5 frases que debes evitar cuando tu hijo no quiere comer

Cuando los niños no quieren comer, debemos evitar recurrir al chantaje. Es necesario explicarles los beneficios y la importancia de mantener una alimentación variada desde pequeños.
5 frases que debes evitar cuando tu hijo no quiere comer
Maria Fátima Seppi Vinuales

Revisado y aprobado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 29 julio, 2022

En muchos hogares con niños pequeños, el momento de la comida se parece a una obra de teatro: hay momentos de dulzura, de drama, de enojos y de frustración. Sin embargo, muchas veces, en un intento desesperado de ponerle punto final a esa escena de tensión, los adultos apelan a la culpa o al chantaje, sin tener noción del error en el que incurren. Veamos entonces cuáles son las frases que conviene evitar cuando tu hijo no quiere comer.

Qué no debes decirle a tu hijo cuando no quiere comer

Algunas de las frases que solemos emplear cuando nuestro hijo no quiere comer son peligrosas y contraproducentes. Por eso, lo mejor es analizar su trasfondo y eliminarlas del repertorio cotidiano.

1. “Hay tantos niños en la calle que quisieran este plato de comida”

Aunque es cierto que muchas personas atraviesan una situación de hambre, no es recomendable intentar convencer a nuestro hijo que coma por la vía de la culpa. Incluso, emplear estas frases puede acentuar aún más la conducta que queremos extinguir y que encuentren desagradable e incluso culposo el vínculo con la comida.

2. “Si no comes, no crecerás, te quedarás …”

Esta frase tampoco es una buena idea. Por un lado, suena como un castigo y esto tienen un efecto cortoplacista, ya que puede funcionar a la primera, pero no trabaja sobre una enseñanza duradera. Por el otro, también estigmatiza ciertas características corporales y físicas, como la delgadez o la talla baja.

Sabemos que muchas veces se le dice a los niños “te quedarás petiso”, “serás muy flaca” o “no tendrás forma”, como si en estas características hubiera algo de malo. Es importante validar la diversidad corporal y explicarles a los infantes por qué es conveniente mantener una alimentación saludable y variada.

Ejercer la manipulación para lograr que nuestro hijo coma da un mensaje contraproducente. Por ejemplo, que el amor justifica todo, incluso hacer cosas que no deseamos.

3. “Si no comes lo que te he preparado seguramente es porque no me quieres”

Esto es una forma de manipulación, se mire de donde se mire. Sitúa al niño en una posición en la que, para demostrar su amor, ha de hacer algo por obligación y en contra de sus deseos. Aunque no parezca, el mensaje subliminal es que el amor lo justifica todo, incluso hacer algo con lo que no nos sentimos a gusto.

Como adultos, es importante que no quedemos atrapados en esos juegos y seamos capaces de no personalizar esta situación.

4. “Si comes, voy a darte …”

Esto también podría considerarse una especie de chantaje. De este modo, corremos el riesgo de que los chicos asocien la comida con una recompensa y que solo le concedan importancia por recibir un premio a cambio.

Por el contrario, lo que los menores tienen que saber es por qué es necesario que se alimenten bien y que lo hagan más allá de que exista un helado de postre o unos minutos más para ver televisión. De lo contrario, el día que no tengamos una recompensa se negarán a comer y los adultos quedaremos atrapados en un callejón sin salida.

5. “¿Esto no te gusta? Dime qué quieres y te lo cocino”

Esta es una frase tramposa y un arma de doble filo. Es cierto que hay ocasiones en las que no toda la familia coincide con el menú y se preparan al menos platos diferentes. Sin embargo, esta situación no es la más frecuente y no debería serlo.

Es importante no caer solo en los platos típicos que les gustan a los chicos (como los fideos) y hacer el esfuerzo de animarlos a que prueben una amplia variedad de comidas. Hay que saber diferenciar el rechazo con los gustos, pues hay edades en las que los niños recurren al “no” como forma de obtener aquello que les gusta más.



Qué puedes hacer para lograr que tu hijo coma

Invitar a tus hijos a cocinar contigo les permitirá compartir un momento entretenido contigo y los motivará a degustar sus propios platos.

A continuación, te brindamos algunas recomendaciones para que tu hijo disfrute de la comida:

  • Busca ofrecer alternativas: es posible que algunos alimentos no le gusten, pero en lugar de obligarlo a comer, es conveniente buscar otras opciones que ofrezcan nutrientes similares.
  • Hazlo parte de la elección del menú: algunos días de la semana puedes preguntarle qué le gustaría comer y concederle sus deseos.
  • Intenta que el momento de la comida sea agradable: es decir, si a tu niño no le gusta comer, hay que correr el foco de la atención. La comida tiene que pasar a un segundo plano. Puede ser la excusa para hacer una pausa en el día, para compartir y para conversar sobre las actividades cotidianas.
  • Prueba cocinar en compañía: para que el momento de la comida sea más grato, puedes invitar a tu niño a cocinar contigo.
  • Intenta introducir los alimentos de a poco: empieza por aquellos alimentos que le gustan y, poco a poco, ofrécele otros sabores.
  • Permite que explore los alimentos con todos sus sentidos: hazle preguntas sobre su textura, el aroma y los colores. Esta también es una forma de relacionarse con la comida.
  • Ofrece un plato con una cantidad mesurada de alimentos: si existen dificultades a la hora de comer, es mejor que el niño pida repetir la porción, en lugar de ofrecerle un plato muy abundante. Este puede resultar abrumador de solo verlo y conducir al rechazo.
  • Habla con tu hijopregúntale por qué no quiere comer y qué piensa sobre los alimentos: si fomentas el diálogo, es posible que puedas comprender o descubrir algunas ideas que tiene al respecto. Por ejemplo, quizás vio algo en televisión que le provocó una emoción negativa sobre cierta comida y por eso no quiere consumirla.


Debes preguntar y preguntarte qué ocurre

Ante la falta de interés o el rechazo de los niños por la comida, es lógico que los adultos nos preocupemos. Sin embargo, es importante que pensemos en cómo llegamos nosotros mismos a ese momento. Por ejemplo, si cocinamos con desgano, si nos quejamos mientras lo hacíamos o si estábamos tan cansados que solo deseábamos que los niños comieran rápido para irnos a dormir ese día.

Hay que saber que el clima emocional que se vive en torno a la comida también puede funcionar como un factor condicionante, tanto a favor como en contra.

Finalmente, no debes obligar a tu hijo a comer por la fuerza, ya que esto puede complicar aún más la situación y aumentar el malestar. También es prudente consultar con profesionales, pues en algunos casos la situación es menos grave de lo que parece. Esto podría ayudarnos a relativizar la situación y a entender cómo actuar al respecto de acuerdo a la edad del niño.


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