¿De qué depende el color de los ojos del bebé?

El color de los ojos del bebé siempre será una sorpresa para los padres, ya que, al nacer, suelen ser de un encantador color gris pero, en muchos casos, cambian con el tiempo.
¿De qué depende el color de los ojos del bebé?

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 04 febrero, 2019

Al nacer, lo primero en lo que se fija la madre es el color de los ojos del bebé, luego pasa a contar sus dedos, besar su rostro y abrazarlo con fuerza. Es el momento más emotivo para ella: cuando por fin descubre los rasgos físicos de su hijo e inicia junto a él una conexión inigualable.

El color de los ojos del bebé es algo que crea gran expectativa en los padres y, aunque los preferidos siempre son los azules o verdes, al nacer, la mayoría de los neonatos los tienen grises y,  al transcurrir el tiempo, se oscurecen hasta alcanzar su tonalidad definitiva ¿A qué se debe esto? ¿Por qué cambian de color?.

La carga genética aportada por los padres es la que se encargará de determinar cuál será el color definitivo de los ojos del bebé. En algunas ocasiones (poco comunes) suelen ser dominantes los genes de generaciones anteriores y la de los progenitores quedan rezagadas.

¿De qué depende el color de los ojos del bebé?

El iris es la parte con color en el ojo y la melanina es la sustancia responsable de pigmentarlo, así como también lo hace con la piel y el cabello. En el caso de los bebés, los melanocitos son todavía inmaduros y, a medida que el niño crece, estos se fortalecerán para cumplir con sus funciones.

Cuando el pequeño sea expuesto a la luz del sol, la actividad de los melanocitos en su cuerpo aumentará y con ello comenzará la pigmentación del iris hasta que este alcance su tono definitivo, esto en el plazo que comprende desde su nacimiento hasta los 6 meses de edad. En ese período es cuando se hará relevante la influencia de la herencia genética.

Bebé con los ojos grises mirando muy fijamente.

En algunos niños, el color de los ojos no será definitivo hasta pasados los dos años. El color de su piel y la herencia de parte de sus familiares ayudarán a tener una idea de cómo serán. Si el pequeño tiene la piel clara, será propenso a tener la pigmentación en verde, gris o azul; a los de tez más oscura se les asocia con el marrón o el negro.

Los genes

Por lo general, el color de los ojos de los niños depende de los genes de sus padres. El gen dominante posee una gran capacidad de manifestarse sobre el recesivo; no importa si viene de la madre o del padre, ya que ambos aportan la misma cantidad, es decir, un 50% cada uno.

En los ojos, los colores oscuros son los genes dominantes, por ende, los claros son los recesivos, y aunque estos últimos los tengan ambos padres, siempre marcará la diferencia el aporte hereditario que hacen los abuelos del niño. También se debe tomar en cuenta que el tono de la piel o la raza influirán en la coloración definitiva.

¿El color del cabello también se hereda?

Al igual que pasa con los ojos, el color del cabello va unido también con la genética. Si los padres lo tienen oscuro, es probable que el pequeño también lo tenga así, aunque, generalmente, nacen con un color más claro del que en realidad tendrán. Esto se debe a dos factores:

  • La melanina aún se encuentra inmadura. A medida que transcurra el tiempo, esta tendrá la capacidad de cambiar el color inicial, pudiéndolo oscurecer o aclarar, según sea el caso.
  • A medida que crece el bebé, las glándulas sebáceas aumentan la producción de grasa y esto oscurecerá la pigmentación del cabello.
    Bebé de ojos azules sonriendo.

Lo más importante de los ojos de nuestros pequeños es que estén sanos. Para ello, es indispensable mantenerlos protegidos y con buena higiene. Te recomendamos el uso del suero fisiológico y gasas estériles para limpiar residuos de legañas u otras sustancias que pudieran propiciar molestias e infecciones.

Para muchas familias, el color de los ojos del bebé, cabello y piel son muy importantes, ya que forma parte de la herencia familiar que los distinguirá de otras personas. Sin embargo, muchas veces la genética hace gala de sus mejores jugadas y transforma lo más obvio en un misterio.

La emoción por descubrir los rasgos del bebé, aunque al final no sean exactos a los que esperábamos, es una de las experiencias más lindas y divertidas que vivimos al convertirnos en padres. Ver en nuestros hijos algunas de nuestras características físicas o expresiones corporales es sencillamente maravilloso. 


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