Las emociones juegan un papel muy importante en el aprendizaje de los niños. Enseñarles a manejar sus emociones de forma adecuada mejora sus estados de ánimo y favorecen el aprendizaje.
Seguro que, en algún momento, dependiendo de tu estado de ánimo, has estado más o menos predispuesto para realizar las tareas pendientes, ponerte a realizar cualquier actividad, etc. Esto mismo pasa con la predisposición de los niños para aprender.
¿Es tan importante el estado de ánimo para favorecer el aprendizaje? Pues sí y, si sigues leyendo, podrás averiguar cuáles son los que lo favorecen y debes potenciar.
¿Por qué los estados de ánimo favorecen el aprendizaje?
La capacidad para aprender la tienen todos los niños, aunque algunos tengan más facilidad de hacerlo que otros, sobre todo debido a dos cosas:
- El estado de ánimo o emocional con el que aprende el pequeño.
- La necesidad de aprender.
¿Qué quiere decir esto? Que los niños tienen que sentir la necesidad de aprender y, para favorecer este aprendizaje, es necesario que los padres potencien esos estados que lo ayudan en la asimilación de la nueva información que adquieren.
Estados de ánimo que favorecen el aprendizaje
Alegría
El cerebro del niño o de cualquier persona adulta aprende de forma más eficaz y mejor si los pensamientos que tiene son positivos. Estos pensamientos se dan cuando una persona está alegre y contenta.
La alegría hace que el niño esté atento y receptivo a todo lo que ocurre a su alrededor. Por eso, el proceso de adquisición de la información será mucho más eficaz debido a su predisposición. Por el contrario, el miedo y la tristeza paralizan y bloquean, lo que dificulta el proceso a la hora de aprender.
La satisfacción de trabajar en equipo
Cuando los niños realizan un trabajo cooperativo en el que participan con otros niños, los anima y, además, mejora su autoestima y su capacidad para aprender.
Curiosidad
Como padres, hay que fomentar siempre la curiosidad de los hijos. ¿Cómo se puede hacer? Creando contextos de aprendizaje en los que su curiosidad juegue un papel importante.
El motor del aprendizaje es, precisamente, la curiosidad o inquietud por aprender. Cuando un niño no tiene interés por aprender, será muy difícil que aprenda. Por eso, es necesario que motivarlo para que esté interesado por aprender.
Sorpresa
Seguro que alguna vez te ha pasado y que aquello que te sorprendió no lo has olvidado y, además, lo recuerdas con mucha más claridad que aquellas cosas que no te sorprendieron.
Lo inesperado, los imprevisto, la sorpresa…, hacen que los niños estén expectantes y mantengan su atención hacia los estímulos que están recibiendo. La sorpresa es una forma de mantenerlos alerta y que toda la información que reciban se asiente en su memoria de forma eficaz.
Seguridad
Cuando un niño tiene un contexto y un entorno seguros, puede desprender todas sus habilidades y recursos de forma más cómoda y estar mucho más receptivo. Sin embargo, un niño que está cohibido y no se siente a gusto o tiene miedo, no se va a expresar de forma libre ni se va a mostrar abierto a la información que le llega.
Estados de ánimo que no favorecen el aprendizaje
Lo mismo que hay estados emocionales que ayudan a los niños a mejorar su aprendizaje, también los hay que hacen todo lo contrario. Las siguientes emociones son una dificultad añadida para que los niños aprendan.
Aburrimiento
Un niño aburrido no tiene gana ni interés por aprender, además, no suele prestar atención a lo que se le dice. Por eso, esta emoción va a dificultar un correcto aprendizaje del pequeño.
Frustración
La frustración es una mala compañera del aprendizaje. Cuando un niño se frustra porque hay algo que no le sale y no se le apoya o se le intenta comprender, acabará aburrido y dejando la tarea. De esta manera, habrá momentos en los que ni lo intente, lo que repercutirá negativamente en su aprendizaje.
Miedo
El miedo, como ya hemos dicho anteriormente, bloquea y hace que la persona no esté receptiva a la información que recibe.
Desgana
Si un niño no tiene interés y se muestra desganado, es poco probable que aprenda. Es necesario que sienta la curiosidad y la motivación para poder aprender.
En definitiva, ya has visto qué emociones van a contribuir a una buena adquisición de conocimientos. Ahora, lo que debes hacer, como padre, es fomentar esos estados de ánimo que favorecen el aprendizaje en tu hijo.
Enséñale a pensar de forma positiva, a combatir sus miedos y a estimular su creatividad, pues esto aumentará su curiosidad. Así, estarás mejorando su capacidad de aprender y, progresivamente, irá mejorando en su rendimiento escolar.