Guía para identificar las picaduras de insectos en niños
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Las picaduras de insectos son muy molestas para los niños, ya que causan dolor, comezón y reacciones alérgicas al veneno que inoculan en la piel.
Desafortunadamente, existen diferentes especies capaces de provocar estas lesiones y cada uno deja una huella característica en la piel. Aprender a reconocer el agente causal a partir del aspecto de la picadura es muy importante para ofrecerle a tu niño los mejores cuidados. Te contamos cómo hacerlo.
Las manifestaciones clínicas más comunes de las picaduras de insectos
La mayoría de las picaduras suelen provocar molestias leves y manejables, pero algunas pueden inducir casos más severos e incluso, mortales. En especial, si el niño tiene antecedentes de alergias graves al veneno de dicho insecto.
Si bien a veces podemos observar al insecto durante el ataque, en otras ocasiones los signos y síntomas aparecen de forma más tardía. Entre ellos se destacan los siguientes:
- Enrojecimiento o erupción.
- Hinchazón.
- Prurito (picor).
- Dolor en la región afectada.
- Calor local y en las zonas próximas.
- Hormigueo o entumecimiento en el área afectada.
Señales de alarma en los niños tras una picadura de insecto
Algunos de los síntomas típicos de una reacción alérgica grave (o anafilaxia) son los que se describen a continuación:
- Dificultad para respirar.
- Fiebre.
- Espasmos musculares.
- Vómitos o náuseas.
- Edema en la garganta y en los labios.
- Pérdida de consciencia y confusión.
Ante la presencia de alguna de estas manifestaciones, lo más apropiado es consultar al médico a la brevedad. La anafilaxia es una emergencia médica.
Incluso, si el niño se siente enfermo o presenta síntomas similares a los de un cuadro gripal en los días posteriores a la picadura, se aconseja consultar al médico. Esto es importante para descartar otras patologías que pudieran haber sido adquiridas a través del insecto.
Las picaduras de insectos más frecuentes
Las picaduras mas frecuentes dependen, en gran medida, del lugar donde se vive o se visita. La temporada del año también influye. Por ejemplo, la prevalencia de lesiones provocadas por las abejas, los mosquitos y las hormigas es mayor durante el verano.
Otro dato no menor es que si bien los insectos pueden picar en cualquier parte del cuerpo, lo más habitual es que lo hagan en aquellas zonas de la piel que se encuentran expuestas.
A continuación, te vamos a contar las peculiaridades de las lesiones provocadas por los distintos insectos. ¡Toma nota!
1. Picadura de mosquito
La picadura de mosquito se manifiesta a través de una protuberancia pequeña, edematizada y redonda que aparece rápidamente luego del ataque. Con el paso de las horas, esta lesión se torna más dura, colorada y muy pruriginosa.
En general, pueden aparecer varias ronchas en la misma zona, pues el niño no siente cuando el mosquito lo pica y lo hace repetidas veces. Esto es porque el insecto tiene un aguijón bien fino para provocar un trauma mínimo en la piel.
2. Picadura de hormiga roja
La picadura ocasionadas por las hormigas rojas (u “hormigas de fuego”) es considerada una emergencia médica, por lo que la atención urgente en la guardia puede ser necesaria.
Las hormigas de fuego son pequeñas, de color rojizo o negro, muy agresivas. El veneno que inoculan produce una picadura muy punzante y dolorosa. Esta suele visualizarse como un punto rojo con una pústula central que arde y pica muchísimo. En general, perduran hasta una semana.
En algunos casos, el veneno de estos insectos puede provocar una reacción alérgica peligrosa y grave, que se manifiesta a través del prurito generalizado, una marcada hinchazón en todo el cuerpo y dificultad para respirar.
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3. Picadura de garrapata
La picaduras de garrapata puede provocar edema y dolor en la zona afectada. También, puede ocasionar una erupción generalizada, algunas ampollas y sensación de ardor o dificultad para respirar.
En la mayoría de los casos, la garrapata permanece adherida a la superficie de la piel durante un tiempo prolongado y rara vez aparecen ronchas “en grupo”.
4. Picadura de abeja o avispa
Una de las picaduras de insectos más frecuentes entre los niños es la provocada por las abejas o las avispas. La lesión característica de estos insectos es un enrojecimiento de la piel, con mucho dolor, edema y picor en la zona de la picadura.
Las abejas solo pueden picar una vez, ya que al hacerlo depositan su aguijón en la piel. Incluso, donde queda el agujón aparece una mancha blanca.
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5. Picadura de pulga
Las picaduras de pulgas, en general, se visualizan “en grupos” y suelen afectar a la región inferior de las piernas y los pies. En la mayoría de los casos son protuberancias coloradas y pruriginosas, que están rodeadas por un halo rojo.
Los síntomas de esta picadura aparecen de forma inmediata.
6. Picadura de chinche
La lesión característica de las chinches es una pequeña erupción con áreas rojas y edematizadas, con un centro de color rojo oscuro. En general, la picazón responde a la reacción alérgica que provoca el veneno del insecto dentro del cuerpo.
De acuerdo a un reciente estudio, las lesiones primarias de la picadura de chinche pueden aparecer en una línea o “en grupos”, en las regiones del cuerpo descubiertas, como los pies, el cuello o las manos.
¿Porqué se producen las reacciones a las picaduras?
El sistema inmunológico responde a los venenos de los insectos tras la inyección de los mismos dentro de la piel. Esto es lo que explica por qué se produce hinchazón y enrojecimiento en el área de la picadura y a veces, a la distancia.
Las reacciones leves retardadas incluyen dolor y picazón, pero si el niño es sensible al veneno, se puede desencadenar una condición potencialmente fatal llamada shock anafiláctico.
Las picaduras de los insectos en los niños y su prevención
La mejor medicina es la prevención, por lo que saber identificar y evitar las picaduras de los insectos es la mejor forma de mantener a los pequeños sanos.
En general, la mayoría de las picaduras resuelven por sí solas al cabo de varios días de molestias leves. Mientras tanto, se recomienda controlar el sitio afectado para descartar y evitar una infección sobreagregada.
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