¿Qué actividades ayudan a tu hijo a controlar las emociones?

¿Qué actividades ayudan a tu hijo a controlar las emociones?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 02 marzo, 2020

La mayoría de los niños aprenden habilidades de autocontrol entre las edades de 2 y 5 años, pero a veces los niños mayores continuan luchando con la impulsividad. Reconocer sus sentimientos y tener momentos de esparcimiento y concentración resultan actividades que ayudan a tu hijo a controlar las emociones.


Una de las claves para el desarrollo de control de los impulsos es reconocer la diferencia entre los sentimientos y las acciones, aconseja un artículo que se afinca en consejos extraídos de la página Education.com.

En ese mismo artículo se reseña que a menudo, los niños pequeños tienen problemas para regular sus emociones y los sentimientos conducen a comportamientos negativos antes de que pueda pensar en ellos.

Por lo cual es conveniente que ayudes a tu niño a aprender a identificar sus sentimientos de enojo o frustración clasificándolos para él. Justamente, Scholastic.com recomienda validar los sentimientos de tu hijo y luego modelar una forma más adecuada de expresarlos.

Por ejemplo, “No golpees a mamá. Golpear lastima. Veo que estás enojado, pero no puedes responder de esta manera”. Esto le permite saber que está bien tener esos sentimientos, pero no siempre se puede actuar sobre ellos de una manera agresiva.

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Actividades para controlar las emociones

Ejercitar y moverse aumenta los niveles de dopamina, norepinefrina y serotonina en el cerebro, según Scholastic.com. Estas hormonas pueden ayudar a mejorar el enfoque y la atención, así como la concentración, mientras producen la disminución de la hiperactividad y la impulsividad.

Por su parte, Education.com enumera la acción inhibidora, o la posibilidad de esperar que algo empiece, como una habilidad esencial en el aprendizaje del auto-control. Jugar algunos juegos activos con tu hijo pueden ayudarlo a aprender acerca del control de los impulsos mientras se divierten.

Los juegos como la luz roja, luz verde o Simón dice lo animan a escuchar con atención, seguir instrucciones y controlar su cuerpo, deteniendo sus movimientos en un momento dado.

Otro juego que practica estas habilidades es un juego de “danza congelada”: puedes reproducir música y pedirle que baile por la habitación, pero tan pronto como la música se detenga, tiene que congelarse (quedarse quieto).

Las habilidades de funcionamiento ejecutivo de un niño son su capacidad de pensar, planear, resolver problemas y ejecutar tareas, de acuerdo con Scholastic.com. Ayudar a tu niño a desarrollar las capacidades de funcionamiento ejecutivo pueden ayudarle a dejar de actuar reactivamente y empezar a pensar en sus acciones un poco más, reseña el artículo.

Una forma de hacerlo es jugar a juegos de memoria. La memoria a corto plazo está vinculada a la mejora del control del impulso, ya que la carga cognitiva de la corteza frontal se ilumina por lo que es más capaz de manejar la impulsividad.

Practicar artes marciales, gimnasia, meditación, yoga o natación también pueden ser actividades que ayuden a tu hijo a controlar sus emociones, puesto que los enseñan a respirar correctamente y a concentarse.

Los niños de primaria mayores también son capaces de establecer y trabajar hacia las metas. Ayudar a tu hijo a hacer esto mejorará su funcionamiento ejecutivo y la construcción de auto-control.

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Regulación de las emociones

La autorregulación emocional, que comienza sobre los 4 años de edad, es una de las tareas evolutivas más complejas a las que todos nos enfrentamos durante nuestro desarrollo madurativo, con mayor o menor éxito.

El psicólogo Mark Greenberg ha demostrado a lo largo de una investigación desarrollada con niños durante más de 30 años que cuando se les enseñan habilidades para calmarse, se les explica cómo identificar sus sentimientos y cómo hablar adecuadamente sobre ellos, mejoran de un modo natural sus habilidades para relacionarse con los demás y también, sus habilidades académicas.

Otros grandes eruditos como Antonio Damasio, sostienen que la emoción afecta a las funciones estrictamente cognitivas como la percepción, la memoria y la atención. Queda pues demostrado algo fundamental, que emoción y cognición no son procesos independientes sino que están íntimamente relacionados.

Por lo tanto, tu hijo será mucho más inteligente y estará mejor adaptado si conoce sus emociones y sabe cómo manejarlas constructivamente.

Cuando un niño aprende a identificar sus sentimientos y a aceptarlos revertirá positivamente en su seguridad psicológica y su autoestima. Sentirá algo muy, muy valioso, que él es el “dueño de sus sentimientos”.

Para ello, para poder ayudarle en este proceso, somos nosotros los adultos los responsables de ofrecerles una ayuda constructiva y los que nos vemos confrontados con nuestras limitaciones en esta difícil tarea.

No lo haremos adecuadamente si no empezamos por aceptar nuestras emociones negativas intensas que originan tensiones y también las aprendemos a manejar sin rechazarlas.


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