¿Se puede tocar el cielo al sonreír?

La maternidad nos regala grandes momentos que llenan nuestro corazón de felicidad. Pero nada supera la sensación de ver a un hijo sonreír y saber que todo el esfuerzo valió la pena.
¿Se puede tocar el cielo al sonreír?
Elena Sanz Martín

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 02 mayo, 2020

Definitivamente sí se puede tocar el cielo al sonreír. La satisfacción hace mella en el alma de la madre, que se eleva hasta lo más alto cada vez que escucha a sus hijos reír. Cuando ellos sonríen, ella siente que ha logrado algo importante. Ha podido traer nueva vida a este mundo para que sea feliz.

Siente que todo lo que ha hecho ha dado resultados. Así no lo piense con estas mismas palabras, ni en este orden, en el momento en que una madre inspira hondo y exhala mientras sonríe ante su hijo, la misión está cumplida.

No hay nada en el universo entero que pueda darle tantísima felicidad a una mamá como la sonrisa de sus hijos. Porque cuando un hijo le sonríe, se iluminan sus esperanzas e ilusiones. Al mismo tiempo se le borra todo rastro de tristeza. En ese momento se esfuman los temores, desaparecen dudas y la incertidumbre no tiene lugar donde anidar. Llegó a donde tenía que llegar.

 

La sonrisa de un hijo colma hasta el infinito

No en vano se afirma que la felicidad es el único objetivo que los padres persiguen cuando se trata de un hijo. Científicamente se ha comprobado que incluso cuando una madre mira una fotografía en la cual se muestra a su(s) hijo(s) sonriendo, varias áreas cerebrales se muestran más activas, especialmente aquellas relacionadas con la dopamina. Al sonreír un hijo, una madre toca el cielo.

Sí, solo con sonreír…

Cuando un hijo sonríe una madre no puede hacer otra cosa más que mirar esa sonrisa y disfrutarla. Instantáneamente los procesos bioquímicos que se liberan en este momento placentero la suspenden. Todo se alivia porque, por un instante, los pensamientos se detienen y lo único que siente es satisfacción.

Al sonreír un hijo, una madre puede:

  • Corresponder a la sonrisa (empatía)
  • Reír a carcajadas (euforia)
  • Llorar (liberar estrés)

Probablemente, cuando la ocasión es muy emotiva, a mamá se le venga a la mente la ”película completa”. Es decir, una serie de recuerdos –casi en orden cronológico– de lo que ha sido su vida como mamá y los resultados que ha ido obteniendo. Para ella, los logros del hijo, su alegría, su salud y bienestar son la prueba de que hizo bien al decidir ser madre.

A su mente acudirán también todas las veces en que pensó que no podría con esta compleja misión de ser mamá. Aquellas noches llorando sin saber qué hacer, dudosa. Esos “¿estaré haciendo lo correcto?” y todos aquellos momentos en los que sintió culpa por diversos motivos. Al final, casi no podrá creer que lo haya conseguido.

¡Pues sí, lo lograste mamá!

A sonreír un hijo, una madre es capaz de ver superados todos sus temores e inquietudes. Incluso todos esos momentos difíciles que parecían infranqueables e imposibles de sortear con éxito aquí están, superados.

Desde pequeños sus sonrisas ya tienen un gran poder

La sonrisa de un hijo nos dice que hicimos bien nuestro trabajo. Que el sacrificio guiado por este amor incondicional finalmende dio los frutos más dulces.

La mejor remembranza será el crecimiento de su hijo y su propia entereza. El fruto de tanto esfuerzo que finalmente llegó y se convirtió en su mayor fortaleza para afrontar cada situación. La manera en que cada error se convirtió en una enseñanza, el más valioso de los aprendizajes.

Por último, una madre verá en esa sonrisa lo más valioso de su vida, lo que realmente importa. Ese irrefrenable deseo de transitar este camino felices y contentos, viviendo cada minuto como si fuera el último: intensamente, a todo dar.

Tocar el cielo

Cuando un hijo sonríe, una mamá toca el cielo. Porque con una sonrisa el pasado compartido se materializa en ese hermoso presente. Eso infunde mucho ánimo para el futuro. Ella toca el cielo porque se siente plena de aliento de vida.

La sonrisa de un hijo nos da a entender que el futuro será prometedor. Motiva mucho. Tanto así que más allá de la curva facial que podemos percibir con la vista, nos damos cuenta de que sí es válido tener confianza y seguir adelante. Nos sentimos amadas, apreciadas, valoradas, contentas. El tiempo, como mencionamos anteriormente, ciertamente parece detenerse.

Tocar el cielo con una sonrisa, sí es posible después de todo. La sonrisa de un hijo es la mejor vitamina para el ama de una madre.


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