El espíritu navideño más allá de la Navidad

La esencia de nuestra alma anhela recuperar las verdaderas relaciones humanas. El espíritu navideño es un recordatorio de este deseo.
El espíritu navideño más allá de la Navidad

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 11 enero, 2020

Ya ha acabado la Navidad y, con ella, el espíritu navideño. Se han apagado las luces que adornaban las ciudades, las reuniones familiares alrededor de la mesa, la algarabía de los niños por las casas y la magia de los regalos. Volvemos a la rutina, por una parte, anhelada, pero, por otra, no.

La Navidad es, actualmente, un momento de contrastes. Para algunas personas, es momento de celebraciones, de unión y de cordialidad. Este anhelo sincero viene endulzado por el consumismo voraz al que nos hemos visto abocados en nuestra sociedad.

Y es, precisamente, esta desmesurada valoración de lo material uno de los motivos que llevan a otro grupo de personas a aborrecer la Navidad, por la hipocresía que se conjuga en estos días en lo que convive el espíritu navideño con un consumismo exacerbado.

El verdadero espíritu navideño

¿Y a qué se deben estas dos posiciones tan contrapuestas ante la Navidad? Aventurándonos un poco a lanzar ciertas hipótesis al respecto, nos atreveríamos a decir que el espíritu navideño despierta cada Navidad el anhelo humano por vivir en fraternidad y cordialidad.

Manos representando el espíritu navideño más allá de la Navidad.

Son varias las creencias espirituales que confirman que la venida de Jesús a este mundo fue para recordarnos la luz que habita en nuestro interior. Que podemos despertar y vivir conforme a la verdadera esencia humana, pacífica y bondadosa. Los Reyes Magos reconocieron esa verdad y fueron a dar la bienvenida al Mesías.

Tradiciones espirituales

Históricamente, no se sabe a ciencia cierta si el 25 de diciembre fue la fecha real en la que Jesús vino al mundo. Existen varias hipótesis que argumentan que la religión cristiana eligió esta fecha porque coincidía con otras fechas paganas en las que se celebraba el solsticio de invierno. Para estas culturas, era el momento para iniciar un nuevo año, dedicando sus celebraciones al nuevo nacimiento del Rey Sol.

Sea como fuere, se trata de un momento de celebración de la venida de la luz solar, de la alegría, de la esperanza en un mundo mejor. Y es precisamente ese anhelo que brota de lo más hondo de nuestros corazones lo que se ha venido a llamar ‘espíritu navideño’.

Cada Navidad, el alma humana siente en su interior la posibilidad de un nuevo inicio. El corazón de las personas se estremece ante tan bella verdad y palpita ante la ilusión de la llegada de un mundo nuevo y mejor.

Únicamente la realidad artificial que hemos creado, sustituyendo nuestros anhelos de paz por comida y regalos, es la causante de la decepción interna que algunas personas sienten al llegar la Navidad. El sentido real de esta festividad ha sido desvirtuado y manipulado, alejándonos de nuestra conexión espiritual con la verdad.

Hombre conquistando la cima de una montaña como un nuevo renacer.

Más allá de la Navidad

Otro de los motivos por los que algunas personas desconfían de la verdad que envuelve a estas fiestas es que les rechina que este ambiente de júbilo y alegría sea exclusivo de la Navidad. Son muchos los que sienten cierta hipocresía en el hecho de vivir en paz y armonía durante estos días y, una vez transcurrido dicho periodo de tiempo, sacar nuestros escudos y espadas de nuevo para el quehacer diario.

¿Y si resultara que el espíritu navideño tiene sentido más allá de la Navidad? ¿Y si solo se tratara de un inicio? ¿Y si cada Navidad fuese una nueva oportunidad de reconectarnos con nuestra verdadera esencia humana bondadosa…?

Cada año nuevo, vuelve a nacer el Sol. Cada año nuevo, podemos renacer de nuestras cenizas. De hecho, cada día, la salida del sol nos recuerda que podemos volver a nacer. Cada mañana podemos elegir ser manifestación pura de nuestra verdadera luz.

Se trata de una elección diaria, libre e interna. Cada día, en cada acto que realizamos, tenemos el grandísimo poder de decidir hacer algo bueno o no. Cada gesto, cada palabra, cada intención es elegida libremente. En cada momento.

El alma humana anhela el reencuentro, la unión, la cordialidad entre todos los seres humanos. El espíritu navideño anhela ir más allá de la Navidad y permanecer por siempre junto a nosotros. En nuestra mano está hacer realidad este deseo. ¿Qué eliges tú?


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