también de manera gradual.

Incorporar alimentos sólidos, un gran paso en la dieta

Recuerda que a partir de los 6 meses (de forma aproximada) se pueden comenzar a incorporar alimentos sólidos a la dieta del bebé.

Lo más adecuado es hacerlo de forma gradual, tanto en la textura como en la variedad de opciones ofrecidas.

Una buena educación alimentaria es la base para unos correctos hábitos en el futuro. Estos le ayudarán al niño a prevenir enfermedades como la obesidad y la diabetes.


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