Si mi hijo hace más deberes, ¿tendrá un mejor rendimiento escolar? Si aumenta la cantidad de horas haciéndolos, ¿tendrá mejores calificaciones? Estas preguntas impulsaron las últimas investigaciones y debates donde se estudió la importancia del tiempo y la calidad del estudio en los deberes de los niños.
Se trata de un tópico controvertido. Pues mientras algunos investigadores abogan la implementación de esta disciplina, otros se oponen argumentando que los deberes sólo traen aparejados desventajas en la educación de los pequeños. Como vemos, el debate está servido y la comunidad educativa, dividida.
Deberes sí, deberes no; lo verdaderamente relevante son las horas diarias que se les dedican. Expertos en el tema afirman que es suficiente una hora de tareas al día y sin ayuda de los padres. Esta cifra incumbe a chicos de 13 años, ya que, a menor edad, corresponde menos tiempo de estudio al día.
No obstante, se recomienda introducir tareas desde los seis años, siempre y cuando resulten educativas, estimulantes y adecuadas para la edad y las necesidades de cada chico. Pero un aspecto permanece invariable: los niños deben hacerlos por sí mismos.
Dedicar 70 minutos diarios como máximo a los deberes
Muchos padres piensan que exigiendo hacer más ejercicios a sus hijos en casa, obtendrán mejores resultados en su educación. No hay nada más erróneo que esta idea, ya que se ha demostrado que a partir de los 90 minutos de estudio, cae el rendimiento escolar.
Por ello, se aconseja dedicar como máximo una hora diaria a las tareas de la escuela. Sin embargo esto depende de la edad del alumno; pues los niños de primaria (de 6 a 12 años) insumen menos tiempo. Al principio conviene realizar sólo un acercamiento para acostumbrarlos a la rutina e inculcarles el hábito.
Cuanto más tiempo le dedique a los deberes en casa, dispondrá de menos tiempo de calidad en clase. Incluso, el factor determinante para el éxito no es el tiempo que se invierte sino la calidad del mismo. Además, aquí cobra interés el modo en que el alumno se involucra en el proceso de aprendizaje.
No es llamativo si consideramos que los niños pasan muchas horas en el colegio y, al llegar a casa, deben hacer deberes. Algunos realizan también actividades extracurriculares. Entonces, ¿qué momento tienen para jugar?. Esto también es vital para su desarrollo, por lo que la diversión debería incluirse en sus tareas.
Cuándo y dónde, las claves para hacer los deberes
Lo ideal es crear un rincón de estudio apropiado para hacer deberes que se diferencie del resto de los espacios de la casa a fin de predisponer al niño a estudiar y facilitar su concentración.
Tiene que ser un ambiente tranquilo, con buena iluminación y prácticamente sin distracciones, pero fundamentalmente sin televisión, ordenador ni música. Lo ideal es que en él haya una mesa con útiles escolares, por ejemplo cuadernos y bolígrafos.
El momento de los deberes puede instaurarse de manera paulatina y natural a corta edad para construir el cimiento de sus futuros hábitos de estudio. Hay absoluta libertad para escogerlo, pero una vez elegido, se debe respetar.
Se recomienda que sea temprano, pues cuanto más tarde sea, el pequeño estará más cansado y tendrá menos ganas, por lo que le costará más y tendrá peores resultados.
Hacer los deberes sin ayuda de papá y mamá
¡Atención! Si sueles hacer los deberes de tu hijo, abandona esa actitud contraproducente. Mediante ellos el niño aprende a concentrarse y resuelve problemas escolares por sí solo, acudiendo a sus padres para disipar dudas. Recuerda: si realiza solo su tarea, obtendrá mejores resultados académicos.
No olvides que los deberes son una responsabilidad de los niños. Tu hijo debe saber cuáles son las tareas pendientes, cuándo vencen y cuánto tiempo insume completarlas para poder cumplir con su obligación y los plazos establecidos.
Sin embargo, algunos chicos suelen olvidarse de apuntar los deberes. Aquí es fundamental establecer consecuencias educativas. ¿En qué consiste? Explícale tu hijo qué sucederá si esto ocurre seguido. Es necesario que haya una comunión en la planificación de las obligaciones de los niños.
¿Qué puedo hacer entonces para colaborar con sus deberes?
Acompaña a tu pequeño mientras hace las tareas. Esto significa estar cerca de ellos pero no encima. Permítele realizar de manera independiente sus actividades, a fin de reconocer su autonomía e inteligencia. Esta actitud les enseña a gestionar responsabilidades y también fortalece su autoestima.
Permanece atento para ayudar si el niño se atasca en alguna consigna que no comprende. Para ello, puedes ofrecerle alguna pista que lo acerque a la solución o bien darle un respiro en caso de que esté estresado por la dificultad de los deberes. Un recreo para despejar la mente puede ser una buena salida.
Prepara una buena merienda. No es broma, pues la merienda puede convertirse en un rito preliminar. Los entendidos en el tema sugieren que, antes de estudiar y hacer los ejercicios, los niños coman y beban algo para que, transcurrida una hora, realicen sus tareas sintiendo que empieza otro momento.
Bibliografía
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