5 mitos sobre alimentación infantil
A lo largo de la historia han ido surgiendo, y en algunos casos asentándose, ciertos mitos en torno a la alimentación, y más concretamente sobre mitos sobre la alimentación infantil. Muchos de estos falsos mitos han conseguido condicionar nuestras elecciones a la hora de elegir qué alimentos consumir frente a otros.
Pero no solo eso, sino que también han conseguido influirnos a la hora de decidir cómo o cuándo debemos consumirlos. Porque, ¿quién no ha escuchado alguna vez el dicho: “Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”?
A su vez, hemos podido ver cómo algunos de estos mitos nos han empujado al rechazo de ciertos grupos de alimentos y han favorecido el consumo de otros. Como ejemplos claros tenemos los clásicos: “el pan engorda” o “una copita de vino al día es saludable”.
¿Cómo podemos saber si estos mitos sobre alimentación son reales?
Lo cierto es que desmitificar algunos alimentos no es tarea fácil. Los mitos están fuertemente arraigados en la sociedad; algunos se han transmitido de generación en generación como si de fábulas se tratasen.
Como si con esto no llegase, además, se suma otro factor que desde hace pocos años ha facilitado la difusión de estos mitos: Internet. Con el nacimiento y evolución de internet y las redes sociales, la manera de informarnos ha cambiado.
Vivimos en una época en la que todo lo que queremos saber lo encontramos a golpe de “clic”. Parece maravilloso, ¿verdad?, pero el problema reside en que no toda la información que circula por la red es veraz. Por ese motivo, a continuación desmontaremos 5 mitos sobre alimentación infantil.
Mitos sobre alimentación infantil
1. El desayuno es la comida más importante del día
Lo cierto es que esta afirmación es falsa. El desayuno no es más importante que cualquier otra comida del día. De hecho, si lo que les vamos a ofrecer son galletas, zumos o lácteos azucarados, es incluso preferible que no desayunen.
No os preocupéis porque vayan al cole con el estómago vacío; tendrán tiempo de abrir el apetito para tomar una merienda saludable durante el recreo.
2. Los niños no deben comer huevos porque tienen colesterol
Es cierto que los huevos contienen una cantidad considerable de colesterol, pero este apenas influye en el contenido de colesterol circulante en sangre.
Muchas veces, el problema no es el huevo, sino la forma de preparación o los alimentos con los que se acompañan. El efecto en la salud no es igual si consumimos una ensalada con huevo cocido o unos huevos fritos con patatas y bacon. En el contexto de una alimentación saludable podríamos ofrecerles huevos cada día.
3. Pueden comer bollería y snacks insanos porque lo queman jugando
La dieta de los niños nunca debería incluir alimentos ultraprocesados como bollería, galletas, patatas fritas u otros snacks.
Aunque esas kilocalorías extra las puedan “quemar” jugando, realmente estaremos dándoles alimentos cuya ingesta se relacionan con multitud de enfermedades crónicas, como diabetes mellitus tipo ll, hipertensión o enfermedades cardiovasculares.
Otros mitos sobre alimentación infantil
4. Tienen que acabarse todo lo que hay en el plato
Una de las cosas que más preocupa a una madre o a un padre es que su hijo no coma bien y, por ende, no crezca sano y fuerte. Ese miedo puede llevar a que, en ocasiones, se fuerce a los niños a comer más de lo que necesitan.
Es importante tener en cuenta que tenemos mecanismos innatos de autorregulación de la ingesta y señales de saciedad. Por eso, no debemos vulnerar estas señales cuando nuestros hijos nos indican que están saciados.
5. En un restaurante tiene que comer menú infantil
Lo cierto es que los menús que se les ofrece a los niños en los restaurantes suelen ser poco o nada recomendables. ¿Qué os viene a la mente al pensar en el menú infantil? A mí lo primero que se me ocurre es el típico san jacobo con patatas fritas y natillas de chocolate de postre. Seguro que vuestra idea no dista mucho de la mía.
Mientras que a los adultos nos ofrecen una amplia variedad de alimentos preparados de distintas formas, más o menos saludables, a los niños les ofrecen alimentos procesados de mala calidad.
Normalmente, estos menús siempre constan de algún tipo de carne procesada (salchichas, hamburguesas, san jacobos…), patatas fritas, salsas comerciales, refrescos o zumos, y postres azucarados.
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