Cómo conseguir que tu hijo sea un buen competidor
Es normal que en muchas familias se fomente la competencia, la sociedad parece que lo exige cada día. Pero para fomentarla hay que ser conscientes de que es necesario que sea una competencia sana y que la competencia tóxica no tenga cabida ni en la vida de los padres ni en la de los niños.
A veces los niños dejan de divertirse en cosas que les gustan y que disfrutan porque piensan que deben competir para ser los mejores y satisfacer así el deseo de sus padres. Gran error, se debe pensar en el buen competidor.
La competencia es cuando las personas quieren alcanzar algo que va más allá de lo que pensaban que eran capaces de hacer. Pero en una buena competencia no se trata de ganar y de quedar por encima de los demás (algo que sí ocurre en la competencia tóxica), sino que se trata de mejorarnos a nosotros mismos. Un gran competidor gana y pierde de igual modo. Un mal competidor gana y pierde poco.
La competencia puede ser beneficioso
Los seres humanos somos criaturas sociales por lo tanto, necesitamos a otras personas para crear nuestros equipos y para inspirarnos en esforzarnos más y mejorar nuestro rendimiento.
La exposición a los demás proporciona un buen contexto para ayudar a comprendernos mejor a nosotros mismos y también a los demás.
Los buenos competidores entienden que un buen rendimiento y el dominio de una habilidad no consiste en ser mejor que los demás a toda costa, no sucede en el momento, pero sí con el tiempo.
Cuando el niño no tiene una relación sana con la competencia
Un niño que es un mal competidor solo querrá ganar, no le importará disfrutar de lo que está haciendo, solo querrá quedar por encima de los demás. Esto muestra un narcisismo y una falta de respeto por las demás personas.
Cuando un niño odia a otra persona u otras personas solo porque son los oponentes, también es una señal clara de que no tiene una relación sana con la competencia.
Cómo ayudar a un hijo a ser un buen competidor
Remarcar el esfuerzo
Cuando un niño pierde no se le debe recriminar ni decirle que lo ha hecho mal, se debe remarcar su esfuerzo y que ha hecho lo que ha podido.
Pero para que sienta esperanza será necesario preguntarle qué puede hacer para mejorar y que la próxima vez obtenga mejores resultados, así podrá pensar qué es exactamente lo que debe hacer para sentirse mejor consigo mismo, sin importar los resultados pero para poder mejorar su marca personal.
No importa ganar o perder
Es necesario transmitir el mensaje a los niños que no se trata de ganar o de perder, si no que lo que importa es cómo se juega al juego. Se trata de examinar las lecciones que se aprenden y qué se debe hacer para mejorar uno mismo.
Los niños necesitan aliento y motivación, además de darse cuenta que pueden cometer errores sin que nadie les juzgue, porque es un proceso natural en cualquier aprendizaje. De esta manera el niño podrá disfrutar de la actividad que esté realizando de forma plena porque no sentirá presión por si lo hace bien o si lo hace mal.
Aprender de uno mismo es la clave
Un buen competidor no recuerda que está en una competición, solo quiere disfrutar del momento y mejorar su marca personal. Cuando el niño ha logrado un buen dominio se podrá introducir la competencia porque cuando se supera a otras personas en algo, es sin duda una competencia.
Pero la mejor competición siempre será la que se tiene con uno mismo.
Cuando los niños se equivocan es necesario que los padres respondan a esto de una forma relajada y sin prejuicios.
Es necesario sentir curiosidad y animar a los niños a que exploren las opciones que puede hacer para volver a enfrentarse a los obstáculos, ver todas las opciones que tiene para poder hacer y conseguir buenos resultados. Puedes hablar en voz alta sobre las cosas que podría haber hecho de otra manera como sugerencia, pero nunca como prejuicios.
Y por supuesto, se necesitará ser un buen ejemplo de competidor sano para que los niños puedan moldear la conducta de sus padres.
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