¿Debo preocuparme del amigo imaginario?

¿Debo preocuparme del amigo imaginario?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 10 abril, 2020

El amigo imaginario es un personaje que no suele faltar en la infancia, casi todos los niños los tuvieron alguna vez y la mayoría lo encontró representado en sus propios juguetes desde una edad aproximada a los tres años. Este amiguito aparece justo cuando el pequeño comienza a desarrollar su habilidad lingüística, algo que le permite compartir sus emociones y expandir su experiencia.

Es bastante normal escuchar a los niños hablar con su amigo imaginario, una actividad que los expertos consideran bastante positiva para estimular su relación social y su autoestima. En muchos casos, este personaje también le trasmite seguridad, protección y confianza para desenvolverse.

No todo el tiempo es motivo de preocupación que nuestro pequeño disfrute de estas amistades, porque es algo que todos los adultos deberíamos conocer. Es además un indicativo de que el niño está poniendo a volar su imaginación y está en plena capacidad de crear conversaciones, lugares y actividades particulares.

Pese a que no se trata de un elemento negativo, es preferible que lo dejemos como una cosa de niños, sin estimularlo a que continúe haciéndolo o participar en las determinaciones de su imaginación. De igual manera, es recomendable no reprocharle, negarle o ridiculizar la presencia de su amigo irreal.

Aspectos positivos del amigo imaginario

En general la presencia de este compañero de fantasía es positiva pues estimula la creatividad del niño, lo ayuda a pensar de manera expresiva y emocional, al tiempo que le permite realizar sus propias demostraciones de afecto. También es ventajosa para apoyar la superación de miedos e inseguridades, pueda funciona como vehículo para exteriorizar sus emociones.

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En la mayoría de los casos, el niño no pasa de jugar y conversar con su amigo, es algo más común en los hijos únicos, quienes demandan con más puntualidad este tipo de compañía. Es un refuerzo positivo para que superen etapas que pueden ser traumáticas para ellos como ir a la guardería, dejar el pañal o cambiar la rutina.

El juego con este compañerito fantástico, permite al niño concebir lo que puede ser un punto de vista distinto, nuevas opciones de actuar y criterios de alcance social. Por lo tanto, es una figura que contribuye a mejorar las relaciones sociales, porque los hace un tanto más tolerantes a otra mentalidad.

¿Cuándo debemos comenzar a preocuparnos del amigo imaginario?

Los especialistas consideran que no hay de qué preocuparse y es solo ante ciertos indicios, que se puede producir alarma al respecto. A algunas madres les inquieta que su hijo pueda estar padeciendo algún trastorno porque no deja a su pequeño amigo ni a sol ni a sombra, está distraído y ha descuidado el resto de sus actividades.

Es conveniente estar atentas a elementos como la obsesión del niño con este amigo y a las conversaciones que tiene con este. Entre otros motivos de preocupación tenemos.

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  • El niño deja de jugar con sus amigos reales para quedarse con el irreal
  • Hemos escuchado que le cuenta experiencias que lo trauman, no solo cosas que sabemos que ha sufrido, si no cosas que con el tiempo vamos a descubrir que son traumáticas para él
  • Tiene miedo de jugar porque su amigo imaginario es agresivo o su personalidad es fuerte y negativa. En este caso el niño es afectado por un alto estrés, sufre ansiedad o es aquejado por problemas familiares o psicológicos.
  • Notamos que las respuestas del niño son fantasiosas, es decir, que no distingue los hechos reales de los imaginarios. en este particular, observamos que sin intención de engañar, propone frases especulativas y poco creíbles
  • Se enfoca en el pasamiento sin expresar palabras o si habla, lo hace sin que parezca haber respuesta; es decir, describe sus acciones o explica lo que está pensando sin interactuar con un falso amigo.
  • Descuida sus tareas para dedicar más tiempo a su juego imaginativo, esto es preocupante cuando afecta su rendimiento académico o causa cierto retraso con respecto a otros niños de su edad.

Esta etapa del desarrollo de los niños es conocida y aceptada medicamente, se le conoce como “edad del pensamiento mágico”, que aunque es normal que genere cierto temor; por lo general no constituye un síntoma de trastorno o enfermedad.

Al contrario, tiene muchos elementos positivos, que con la observación adecuada permite a los padres conocer mejor las emociones, gustos e intereses de sus pequeños. En todo caso, es preciso consultar un especialista cuando percibimos que se trata de una relación dañina, que causa incomodidad o es motivo de comportamiento negativo.

 


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