En vez de niños perfectos, educa a niños felices

En vez de niños perfectos, educa a niños felices
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 07 agosto, 2020

Todos los padres desean que sus hijos sean felices, quieren que estén preparados para asumir la vida, para sortear las dificultades del día a día con la mayor soltura y asertividad posible, pero muchas veces en el intento de lograr ese anhelo, someten a los niños a demasiada presión y los inscriben en una carrera por ser los mejores, por ser los más aptos, por ser niños perfectos.

Cuando tus hijos nacieron conociste a los seres más hermosos del mundo, los viste y te parecieron soñados, perfectos. Y de verdad lo son: tus hijos son niños perfectos, en serio que sí. Tú lo sabes, pero también eres consciente de que esos niños tan dulces y tan inteligentes tienen que estar preparados para desenvolverse en este mundo tan feroz y tan competitivo, en este mundo moderno donde parece que solo sobreviven los más fuertes.

La conciencia de la competitividad que existe en estos tiempos enerva a muchos padres y los invita a inscribir a los niños en múltiples actividades, y la cuestión no solo se limita a inscribirlos sino que también se centra en exigirles que sean los mejores.

Para muchas madres la debida preparación de sus hijos implica que estos tengan calificaciones sobresalientes, que sepan ejecutar con maestría un instrumento, que sean unos prodigios de algún deporte, que sean limpios, educados, que se porten siempre bien, que se coman todo lo que le colocan en el plato, que hagan sus deberes… Que sean buenos niños, y por qué no, que sean niños perfectos.

Tú ya lo sabes: La competencia es ruda, incluso a veces la rudeza de esa pugna se ve entre padres. Parece que algunos compiten por hacer ver quién cría a sus hijos mejor, y en esa especie de batalla se mide quién tiene a los mejores hijos, qué niños están más preparados para este mundo moderno.

El problema está en que muchos padres se olvidan de que los niños deben tener tiempo para ser niños, para jugar, para ensuciarse, para quedarse en la cama, para hablar con otros niños en el parque, para ser felices y ya.

uno de los niños perfectos

La infelicidad de los niños perfectos

Seguramente has sido testigo de algún padre que le grita a su hijo en pleno partido de fútbol cómo tiene que patear la pelota. Si te atreves a ampliar un poco la mirada y abres el foco de la fotografía que tomas mentalmente te darás cuenta de que cerca de ese padre controlador, hay unos cuantos padres que también están diciéndole a su hijo qué hacer. Pasa lo mismo con algunas madres y el ballet.

Algunos padres se meten tanto en la actividad que realiza el niño que pareciera que la viven a través de ellos y les frustra que sus hijos no hagan lo que ellos quieren que hagan. Es posible que en ese momento de tensión se olviden de que sus hijos se están esforzando lo más que pueden por hacerlo bien y que además están lidiando con la presión que le imprimen los padres, se olvidan quizás de que el solo hecho de que sus padres estén allí ya los pone nerviosos y que a eso hay que sumarle el sentimiento que implica no querer decepcionarlos.

En ese momento es bueno que los padres se acuerden de que sus hijos son solo niños y que están aprendiendo a jugar o a bailar y que el proceso de ese aprendizaje debería ser divertido.

Tanta exigencia crea frustración en los niños. De hecho, la terapista y psicóloga Esther Esteban, asegura que presionar a los hijos para que sean los “mejores” les afecta negativamente.  Pero todavía es peor compararlos con otros niños que son mejores en alguna actividad.

Las comparaciones son antipáticas e injustas, ya que cada uno destaca en lo que destaca. La comparación es un reproche sutil que envía a los hijos un mensaje de: “tú no eres suficiente”.

La experta recomienda en uno de sus artículos lo siguiente: Si crees que eres un padre que exige demasiado a tus hijos, ponte en contacto contigo mismo y pregúntate: ¿Por qué les exijo tanto? ¿Por qué los presiono a que sean los “número uno”? ¿Qué gano con el éxito de mi hijo? ¿Qué carencias estoy cubriendo con el éxito de mi hijo?.

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Mis hijos no son niños perfectos, mis hijos son niños felices

La libertad es uno de los bienes más preciados de la humanidad. La historia está plagada de luchas dedicadas a recuperar la libertad, no seas tú quien cercene la libertad de tus hijos, déjalos ser.

Guíalo sí, es tu labor como padre, pero también recuerda que es preciso dejar que tus hijos sean los protagonistas de sus vidas, que es vital que sean ellos quienes decidan qué hobbies quieren practicar y cuánto tiempo le quieren dedicar.

Si no existe libertad, entonces no es un hobby para ellos, sino que se trata más bien de un sueño que los padres quieren materializar a través de los hijos. Es muy positivo que tengas eso claro, que sepas que tú ya fuiste niño y que ahora les toca a tus hijos. Es bueno soltar la presión y dejarlos ser felices.

Ten en cuenta siempre que la felicidad no tiene nada que ver con factores externos sino más bien con el grado de satisfacción que tienes contigo mismo. No olvides nunca que la felicidad no se consigue amasando grandes sumas de dinero, ya sabes que hay miles de millonarios infelices, tampoco te olvides de que la felicidad tampoco depende del cargo que tengas, pues ya habrás visto a más de un gerente o dueño de empresa infeliz.

Ten siempre presente que la felicidad tiene que ver con el amor, con las experiencias que tienes al lado de tus seres queridos, con las experiencias divertidas que tienes, con los gestos de amor que recibes, pero sobre todo, con los actos de amor que profesas.


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