Educar jugando
La conveniencia de educar jugando ha tomado especial relevancia en el último tiempo, dados los beneficios atribuidos a las actividades lúdicas en el ámbito educativo. Jugar no es solamente una manera de divertirse; también permite desarrollar aptitudes fundamentales para el resto de la vida de un individuo.
El juego es una actividad muy a menudo subestimada por el común de la sociedad. Los padres suelen pensar que sus hijos “pierden el tiempo” cuando están afuera jugando con sus amigos. No hay nada más alejado de la realidad que esta concepción.
Beneficios del juego para los niños
Está comprobado que las actividades lúdicas son muy importantes para la formación de la personalidad, los valores y las destrezas de los pequeños. Por lo tanto, dedicar unas horas diarias al juego les ofrecerá los siguientes beneficios:
- Fomenta el trabajo en equipo y estimula las relaciones sociales: el juego requiere interacciones con los demás. Además, muchos juegos de equipo exigen elaborar estrategias y colaborar para un fin común.
- Posibilita el desarrollo físico: a través de los juegos, sobre todo aquellos al aire libre, los pequeños mejoran su capacidad física, sus destrezas y su coordinación, entre muchas otras aptitudes.
- Mejora la autoestima: sentirse incluido y valorado como participante de un juego hace que los niños tengan una mejor autoestima.
- Permite aprender: muchos juegos exigen ejercicios de lógica para llegar a las soluciones deseadas. Hasta los deportes ayudan a que los niños comprendan métodos, leyes físicas y el funcionamiento del cuerpo humano, entre otras cosas.
- Libera tensiones: aunque suene contradictorio, esta descompresión de cargas permite al niño rendir mejor en la escuela. Esto sucede sin importar el tiempo de estudio relegado para dedicarse a jugar; una clara señal de que, a veces, menos es más.
- Ejercita la disciplina: todo juego requiere que sus participantes sigan reglas.
¿Cómo educar jugando?
Otro de los beneficios de apelar al juego como método de enseñanza es que se consigue la colaboración del niño. En lugar de la transmisión de conocimiento vertical, es decir de un superior a un alumno, esta se produce de manera dinámica y en un ambiente de distensión.
En este contexto, los niños están más predispuestos. Por lo tanto, se muestran más abiertos, aplican más eficazmente la creatividad y no se sienten presionados por obtener resultados, más allá de la satisfacción de ganar o lograr el cometido.
En casa, el juego puede ayudar a establecer conductas positivas en los niños. Por ejemplo, puedes hacer una “inspección”, como si fueras una detective, para ver si se ha lavado bien los dientes o si ha ordenado su cuarto correctamente. Lógicamente, los logros deben tener alguna recompensa para motivar a la continuidad de esta metodología.
Educar jugando también puede ayudarte, entre muchas otras cosas, a que el niño se duche diariamente, a que se aliste rápido y sin reproches para ir al colegio o a que respete el espacio de sus hermanos. El secreto está en encontrarle el lado “competitivo” —contra sí mismo, no contra los demás— o lúdico a cada pedido que le hagas.
“En lugar de la transmisión de conocimiento vertical, al educar jugando esta se produce de manera dinámica y en un ambiente de distensión”
Tipos de juegos
Si estás de acuerdo con la idea de educar jugando, puedes escoger entre estos tipos de juegos para practicar con tus hijos.
Juegos de concentración
Este tipo de actividades ponen a prueba la capacidad de escucha de los infantes. Además, demandarán el uso de sus habilidades cognitivas como el raciocinio y la concentración.
Asimismo, con juegos como estos trabajarán también sus capacidades físicas y su imaginación. Sin dudas, excelentes formas de ejercitar aptitudes muy importantes.
Juegos de interior
Si el clima impide salir a jugar al patio, también existen algunas actividades para poner en práctica en casa o dentro del aula. Los juegos de interiores, al igual que los de concentración, plantean la necesidad de agudizar los sentidos y poner a trabajar la mente.
Además, muchos de ellos se juegan colectivamente, por lo que son ideales para fomentar valores como el trabajo en equipo. Si el niño posee hermanos, pasar una tarde de lluvia jugando servirá para fortalecer la unión entre ellos.
Juegos de educación física
Como su nombre y la propia disciplina lo indican, estos buscan mejorar y desarrollar las capacidades motrices de los niños. Sin embargo, esto no quita que sean excelentes formas de potenciar la unión entre compañeros, así como permiten mejorar la capacidad de crear estrategias.
Por otro lado, también son ideales para motivar a los niños a superar sus propios límites y a vencer el miedo. Aunque muchas veces sea relegada en la currícula, la educación física es igual de importante para el desarrollo integral de los niños. Sus beneficios, afirman los investigadores, van mucho más allá de la mera satisfacción del instinto de placer.
Juegos de rol
Si bien pueden parecer algo banales a simple vista, los juegos de rol son muy importantes en la niñez. Estos suponen la primera instancia —ficticia— en la que los infantes se enfrentan al mundo real y ocupan una posición en él.
Esto, como consecuencia, les hace asumir ciertas “responsabilidades” y establecer relaciones de diferentes tipos con los demás. Ya sea como doctor o como paciente, como alumno o como profesor, los niños se preparan para el lugar que les gustaría asumir de adultos.
En última instancia, estos juegos también son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y de la imaginación. Incluso cuando jueguen a ser piratas, algo que de seguro no serán de grandes, les servirá para mejorar en estos aspectos.
Finalmente, se puede concluir que las ventajas de educar jugando son muchas y no pueden ser obviadas. A la luz de los acontecimientos, subestimar la importancia de lo lúdico es casi una necedad; los niños deben y necesitan tener sus momentos de esparcimiento.
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