La formación académica es fundamental para el desarrollo integral de los seres humanos. Aprovechar los años de estudio no solo ayudará a tus hijos a acceder a mejores puestos laborales en el futuro, sino que los nutrirá a nivel personal. En esta etapa se desarrollan valores como la responsabilidad, la planificación y la perseverancia y es ahí en donde debemos enfocarnos si los niños sacan malas notas.
En definitiva, todos sabemos que el sistema educativo no es el más justo y adecuado. Un número en un papel no refleja de forma fidedigna las capacidades del menor ni el empeño que ha puesto durante el curso lectivo. No obstante, puede servirnos como orientación para tomar decisiones de cara al futuro. Entonces, ¿cómo actuar ante unas bajas calificaciones? Te lo mostramos a continuación.
¿Por qué los niños sacan malas notas?
Es importante tener en mente que existen diversos factores que pueden afectar el rendimiento académico, tales como dificultades de aprendizaje; problemas a nivel personal, familiar o social; malos hábitos de estudio o tendencia a la procrastinación, entre otros. Como ves, las bajas calificaciones no siempre son el resultado de la pereza y del poco esfuerzo. Además, aunque así fuera, esto sería producto de una ausencia de motivación que no es únicamente responsabilidad del niño.
Los padres y los profesores han de implicarse para que los alumnos logren desarrollar todo su potencial. Así, cuando tu hijo te entregue sus calificaciones y estas no sean tan buenas como cabría esperar, trata de mantener una perspectiva amplia. Los gritos, los castigos desmedidos y las humillaciones no son formas apropiadas de abordar el problema. Por ello, te proponemos algunas alternativas que pueden resultaros de utilidad.
¿Cómo actuar cuando los niños sacan malas notas?
Si no sabes cómo responder ante esta situación, a continuación te mostramos algunas de las pautas que puedes implementar.
1. Mantener la calma
El trabajo de los niños es estudiar y cumplir con sus compromisos académicos. Por ello, ante unas bajas calificaciones, el primer impulso de los padres puede ser sentirse enfadados, indignados o decepcionados. No obstante, perder los nervios no es la mejor solución. Gritar a los niños, etiquetarlos como vagos o humillarlos solo creará una brecha entre vosotros y también puede causar heridas emocionales.
Por el contrario, si mantienes la calma y te abres a dialogar y analizar las causas junto con tu hijo, podréis llegar a importantes conclusiones que os ayudarán a revertir la situación de cara al futuro. Es más relevante poner solución que enfrascarse en conflictos interminables.
2. Reconocer y reforzar los aspectos positivos
No olvides reconocer y valorar aquellas materias en las que el niño haya obtenido buenos resultados. Con frecuencia, los fallos opacan los logros y estos son pasados por alto, pero no debería ser así. Si tu hijo ha suspendido lengua, pero ha sobresalido en matemáticas, no restes mérito a esta hazaña. Es una buena oportunidad para contribuir a construir en el menor una autoestima positiva que le ayudará a afrontar aquellas materias que le suponen un mayor reto.
3. Identificar posibles problemas subyacentes
Algunos niños tienen dificultades de aprendizaje que requieren de intervención profesional. Si existen sospechas al respecto, es fundamental buscar ayuda a fin de clarificar la situación y de obtener una orientación.
Además, las dificultades familiares, los conflictos con los compañeros o los profesores e incluso el grado de inteligencia emocional de los niños pueden impedirles rendir adecuadamente en la escuela. Es posible que tu hijo esté atravesando por una situación difícil de la que aún no tengas conocimiento o que hayas pasado por alto. No pierdas la oportunidad de indagar al respecto.
4. Mejorar los hábitos de estudio y establecer una buena planificación
Estudiar no consiste simplemente en sentarse en una silla a leer un libro. Los hábitos y las técnicas de estudio son fundamentales para el buen aprovechamiento del tiempo y de los recursos cognitivos. Asegúrate de implementar buenas costumbres en este sentido y de enseñarle a tu hijo a planificar, a organizar el tiempo de aprendizaje y a emplear los métodos adecuados.
5. Premiar el esfuerzo en lugar del resultado
Las notas escolares llegan unas escasas tres veces al año, pero el trabajo verdaderamente importante se realiza a diario. ¿Tu hijo estudia y cumple con los deberes que se le encargan? Esto es en lo que debes fijarte y lo que has de potenciar, sin esperar a ver un número en un papel.
Motiva a tu hijo a esforzarse cada día para cumplir pequeñas metas y celebra su dedicación cotidiana. De este modo, restas presión a su experiencia y le ofreces una retroalimentación diaria que puede ser muy positiva.
6. Castigos y consecuencias
¿Qué hay de los castigos?, ¿son apropiados y recomendables? La respuesta depende del estilo educativo que implementa cada familia. Por lo general, resulta más eficaz y saludable basarse en las consecuencias naturales. Esto es, si tu hijo ha suspendido varias asignaturas, tendrá que estudiar durante el verano para sus exámenes de recuperación y, naturalmente, esto le restará tiempo de diversión. No es necesario prohibirle los videojuegos para que experimente estas consecuencias.
Sin embargo, si van a aplicarse castigos, estos han de ser proporcionales y basarse en los privilegios y no en las necesidades básicas. Es decir, puedes reducir las horas que permites que tu hijo vea la televisión, pero no has de restringir otras actividades beneficiosas como las deportivas o las culturales, ni impedirle que mantenga el contacto social con sus amistades. Recuerda que el objetivo no es hacerlo sufrir o pagar por su error, sino ayudarle a ser más responsable.
Cuando los niños sacan malas notas hemos de implicarles en la búsqueda de soluciones
Si tu hijo ha obtenido malas notas, trata de identificar las dificultades que puede tener y céntrate en buscar soluciones de manera conjunta. No las busques y las impongas de manera unidireccional. En cambio, se recomienda hacer partícipe al pequeño en la toma de decisiones, ya que, de este modo, se implicará en mayor medida y se evitarán las fricciones entre ambos.
Bibliografía
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- Buenrostro, A.E., Valadez, M.D., Soltero, R., Nava, G., Zambrano, R. y García, A. (2011). Inteligencia emocional y rendimiento académico en adolescentes. Revista de Educación y Desarrollo, 20, 29-37.
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