En la mirada de todo niño pequeño baila la esperanza abrazada a la bondad. En los ojos de todo pequeño habitan las ilusiones y la siempre revoltosa curiosidad… Permitamos que esos habitantes tan nobles que viven en su interior no se pierdan, hagamos que esos inquilinos tan mágicos estén siempre en su corazón acompañándoles hasta la madurez.
Una pregunta que se han hecho desde siempre psicólogos, psiquiatras, sociólogos o filósofos es si los niños nacen con una bondad natural y es la propia sociedad, la crianza y el contexto quien, en ocasiones, trasforma esta virtud original en egoísmo, en falta de empatía, en desconsideración o en comportamientos agresivos.
“Un gramo de bondad vale más que un kilo de intelecto”
-Alejandro Jodorowsky-
La neurociencia nos explica que el ADN de la maldad existe solo en 1% de los casos. El resto, la razón de por qué hay niños, adolescentes y adultos que muestras comportamientos desafiantes y violentos estaría sin duda en el ambiente, en un vínculo parental nocivo, en una educación donde han estado presentes o bien los malos tratos o carencias afectivas profundas.
Todo ello nos hace pensar que, efectivamente, los niños llegan al mundo con una bondad natural, no obstante, más que bondad los especialistas lo definen como “ansias por conectar con su entorno”. Un niño lo necesita todo de los suyos, de sus padres, de sus abuelos, de su familia y de todos esos agentes que con su actitud, trato y adecuada inteligencia emocional, potenciarán sin duda lo mejor del niño.
Es una tarea en la que sin duda, vale la pena invertir tiempo y esfuerzos.
Aprende a potenciar la bondad natural de tu hijo
Cuando tu bebé llegó al mundo, algo que sin duda te llamó rápidamente la atención fue su mirada. Más tarde, cuando esos ojos empezaron a fijarse en ti de forma voluntaria regalándote ya más de una sonrisa, descubriste que pocas cosas pueden ser más intensas, más maravillosas.
Es interesante saber que los ojos, más allá de ser la ventana de nuestro corazón y emociones, son también el modo en que solemos tomar contacto con los demás. Así, el niño que no busca el rostro de sus padres aun habiendo alcanzado los 2, 3, 4 años y el adulto que esquiva las mirada de su interlocutor, suele presentar algún tipo de problema subyacente que es necesario identificar.
Las personas hablamos con la mirada, nos buscamos y nos necesitamos mediante este canal para sentirnos validados, para comunicar afecto, interés, para regalar atención y ante todo, amor. La bondad habita entonces en esas ventanas preciosas de tu niño, así que no lo dudes, descubre cómo puedes potenciar en ellos el valor de la nobleza, de la empatía y de esa consideración que un bebé trae de forma natural en su interior.
Te enseñaré a tener conciencia de tu propia persona
Antes de tomar conciencia de los demás y de las emociones ajenas, un niño debe entenderse a sí mismo. Es necesario que entienda qué está bien y qué no, dónde están los límites y por qué en ocasiones, uno siente rabia, miedo, frustración.
- Debe entender que cuando uno se enfada, “no se pega”, no se golpea a los demás.
- Debe tener libertad para llorar cuando lo necesite sabiendo que mamá estará ahí para consolarlo.
- Debe saber que cada cosa que hace y dice, tiene un impacto sobre los demás.
Te enseñaré a controlar tus emociones
- Algo que debemos tener en cuenta es que enseñar a un niño a controlar sus emociones no significa vetar, no significa limitarnos a decirle “no grites”, “no te enfades”, “no llores”.
- En lugar del “no”, pon un por qué: “¿por qué estás enfadado?”, “¿qué es lo que te hace llorar?”
Si potenciamos en el niño la comunicación emocional desde edades tempranas, facilitaremos en él una mayor competencia en esta área.
Te abriré las puertas para que sepas qué es la conciencia social
La conciencia social nace en el propio hogar, más tarde se extiende al mundo de la escuela y poco a poco, se abre en otros entornos que rodeen al niño.
Es en estos contextos progresivos donde nuestros niños deben demostrar y aplicar día a día su bondad, su respeto, su consideración por los demás, su empatía y su capacidad para comprender todos esos aspectos que crean lazos fuertes entre las personas.
Nosotros seremos sus guías, nosotros seremos su mejor ejemplo y ese facilitador y potenciador cotidiano que sacará del pequeño lo mejor de su persona.
“La bondad es la única inversión que nunca quiebra”
-Henry David Thoreau-
Habilidades sociales
Las habilidades sociales, tales como la buena comunicación o la asertividad, darán al niño la capacidad de establecer y mantener relaciones sanas, respetuosas y ante todo gratificantes.
- Es así como aprenderá, por ejemplo, a defenderse de esos otros niños que ejercen el bullying en las escuelas, es así como servirá de ejemplo a otros, como resolverá conflictos y conseguirá relaciones de amistad sólidas y enriquecedoras para él.
Fomentar la bondad en nuestros hijos es una tarea cotidiana en la que es necesario invertir esfuerzos, en la que no podemos descuidarnos nunca. Hagamos que esa mirada preciosa conserve siempre el brillo de la esperanza y la bondad más noble.
Bibliografía
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