¿Por qué hacen tantas preguntas los niños?

¿Por qué hacen tantas preguntas los niños?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 09 septiembre, 2020

Los padres muchas veces nos sorprendemos de que los niños hagan tantas preguntas. Normalmente a partir de los 3 años de edad los niños comienzan a hacer todo tipo de cuestiones.

Muchas de ellas incluso a veces nos sorprenden por su complejidad. En ocasiones no sabemos cómo responder o si estamos contestando a los niños de la forma adecuada. También puede ocurrir que los niños realmente lo que quieran es que establezcamos comunicación con ellos o llamar nuestra atención cuando estamos ocupados.

Para los padres resulta agotador en ocasiones contestar a tantas preguntas seguidas. Pero debemos tener paciencia con los niños ya que solo quieren aprender. Somos sus referentes y confían en nosotros para resolver sus preguntas.

A veces las preguntas son infinitas y de diferentes tipo y complejidad. Preguntas como por qué: nieva, el sol nos calienta, tenemos dos brazos y una nariz, los pájaros vuelan o la razón por la tienen que ir al cole o el médico  pueden ser preguntas habituales.

La mayoría se refieren a cuestiones que les afectan en su vida diaria como los fenómenos atmosféricos o la razón por la que tienen que hacer sus deberes u obligaciones. Pero también pueden ser preguntas sobre fenómenos inexplicables o muy complejos.

La ventana del mundo

A los tres o cuatro años los niños empiezan a preguntar todo lo que se les ocurre sobre lo que les rodea. De repente el niño tiene curiosidad por cuestiones por las que nunca se había preocupado antes. Los niños sienten que se les abre una ventana al mundo y sienten la necesidad de preguntar lo que no entienden.

Lo primero que tenemos que saber es lo que quieren averiguar los niños con estas preguntas. Muchas veces no quieren que les demos grandes explicaciones sino una respuesta sencilla y clara.

También a veces solo quieren que les prestemos atención. Preguntan incluso cuando conocen la respuesta.  Por eso siempre tenemos que contestarles y establecer comunicación con ellos. Además lo suelen hacer cuando ven que estamos muy ocupados o cuando no les prestamos atención. En ese caso podemos decirles que lo que nos pregunta es muy importante y que necesitamos pensar un rato la respuesta.

No nos olvidemos de que lo único que tienen los niños es curiosidad. Quieren saber cómo funciona todo y de dónde vienen las cosas. Por eso tenemos que ayudarles y apoyar día a día su deseo de aprender.

Hay que intentar nunca enfadarnos con el niño porque nos pregunte. Los niños pueden sentir que molestan y reprimir sus preguntas. Si estamos ocupados, lo mejor es decirles que tenemos que pensar su pregunta para contestarles.

Respuestas sencillas a las preguntas

Lo mejor es ofrecer al niño respuestas sencillas. Hay que intentar no entrar mucho en detalles o en respuestas complicadas. Si lo hacemos no solo los confundiremos, sino que podemos entrar en un bucle de preguntas. Además hay que adaptar nuestra respuesta al lenguaje sencillo del niño y a su edad.

No es lo mismo responder una pregunta de un niño de tres años a un niño de seis. Hasta los seis años los niños no necesitan respuestas profundas. Antes de esa edad es difícil que nos entienda lo que queremos explicarles, si no les damos respuestas sencillas. Pero a partir de los seis años los niños ya pueden entender más conceptos y reflexionar sobre lo que les estamos contestando.

Ayudar a los niños a reflexionar

Cuando los niños van creciendo tenemos que acostumbrarlos a reflexionar además de preguntar. No solo tienen que lanzar preguntas cuando ellos quieran, sino también intentar que ellos mismos busquen la respuesta.

Una idea es ayudarles a reflexionar haciéndoles nuevas preguntas como si están de acuerdo o si les parece bien. Los niños tienen que ir descubriendo que ellos mismo pueden ser capaces de encontrar respuestas. También que cada persona puede tener opiniones diferentes aunque no sean iguales que las nuestras.

Es bueno que sepan que hay preguntas que no tienen respuestas concluyentes y a las que cada uno puede dar su opinión. Podemos aportarles nuestro punto de vista y dejar que ellos vayan desarrollando un pensamiento autónomo. Los niños pueden ir desarrollando sus propias ideas e incluso debatir con nosotros sus opiniones. Vuestra relación siempre se fortalecerá si sois capaces de intercambiar opiniones sobre diferentes temas en familia.

 


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