Se trata de enseñar, no de castigar. La disciplina constructiva para bebés impulsa la socialización y garantiza una mejor convivencia en el futuro.
La disciplina y la obediencia son indispensables para la formación del hombre del mañana. Los principios esenciales de convivencia y respeto no pueden estar ausentes de las enseñanzas tempranas.
¿Qué es la disciplina constructiva?
Se trata de enseñarles, guiarles y hacerles partícipes de su proceso de aprendizaje y no de condenar su ignorancia o sus fallos. A través de la disciplina, el niño aprende valores, límites y reglas para desenvolverse en la familia y en la sociedad.
La disciplina enseña lecciones y busca resultados en la felicidad del pequeño a largo plazo; el castigo busca modificar conductas a través del miedo.
A través de la disciplina, las consecuencias de los actos serán vistas de manera diferente. No es lo mismo decir: “estás castigado por mentirme” que reflexionar en torno a la mentira como acto reprochable. Un niño disciplinado aprende a responsabilizarse de sus acciones.
Enseñar a partir de los valores es parte de la disciplina constructiva para bebés. Honestidad, respeto, integridad, amabilidad, son pautas en la relación padre e hijo que deben preservarse por encima de las amenazas. Aprender con base en estos preceptos rendirá frutos en el futuro.
¿Cómo se aplica?
A temprana edad
La disciplina constructiva para bebés inicia desde temprana edad y está vinculada con el conocimiento de los límites (tanto propios como externos), el aprovechamiento de oportunidades y los riesgos.
Enseñarle al niño qué situaciones y cosas representan un peligro es parte de la responsabilidad que tienen los padres para con sus hijos. Esta enseñanza debe ser siempre en positivo, para que el niño pueda comprenderlas mejor, aceptarlas e interiorizarlas con éxito.
Decirle al bebé que “no”, con amor y cariño, le enseña que hay un momento y un lugar adecuado para cada cosa. Las horas de sueño y comida, las rutinas positivas y las situaciones de riesgo, son informaciones que debe recibir de manera periódica.
Reconocer y atender sus necesidades, sin ceder a la presión del llanto, es parte de esa disciplina constructiva para bebés que resulta tan beneficiosa hoy en día.
Musicoterapia para la integración
A partir de los 8 meses el bebé comienza una nueva etapa de socialización. En este período la musicoterapia es una herramienta de gran ayuda.
El sonido y el movimiento no solo favorecen la comunicación, sino que impulsan su integración social. Por ende, la música será una excelente aliada en la estimulación temprana y, además, facilita el aprendizaje.
Activo y curioso
A partir del año, el niño es mucho más activo, exigente, impulsivo, atrevido y curioso. A los 18 meses ya puede atender razonamientos simples; ese es buen momento para explicarle por qué hay normas.
A esa edad también empieza a sentirse independiente y con personalidad. La palabra “no” forma parte de su vocabulario y los padres deben ser firmes. También deben razonar con el niño, con énfasis en las consecuencias de sus actos, con un lenguaje adecuado a la edad.
Entre los dos y tres años el “no” se reafirma; todo lo quiere hacer por sí mismo. Dejarlo hacer es positivo, siempre con atención a lo que pueda representar peligro. La vigilancia debe ser cercana, sin que él la perciba como amenaza.
A su voluntad
La disciplina constructiva del bebé demanda paciencia y serenidad de los padres, porque pequeño tratará de imponer su voluntad.
En estos casos se pueden aplicar varias estrategias se pueden aplicar. Distraerle puede evitar que haga cosas no permitidas, ofrecerle alternativas para que entienda que no puede tenerlo todo. De esta forma, sabrá que algunas cosas “si” y otras “no”.
La disciplina constructiva se nutre de valores positivos y se mantiene en el tiempo.
Lo estrictamente necesario
Reservar la palabra “no” para lo que sea estrictamente necesario evitará que el niño se sienta coartado. Cuando haya que pronunciarla, debe ir acompañada de acciones.
Lo importante es ser coherentes. Si hoy no puede rayar una pared, mañana tampoco. Esta instrucción habrá que repetirla permanentemente; fijar los límites y hacerlos respetar, siempre con amor y no con castigos, marcará la diferencia.
Metas realistas y palabras adecuadas
La disciplina constructiva para bebes requiere que las metas que se establezcan sean realistas, acordes a la edad, capacidades y circunstancias, para que así los niños sean capaces de alcanzarlas.
Cuando un niño intenta hacer algo y no lo logra a la primera, merece una felicitación por su esfuerzo. Esto le motivará tanto a intentarlo la próxima vez como a tomar riesgos.
El uso de las palabras correctas puede influir en la conducta del niño. Palabras como ayuda, magia, adivina, logran buenos resultados. Instrucciones específicas como “puedes sentarte aquí”, tendrán más efecto que genéricas, como quédate quieto.
Desde los tres años comenzarán a seguir estas normas, si han sido inculcadas con disciplina, amor y paciencia. A partir de los 4 años, los límites deben ser ratificados de manera permanente y cariñosa. Entre los 6 y los 12 años la enseñanza debe enfocar la relación con el entorno.