Cómo ayudar a tus hijos a entender el sentido de la justicia

Para los niños, el concepto de lo justo y lo injusto va cambiando a medida que crecen. Pero la guía de los padres siempre será necesaria para facilitarles la tarea.
Cómo ayudar a tus hijos a entender el sentido de la justicia
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 03 agosto, 2020

Todo padre y madre ha escuchado en innumerables ocasiones a sus hijos afirmar que “¡esto no es justo!”. Ya sea porque a uno de sus hermanos se le ha concedido un privilegio que a ellos no, porque hemos aplicado un castigo o consecuencia por su mala conducta o simplemente porque le hemos sacado de la bañera antes de lo que él deseaba.

Pero, para comprender sus reclamos, antes hemos de entender cómo se desarrolla el sentido de la justicia en los niños.

La familia tiene un papel esencial en la educación moral y en valores de los pequeños. Se ha demostrado que esta se produce a través de la socialización, de la interacción con otros seres humanos. De este modo, los pequeños van comprendiendo las normas sociales y desarrollando una noción de lo que es justo e injusto. Entonces, ¿cómo podemos facilitarles la tarea?

El sentido de la justicia en los niños

En función de la etapa vital en la que se encuentren nuestros hijos, su concepto de justicia será diferente. Importantes autores como Piaget y Kohlberg realizaron interesantes aportaciones a la comprensión de este proceso.

Hermanos enfrentadnos de espalda debido a que no entienden todavía el sentido de la justicia.

Primer estadio

Por ejemplo, hasta los cuatro años de edad, los niños no tienen una concepción real de la moralidad. Para ellos, todo aquello que les agrada o les apetece es justo, mientras que todo lo que les disgusta o no desean es injusto.

Por ello, es común que el niño afirme que no es justo obligarle a irse del parque cuando se lo está pasando tan bien, o que es injusto tener que quitarse el disfraz de pirata para ponerse el uniforme del colegio.

Ellos aún no comprenden las convenciones sociales ni pueden inferir la necesidad de aquello que les pedimos que hagan. Es la imposibilidad de ser ellos mismos, de satisfacer sus deseos inmediatos para someterse a lo que otros dictan lo que asocian con injusticia.

Segundo estadio (realismo moral)

Más adelante, aproximadamente de los cinco a los ocho años, los pequeños entran en la etapa del realismo moral. En este momento, entienden que las normas son algo impuesto externamente por figuras de autoridad como los padres, los profesores o Dios.

Asumen que las reglas son absolutas y el fallo en seguirlas debe ser siempre castigado, independientemente de la intención que se tenía al transgredirlas. Por ello, podemos encontrar niños pidiendo que su hermano pequeño sea castigado por haber derramado el zumo en su camiseta, aunque haya sido sin querer.

Tercer estadio (relativismo moral)

Finalmente, a partir de los nueves años, los niños comprenden que las reglas son acuerdos entre personas y que es un acto voluntario adherirse a ellas para garantizar un bien común. De igual manera, comienzan a tener en cuenta las intenciones de las personas tanto como los resultados de sus actos. Y entienden que las normas pueden flexibilizarse y cuestionarse.

Claves para ayudar a los niños a entender el sentido de la justicia

Todos los menores pasarán a lo largo de este proceso durante su desarrollo, aunque el ritmo personal de cada niño puede variar. Sin embargo, dada la importancia de la socialización en el desarrollo moral, las actuaciones que se lleven a cabo en el hogar ayudarán o entorpecerán al pequeño en la comprensión del sentido de la justicia. ¿Cómo podemos ayudarles?

Madre hablando con su hijo para intentar modificar su actitud terca.
  • Aunque sean pequeños y sintamos que no pueden comprender del todo bien los razonamientos, tratemos siempre de explicarles el porqué de las normas que imponemos. No tiene que irse a dormir “porque lo dicen papá o mamá”, sino porque necesita descansar para ir al colegio a la mañana siguiente.
  • Establezcamos turnos (por ejemplo, para poner la mesa) y asignemos responsabilidades equitativas a todos los miembros del hogar. Así, los pequeños comprenderán de un modo natural que seguir las normas y colaborar nos beneficia a todos, y es algo que hacemos por el bien común.
  • Permitamos que cuestionen las normas, que desarrollen un pensamiento crítico y expresen su opinión. Escuchemos sus argumentos, expliquemos y negociemos con ellos en lugar de imponer.

Recordemos que, como padres, nuestro objetivo no es hacer que nuestros hijos obedezcan, sino que interioricen unos valores y los sigan por convicción. Para ello, la mejor herramienta con la que contamos es nuestro ejemplo y unas relaciones familiares sanas en las que primen el respeto y la confianza.


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  • Hersh, R. H., Reimer, J., & Paolitto, D. P. (1984). El crecimiento moral: de Piaget a Kohlberg (Vol. 34). Narcea Ediciones.
  • Vásquez, A. E. D., & Ricapa, E. (2010). Relación entre los tipos de familia y el nivel de juicio moral en un grupo de estudiantes universitarios. Revista de investigación en psicología13(2), 153-174.

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