El mundo de los adultos es mucho más complejo que el de los niños. Alberga múltiples preocupaciones, matices de sentimientos y problemas interpersonales que no parece muy adecuado contarles a los más pequeños. Ellos tienen poca o nula capacidad para influir, cambiar o ayudar en este tipo de situaciones. Sin embargo, estar al corriente de ellas sí puede generarles malestar. Entonces, ¿por qué contarles la verdad a los niños?
Lo anterior es lo que suelen pensar aquellos padres y madres que optan por no compartir con sus hijos cuándo están tristes o preocupados, cuándo han tenido un problema en el trabajo o cuándo se han peleado con una amistad. No obstante, permítenos explicarte por qué decirles la verdad a los niños suele ser lo más conveniente.
¿Por qué contarles la verdad a los niños?
Son sumamente perceptivos
Generalmente, tendemos a ocultarles información a los niños y a omitir ciertos aspectos del día a día con el objetivo de no preocuparles. Todos los padres y madres desean que sus hijos crezcan felices y tranquilos y no ven motivos para trasladarles ciertos asuntos que están fuera de su control. Sin embargo, los niños son sumamente perceptivos y captan con facilidad las emociones de los adultos.
Probablemente, aunque no le cuentes a tu hijo lo que ocurre, él se dará cuenta de que algo no anda bien. Seguramente percibirá el ambiente tenso y cargado, o las expresiones de tristeza o disgusto que se intentan ocultar.
Paradójicamente, no contar con información puede llevarle a imaginar distintos escenarios incluso peores que la realidad. Y, en muchos casos, puede llegar a la conclusión de que es culpa suya que sus padres no estén bien. La incertidumbre puede ser más perjudicial que la verdad.
Es la mejor forma de crear un vínculo de confianza
Uno de los mayores objetivos de los progenitores es lograr establecer una relación de confianza con sus hijos, conseguir que estos se abran y compartan sus deseos, miedos e inquietudes. Sin embargo, las relaciones son bidireccionales y no podemos pedir lo que no ofrecemos.
Al no contarles la verdad a los niños, les estamos dejando al margen, estamos creando un muro entre ellos y nosotros. Por el contrario, si les hacemos partícipes de nuestras propias emociones y vivencias es más probable que ellos hagan lo mismo con nosotros.
Fomenta el sentimiento de pertenencia
Idealmente, las familias han de funcionar como un equipo en el que sus miembros se apoyan entre sí. Tantos las alegrías como las penas o las preocupaciones son compartidas y, de este modo, se aligera la carga emocional que suponen.
La escucha, la comprensión y la colaboración son algunos de los pilares que dan forma al sistema familiar, aquellos que nos permiten sentir que formamos parte de un grupo en el que podemos apoyarnos y del que somos parte esencial. Ocultarles la verdad a los menores impide que desarrollen este tipo de lazos emocionales y este sentimiento de equipo.
¿Cómo contarles la verdad a los niños?
A pesar de que, por lo general, contarles la verdad a los niños es lo más conveniente, no podemos hacerlo de cualquier forma. Existen sucesos dolorosos como la enfermedad de un hermano, las discusiones entre los padres o los problemas económicos que deben ser abordados con tacto. Para ello, algunas pautas importantes son las siguientes:
- Es imprescindible adecuar el lenguaje a la edad del niño para que logre comprender el mensaje. No es igual la explicación que podemos darle a un infante que a un adolescente.
- No es necesario entrar en detalles, basta con ofrecer la información más relevante. Por ejemplo, es positivo explicarle a un niño que estamos tristes porque hemos discutido con su padre o con su madre, pero no tiene por qué conocer los detalles pormenorizados de esa conversación.
- El mensaje ha de restar carga de responsabilidad a los pequeños. Es decir, que conozcan lo que ocurre no implica que sea su labor resolverlo. Es importante asegurarles que nosotros, como adultos, nos ocuparemos de hacer lo que sea necesario.
En definitiva, la honestidad suele ser una mejor política que el ocultamiento. Aunque pensemos que los menores no serán capaces de comprender la información, hemos de intentar adecuarla a ellos y transmitírsela. Esto sentará unas bases de sinceridad, confianza y apertura emocional que probablemente ellos continuarán en el futuro hacia nosotros.
Bibliografía
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