Cómo cuidar a los adolescentes de los riesgos de las redes sociales, sin invadir su espacio
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Tu hijo necesita mayor privacidad conforme crece. Esto te asusta, pues los riesgos de la vida independiente están a la vuelta de la esquina y tú ya no puedes protegerle con la misma cercanía que antes. Entre otros asuntos, te preocupa el riesgo al que se expone cuando navega en el mundo digital. En este artículo, te contamos cómo cuidar a los adolescentes de los riesgos de las redes sociales, sin invadir su espacio.
Para los jóvenes, las redes son mucho más que un espacio de entretenimiento o un medio para interactuar con sus pares. En este sentido, a través de ellas desarrollan y reafirman su identidad. Cuando advertimos que el teléfono móvil se ha transformado en una extensión de su mano, es cuando nos surgen las dudas típicas: ¿Hasta qué punto debemos supervisar el uso que nuestros hijos les dan a esas plataformas? ¿Cuáles son los límites? ¿Cómo asegurarnos de que no están en riesgo sin irrumpir en su intimidad?
Adolescentes en las redes sociales, ¿de qué les protegemos?
Sabemos que el avance tecnológico ha traído enormes beneficios a la vida de los adolescentes y de la población en general. Sin embargo, los riesgos de estar online son un hecho relevante. Los grupos etarios más vulnerables a ser víctimas de algún delito informático son los niños y adolescentes. Puede sonar paradójico, pero los que mejor manejan las plataformas digitales pueden ser los más perjudicados. Deberíamos proteger a los usuarios más jóvenes de Tik Tok, de Twitter, de Instagram o de Twitch de los siguientes peligros:
- Ciberbullying.
- Grooming.
- Ciberadicción.
- Contenido altamente violento o perturbador.
- Fenómeno psicológico FOMO (Fear of missing out).
- Challenges peligrosos.
Cuidar sin exceso
Los riesgos de las redes sociales representan una amenaza contundente a la salud psíquica, emocional y física de los adolescentes. No obstante, prohibirles su uso no es opción en una realidad que tiene como protagonista al espacio digital. Recordemos además que no son todas malas noticias en una cultura influenciada por la tecnología. Por ejemplo, a través de ella interactuamos con personas a kilómetros de distancia, aprendemos, desarrollamos nuestra creatividad, hacemos amigos y ampliamos nuestra visión del mundo, entre otros beneficios.
Sabemos que la adolescencia refleja un momento bisagra y muy intenso. No olvidemos que hablamos de la etapa de exploración y descubrimiento. La necesidad de intimidad y espacio personal se presenta con fuerza y debemos respetarlo.
“La digitalidad ha supuesto importantes implicaciones para el desarrollo de la gestión de la identidad y la privacidad, con un impacto aún más evidente para los menores, quienes forman parte de una cultura que les insta a estar y participar online, tanto para redefinirse como para socializar”.
– María José Hernández Serrano –
En este sentido, vale la pena buscar el equilibrio para proteger a nuestros hijos de los riesgos de las redes sociales sin que eso implique invadir su privacidad ni excluirlos socialmente. Estamos frente a un desafío más que complejo: cuidar sin exceso. ¿Cómo lograr el punto intermedio? Te damos algunos consejos.
1. Conversar sobre los riesgos de las redes sociales
Es fundamental conocer y hablar de los riesgos de las redes sociales con nuestros hijos. No desde un discurso alarmante o amenazador, sino más bien desde el respeto y la advertencia. El objetivo de esta charla no es que le asustes ni que sienta que no puede contar contigo. Precisamente se trata de todo lo contrario, de concientizar acerca de los riesgos y generar confianza para que recurra a ti cuando perciba que algo anda mal.
2. Regular el uso de las redes sociales
Limitar el tiempo de uso de las redes sociales representa uno de los retos más significativos. Como medida preventiva es importante circunscribir un espacio y un período de tiempo limitado para estar activo en la esfera virtual. La utilización desmedida de las plataformas digitales puede producir trastornos del sueño, del comportamiento, ansiedad y aislamiento, entre otros efectos.
Fomentar el intercambio cara a cara con sus pares y la participación en actividades deportivas, recreativas y artísticas es una buena alternativa para evitar conductas compulsivas que puedan llegar a tener consecuencias graves.
3. Preguntar y escuchar a los jóvenes
El diálogo y la confianza son dos elementos imprescindibles a la hora de cuidar a nuestros hijos de los riesgos de las redes sociales. En este aspecto, es mejor generar un espacio seguro en el cual los jóvenes se sientan cómodos para expresar sus emociones. Por esto, resulta más funcional preguntar antes que suponer y escuchar antes que imponer. De lo contrario, cada vez se sentirán más desprotegidos y así se cerrarán más. Es importante asegurarnos de que no perciban la comunicación con nosotros como un evento estresante o riesgoso.
4. Estar atento a las señales de peligro e involucrarse cuando sea necesario
Puede ocurrir que notemos ciertos comportamientos extraños que nos hagan pensar que pasa algo malo. Por ejemplo, puede ser una señal de alarma si advertimos alguna de estas conductas:
- Presenta un estado anímico inestable sin motivo aparente.
- No se comunica como antes.
- Expresa que no quiere ir al colegio de forma repentina.
- Presenta una preocupación excesiva y evidente mientras utiliza algún aparato tecnológico.
Frente a claros indicios de que algo ocurre, es necesario involucrarnos de inmediato. Antes de revisar sus dispositivos sin su consentimiento debemos acercarnos a él y explicarle que puede confiar en nosotros. En este aspecto, es fundamental que no sienta que le juzgamos.
Los riesgos de las redes sociales se combaten con confianza
El camino más acertado para resguardar a los adolescentes sin que eso implique quebrantar su espacio íntimo, se alcanza a partir de la confianza y la comunicación. En definitiva, se trata de no caer en ninguno de los extremos. Debemos evitar tanto la supervisión extrema como la falta de ella. Hay que ir de menos a más, conforme requiere la situación específica. Establecer un vínculo respetuoso y cercano con nuestros hijos derivará indirectamente en tener cierto conocimiento sobre sus vidas. Esto no es desde la vigilancia o la interrogación punzante, sino más bien desde el cuidado saludable y proporcional.
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