¿Cómo educar sin premios ni castigos?

Es posible educar sin recurrir a amenazas, coacciones y sobornos. Te mostramos algunas alternativas más respetuosas que dan grandes resultados.

Educar a los hijos nunca ha sido una tarea sencilla, pero en los últimos años parece haberse vuelto mucho más complicada. Lo que sucede es que los padres actuales son, por lo general, más conscientes y comprometidos con su labor. Estos buscan estar informados y actuar correctamente, pero con frecuencia se encuentran con que cada método educativo parece estar vetado. Por ejemplo, ¿por qué hemos de educar sin premios ni castigos?

En un inicio, esto puede sonar contradictorio. Al fin y al cabo, hace solo unos años, este tipo de técnicas conductistas (castigos y refuerzos) parecían ser la solución final a la crianza de los niños. Y, aunque es cierto que pueden resultar útiles y eficaces para corregir algunas conductas infantiles, las consecuencias que provocan las convierten en poco adecuadas. Por ello, queremos mostrarte algunas alternativas más respetuosas y que funcionarán muy bien tanto para tus hijos como para ti.

¿Por qué educar sin premios ni castigos?

Antes de indicarte cuáles son estas alternativas, es importante que comprendas por qué deberías eliminar los premios y los castigos de la educación. Recuerda que el objetivo principal es preparar a tus hijos para la vida. En este sentido, debemos ofrecerles una guía y las herramientas para ser autónomos. Los premios y los castigos no favorecen esta autonomía, sino que, por el contrario, generan obediencia, sumisión y necesidad de aprobación. Es decir, con este tipo de prácticas logramos que los niños se comporten de una forma determinada pero bajo coacción, con el único fin de obtener algo agradable o de evitar algo desagradable.

Cuando la educación es a base de premios y castigos, los niños no aprenden, no razonan y no interiorizan los motivos. Además, pueden generarse conflictos y resentimientos entre padres e hijos.

Claves para educar sin premios ni castigos

Quizá pienses que educar sin premios ni castigos es una misión imposible. ¿Cómo, entonces, vas a lograr dirigir o corregir la conducta de tus hijos? Lo que has de tener presente es que son seres humanos en desarrollo y no es tan relevante conseguir que te obedezcan como sí lo es sentar unas bases sólidas en su personalidad. Con esto en mente, te será más sencillo comprender y aplicar los principios que te contamos a continuación.

Educación en valores

Inculcar valores es uno de los mejores modos de predecir o dirigir el comportamiento infantil. Un niño empático no necesita de amenazas para tratar bien a los demás, así como si es generoso no necesitará que se le obligue a compartir. Cuando estos principios básicos se interiorizan, guían la conducta constantemente y desde el interior, sin la necesidad de intervención o coacción de los adultos. Por ello, cultiva el alma de tu hijo y deja que esta le guíe.

Explica y razona

¿Cuántas veces has recurrido a frases como “porque yo lo digo” o “porque no y punto”? Realmente, son maneras rápidas y sencillas de hacer obedecer a los niños, pero son tremendamente poco educativas. Por el contrario, razonar y explicar los motivos que nos llevan a pedirles ciertas cosas y a negarles otras requiere más tiempo y esfuerzo. Sin embargo, es mucho más efectivo a largo plazo.

Acostúmbrate a dialogar con tu hijo, a responder sus preguntas y a ofrecer argumentos. De este modo, es mucho más probable que se implique en el cumplimiento de lo que le indicas y que se sienta más satisfecho al hacerlo. Y es que si te tomas este tiempo extra, se sentirá respetado y tenido en consideración y se mostrará mucho más abierto y colaborativo.

Fomenta la motivación intrínseca

La mayoría de los padres son conscientes de que los castigos no son el mejor modo de educar, pero no tienen claro por qué el refuerzo positivo tampoco es una buena elección. ¿Qué hay de malo en ofrecerle un regalo a tu hijo si saca buenas notas? ¿Por qué es perjudicial comprarle unas gominolas si cumple con sus tareas del hogar? Precisamente, porque se anula la motivación intrínseca.

Este concepto hace referencia a la satisfacción personal que nos mueve a comportarnos de un modo determinado. Así, un niño puede terminar un proyecto por el mero hecho de sentirse orgulloso de sí mismo y de su trabajo. También, puede colaborar en casa por sentirse autónomo y valioso y puede decidir leer a diario porque le resulta agradable y placentero. Estos motivos son mucho más poderosos que los premios, ya sean materiales o inmateriales, que provienen desde el exterior.

Que los niños contribuyan con las tareas del hogar los ayuda a sentirse útiles y valiosos, sin la necesidad de hacerlo a cambio de un premio.

Responsabilidad y consecuencias

Por último, uno de los mejores modos para educar sin premios y castigos es hacerlo sobre la base de las consecuencias naturales. Esto es, apelar a lo que sucede naturalmente cuando actuamos de una determinada manera. Por ejemplo, si deseas que tu hijo recoja sus juguetes, no le amenaces con prohibirle ver la televisión si no lo hace. Lo mejor es explicarle que si los deja tirados, luego le resultará difícil encontrarlos, le costará andar por la habitación y es posible que alguien, al pasar, los pise sin querer y los rompa.

En este caso, las consecuencias no las proporcionan los adultos, como en el caso del castigo, sino el devenir natural de los acontecimientos. Además, se le permite al niño decidir tras explicarle lo que puede ocurrir. De ese modo, puede escoger si recoger o no sus juguetes sin que se lo repitamos, le insistamos o lo amenacemos. La exploración y la experimentación de las consecuencias le llevarán a tomar la mejor decisión.

Educar sin premios ni castigos es beneficioso para toda la familia

Optar por este tipo de prácticas educativas no solo es beneficioso para los niños, sino también para los padres, pues se deshacen de la necesidad de actuar con amenazas y sobornos a sus hijos. Bajo este prisma de crianza se logra un ambiente familiar mucho más distendido y positivo. Así, se genera un clima de amor y respeto compartido por todos los miembros de la familia. Por ello, no lo dudes y prueba con ponerlo en práctica. Si eres perseverante, verás grandes resultados.

Bibliografía

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  • Wernicke, C. G. (2009). Castigo y pedagogía. Cadernos Pestalozzi2(3). Disponible en https://www.holismo.org.ar/images/articulos/47%20CastigoPed.pdf
  • Ryan, R., & Deci, E. L. (2000). La Teoría de la Autodeterminación y la Facilitación de la Motivación Intrínseca, el Desarrollo Social, y el Bienestar. American Psychologist55(1), 68-78. Disponible en https://selfdeterminationtheory.org/SDT/documents/2000_RyanDeci_SpanishAmPsych.pdf
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