Sin dudas, el descubrimiento de la radiografía fue uno de los hitos más importantes de la historia. A partir de 1895, las ciencias médicas adoptaron esta novedosa técnica para complementar la información clínica y arribar a diagnósticos impensados. Si bien fue un simple mortal quien tuvo una revelación la noche del 8 de noviembre de 1985, muchos científicos de su época también aportaron lo suyo.
El caso es que hoy, casi 126 años más tarde, contamos con este recurso casi en la palma de nuestras manos cada vez que lo necesitamos. Y como todo avance científico, nunca es malo en sí mismo. Depende de nosotros, los humanos, convertirlo en algo grandioso o en una completa pesadilla.
“No había revelado nada a nadie sobre mi trabajo. Le dije a mi mujer que estaba haciendo algo que haría que la gente, cuando se enterara, dijera: ‘Röntgen ha perdido la cabeza’”.
-Wilhelm Conrad Roentgen, enero 1896-
¿Qué beneficios le ofrecen las radiografías a los niños?
Al igual que cualquier otro estudio de imágenes, las radiografías nos permiten conocer aspectos del organismo de los niños que no podemos ver a simple vista.
En la sala de emergencias, una radiografía nos ayuda a confirmar el diagnóstico de una fractura, la presencia de un cuerpo extraño en la vía aérea o definir que un dolor abdominal requiere un tratamiento quirúrgico.
En otras áreas y disciplinas médicas, los rayos X han aportado un sinfín de beneficios y de eso podemos estar seguros. Además, son estudios rápidos, económicos, disponibles en la gran mayoría de los centros asistenciales y que, en general, no requieren procedimientos de sedación o anestesia.
No obstante, es importante hacer un uso racional y responsable de las radiografías a fin de obtener el máximo provecho de ellas, al menor costo posible.
¿Cuáles son los riesgos asociados a las radiografías en los niños?
Los niños no son adultos en tamaño pequeño, sino que se diferencian de estos en varios aspectos.
En primer lugar, se encuentran en constante crecimiento y maduración de todos sus órganos y tejidos. Esto los hace más propensos a desarrollar ciertas patologías cuando están expuestos a estímulos nocivos, sobre todo de forma sostenida en el tiempo. En este sentido, cualquier tóxico o radiación del ambiente puede provocar daños más severos sobre un organismo en desarrollo que sobre uno adulto.
En segundo lugar, a menor tamaño, menor es la dosis necesaria para que una sustancia potencialmente dañina provoque alguna toxicidad. Si nos enfocamos sobre las radiaciones, una dosis de rayos X calculada para una radiografía de un adulto puede ser muy perjudicial para el cuerpo de un niño.
Finalmente, en los niños es necesario considerar dos conceptos fundamentales:
- La latencia del daño producido por la radiación: esto es, la posibilidad de manifestar patologías luego de 20 o 30 años de haber estado expuesto.
- El daño acumulativo a lo largo de la vida: los pequeños tienen muchos años por delante y probablemente, sumen mucha más radiación en el camino.
De esta forma, los expertos en radiología consideran que los niños son especialmente radiosensibles. Por este motivo, es necesario ser extremadamente cautos a la hora de solicitar una radiografía o un estudio similar y hacerlo únicamente cuando el beneficio supere al riesgo.
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Riesgo de cáncer a largo plazo
Al día de hoy existe cierta controversia al respecto. Sin embargo, se ha demostrado un ligero aumento del riesgo de cáncer a futuro con tan solo una única exposición a radiación ionizante durante la infancia.
De todos modos, esta estimación se obtiene a partir de cálculos matemáticos a gran escala. No significa que si le hacemos una radiografía a un niño en sus primeros años de vida, necesariamente desarrolle una enfermedad maligna.
Estrategias para reducir el riesgo de radiación en niños
En primer lugar y más allá de las recomendaciones de los expertos, los pediatras debemos tener presente que la reducción del riesgo de radiación médica en los niños es responsabilidad nuestra.
En este sentido, es necesario limitar las indicaciones de radiografías a aquellos casos en los que estas nos permitan obtener una respuesta rápida, útil y sencilla para resolver un interrogante clínico puntual.
La American College of Radiology Appropriateness Criteria sugiere seguir el acrónimo ALARA como guía práctica de uso de las radiaciones con fines médicos. Esta regla es As Low As Reasonably Achievable, que significa ‘a un nivel tan bajo como sea posible’.
Por su parte, la Food and Drug Administration de los Estados Unidos estableció en 2017 un reglamento para la fabricación y utilización de dispositivos o adaptadores de los equipos de rayos para uso exclusivo de los pacientes pediátricos.
Algunas de las normativas indican que los equipos deben ser diseñados y testeados para este fin. Así mismo, deben especificar en sus etiquetas si son aptas para el uso de bebés, niños o adolescentes, según los parámetros de peso, altura o edad.
Las radiografías son estudios seguros para los niños
Luego de más de un siglo de desarrollo y puesta a punto de esta técnica, podemos decir que las radiografías son un estudio seguro para niños. Siempre y cuando se cuente con el equipamiento adecuado y los profesionales especializados, los beneficios pueden superar a los riesgos.
Además, al ser un estudio rápido, indoloro y no invasivo resulta una buena opción para su uso en niños. No obstante, tal como hemos remarcado, debe reservarse para aquellos casos que lo justifiquen.
Bibliografía
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