La disfagia o la dificultad para tragar en los niños

La disfagia es un síntoma molesto en los niños, que aparece con relativa frecuencia. No es exclusivo de una sola enfermedad, por lo que vamos a contarte qué implicancias tiene. ¡Descubre más!
La disfagia o la dificultad para tragar en los niños
Mariel Mendoza

Escrito y verificado por Mariel Mendoza.

Última actualización: 13 febrero, 2023

La disfagia es la dificultad para tragar y en el caso de los niños, suele ser un síntoma destacado en patologías frecuentes, como las infecciones respiratorias altas. No obstante, puede ser la manifestación de patologías más complejas.

El malestar puede desencadenarse en cualquier fase del proceso deglutorio, tanto al tragar alimentos sólidos como líquidos, e incluso la propia saliva. En los niños, la disfagia suele acompañarse de otros signos y síntomas, como salivación excesiva, respiración bucal o tos crónica.

Debido a que las causas de la disfagia son variadas, el tratamiento también lo es. Sigue leyendo y te contaremos más al respecto.

Algunas nociones sobre el mecanismo de la deglución

El proceso de la deglución involucra diversas estructuras corporales, como cavidades, músculos y nervios. Para llevarse a cabo correctamente, requiere de la coordinación de todas ellas y esto se logra gracias a la sincronización de algunas células que componen todos los órganos digestivos.

A los fines prácticos, podemos dividir el proceso de la deglución en tres fases:

  1. Oral: el alimento ingerido se prepara para ser deglutido en la boca. Se disgrega y se compacta (lo que forma el bolo alimentario) antes de ingresar a la faringe.
  2. Faríngea: el bolo alimenticio transcurre desde la boca hacia el esófago, sorteando el ingreso a la vía aérea por encima de la epiglotis.
  3. Esofágica: el alimento viaja a lo largo del esófago hacia el estómago, gracias a unas ondas de movimientos rítmicos que contraen los músculos de sus paredes.

De esta forma, podemos decir que la disfagia puede producirse por enfermedades que afecten la fase oral (como el paladar hendido), la fase faríngea (como una faringoamigdalitis o una enfermedad neuromuscular), la fase esofágica (como la acalasia) o por combinación de todas ellas (como en la parálisis cerebral). Según la fase de la deglución que esté afectada, será el plan de tratamiento más adecuado.



Síntomas asociados a la disfagia en los niños

Los niños con disfagia tienen dificultades y dolor al tragar, aunque también pueden manifestar otros síntomas.

Tal como hemos anticipado previamente, los niños que presentan dificultad y dolor al tragar, suelen manifestar algunos otros síntomas, como los siguientes:

  • Salivación o babeo excesivo.
  • Respiración bucal (boca abierta de forma preferencial).
  • Tos.
  • Irritabilidad y llanto.
  • Rechazo al alimento.
  • Salida de alimentos por la nariz durante la alimentación.
  • Regurgitaciones.
  • Vómitos.
  • Disfonía (cambios en la voz).

En los más pequeños, este cuadro puede derivar en algunas complicaciones agudas (como broncoaspiración e infecciones respiratorias bajas) o crónicas (como estancamiento en el crecimiento pondoestatural).

Causas de disfagia en los niños

Ciertamente, la disfagia en los lactantes y niños preescolares es difícil de distinguir de la odinofagia (dolor al tragar). Esta última está frecuentemente asociada con las infecciones respiratorias altas y también provoca dificultad para tragar. No obstante, la disfagia en los infantes puede deberse a patologías neurológicas y a algunas malformaciones congénitas y en los niños mayores, suele vincularse con problemas digestivos.

A continuación, compartiremos algunas de las causas más comunes de disfagia en la edad pediátrica:

  • Presencia de un cuerpo extraño en la faringe o en el esófago.
  • Infección respiratoria alta (faringitis, faringoamigdalitis, epiglotitis, estomatitis).
  • Absceso retrofaríngeo o periamigdalino. 
  • Ingestión de cáusticos.
  • Enfermedad por reflujo gastroesofágico o esofagitis.
  • Parálisis cerebral.
  • Malformaciones craneofaciales (paladar hendido o macroglosia)
  • Hipertrofia de amígdalas.
  • Enfermedades neuromusculares.
  • Prematuridad.
  • Atresia esofágica.
  • Compresión esofágica externa (secundaria a tumores o cardiomegalia).
  • Trastornos del espectro autista.
  • Traumatismo craneoencefálico grave.
Los niños con trastorno del espectro autista, trastornos craneofaciales y parálisis cerebral, tienen más probabilidades de desarrollar disfagia que sus pares sanos.

Cómo se diagnostica la disfagia

Para aclarar, el diagnóstico de la disfagia es primeramente clínico y por eso, es crucial iniciar con una buena anamnesis y con la exploración física completa del niño. Luego, pueden emplearse algunas pruebas complementarias a fin de identificar la causa y determinar la gravedad del síntoma. Entre ellas, mencionamos las de mayor relevancia:

  • Imágenes de tórax, cuello y abdomen (radiografías, tomografías o estudios contrastados, según el caso).
  • Tomografía de cráneo (en caso de traumatismos encefalocraneanos severos).
  • Endoscopia digestiva alta.
  • Manometría esofágica.
  • Laringoscopía.

El tratamiento de la disfagia en los niños depende de su causa

En general, el tratamiento de la disfagia en niños involucra distintas estrategias, como la rehabilitación postural, la terapia de modificación conductual, los cambios en los hábitos dietarios, la estimulación sensorial y los ejercicios de reforzamiento motor. La elección de cada uno de ellos dependerá de la causa primaria del problema y del estado general del niño.

Los niños con disfagia suelen manejar mejor los líquidos más espesos que los comunes y los alimentos blandos.

El tratamiento de la disfagia es individualizado y multidisciplinario, por lo que requiere de un equipo que involucra pediatras, otorrinolaringólogos, gastroenterólogos, neurólogos, logopedas y nutricionistas. Cuanto antes sea detectado, mejores resultados se podrán alcanzar, así que si tienes dudas sobre la salud de tu hijo, no dejes de conversarlo con su médico de cabecera en la próxima consulta.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.



Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.