7 claves para saber cómo actuar cuando tu hijo tiene ira
Un momento muy temido para los padres, a lo largo de la crianza de sus hijos, es el «berrinche». Se trata de esos ataques de enojo y angustia que pueden aparecer en cualquier momento: cuando le decimos que no a algo; cuando tiene sueño, pero no quiere irse a dormir aún; o en medio del supermercado. A veces, parece que la situación te va a superar, pero existen algunas claves para actuar cuando tu hijo tiene ira. A continuación, te contamos algunas de ellas.
Sobre la ira de los hijos y la propia
Es importante empezar a mirar con buenos ojos a la ira, ya que es una emoción esperable y sana. Lo que se recomienda hacer es preguntarse por lo que sucede, en lugar de enojarte con el niño. Es necesario reconocer que tiene una dificultad para expresarse y gestionar sus emociones y que tú eres su compañero en esta aventura de aprender a controlarse.
Cuando son más pequeños, a veces no pueden entender qué es lo que les pasa. Por eso, ¡mucho menos sabrán cómo resolverlo! Por supuesto, nadie puede negar que a veces es difícil no colapsar. Detrás de la crianza hay un sinfín de responsabilidades y obligaciones: el hogar, el trabajo y la familia, entre otras.
Cuando eso sucede, trata de no juzgarte, pero sí de preguntarte qué te impidió frenarte antes. Intenta ejercitar el autoconocimiento y explorar tus estados emocionales internos. De esta manera, también sabrás qué es lo que te perturba y así será más sencillo que puedas pensar en una solución o en una estrategia de afrontamiento más adecuada.
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Descubre estas claves para actuar cuando tu hijo tiene ira
A continuación, te contamos algunas claves para tener en cuenta si tu hijo está enfadado o tiene ira.
1. Empieza por calmarte a ti mismo
Recuerda que, como adulto, eres el principal ejemplo del niño. Por eso, es mejor que respires e intentes hablar con tranquilidad. También, puedes aprovechar eso que sientes como una oportunidad para enseñarle a tu hijo. Por ejemplo, puedes contarle que estás enfadado o que sientes que tu rostro empieza a ponerse colorado. De esta manera, a través de tus emociones, puedes ayudarlo a identificar las suyas.
2. Practica técnicas de relajación con tu hijo
Una de las técnicas de relajación más frecuentes es la respiración. Pero también pueden elegir alguna en función de lo que a tu hijo le haga bien. Por ejemplo, cuando está enojado, puede ponerse a cantar una canción y evitar cerrar la puerta de un golpe o de dar una mala contestación.
3. Enseña a tu hijo a identificar las situaciones que lo enojan
Puedes ayudar al pequeño a reconocer aquellas señales que anticipan lo que se viene si no se frena antes. Por ejemplo, si sabe que sentir hambre lo pone de mal humor, puedes aconsejarle que no pase tantas horas sin comer.
4. Ayúdalo a encontrar soluciones
Es importante ayudar a los niños a pensar en cómo resolver de otro modo la situación de enojo. Ten en cuenta el siguiente ejemplo: tu hijo está enojado porque no puede quedarse a dormir en la casa de su abuela. ¿Cómo puedes actuar al respecto?
- Valida lo que siente: «entiendo que quieras quedarte, porque es muy divertido jugar con la abuela».
- Explícale el porqué: «ella tiene un cumpleaños de su amiga esta noche».
- Piense juntos una solución: «¿qué te parece si esta noche hacemos función de cine en casa y le dices a la abuela que te invite otro día?».
5. Emplea cuentos u otros recursos educativos
Por ejemplo, a través de los relatos, los niños pueden identificarse con ciertos personajes y empatizar con ellos. De esta manera, se ponen en la piel del protagonista de la historia y reflexionan sobre lo mal que puede sentirse otra persona cuando es maltratada.
6. Pregúntale qué necesita
Ponerte a disposición del niño es fundamental. Por ejemplo, puedes hacerle estas preguntas: ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Qué te haría sentir mejor? Además, un abrazo o tomarlo de la mano puede ayudarlo a restablecer la calma de a poco y a sentirse seguro.
7. Evita hacerle burlas
Imitar su llanto o emplear frases peyorativas como «pareces un bebé» es perjudicial para el pequeño. También, debes evitar las frases de amenaza del tipo «si sigues llorando, no te querré más».
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Evita idealizar y demonizar las emociones
En nuestra sociedad, existen ciertos prejuicios sobre las emociones. La alegría es esperada y aplaudida, mientras que se le huye a la tristeza o a la ira. Sin embargo, las emociones tienen un aspecto adaptativo en la vida de las personas. Las mismas sirven como herramientas para ayudar a procesar situaciones, permitir el autoconocimiento y prepararse para dar una respuesta ante determinados eventos.
Ponerte una venda sobre los ojos para evitar sentir ciertas emociones, te impide conectar con todo tu ser e incluso con tus seres queridos. Te lleva a negar lo que sientes que, aun cuando lo evites, acabará pro presentarse en otro lado, como el «invitado no esperado». Recuerda que el estilo educativo que apliques con tus hijos también influye en el modo en que ellos ven y viven su vida.
Piensa lo mismo en relación con tus hijos: intenta educarlos desde la diversidad emocional, desde el complejo y contradictorio abanico de emociones: estar bien y mal al mismo tiempo, sentir felicidad por otros, pero también sentirse «poca cosa». Debemos aceptar que existen emociones que nos hacen bien y mal y transmitirle lo mismo a los pequeños. Esto ayudará a desarrollar una inteligencia emocional más saludable y fuerte. ¡No temas!
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