«No sabes la responsabilidad enorme que asumiste hasta que no la tienes en frente». «Debes ser consciente, pero si lo piensas demasiado, acabas por echarte atrás». Estas son algunas de las experiencias de quienes son padres. Pues claro, la crianza no es una tarea sencilla. Y si bien tiene sus costados más agradables, también implica temores. A continuación, podrás encontrar cuáles son las preocupaciones más comunes en los padres y recomendaciones para gestionarlas.
¿Cuáles son las preocupaciones más comunes como padres?
Algunas de las preocupaciones más comunes en los padres son las siguientes:
- Rendimiento académico de su hijo: que se adapte al ritmo escolar, que pueda aprender a cumplir con sus obligaciones y que hacer la tarea no sea «una lucha» diaria.
- Grupo de amistades: los amigos son un pilar clave en la vida de las personas. Estas pueden ser una buena influencia como no serlo. Especialmente en la adolescencia, etapa crucial en la que los jóvenes se distancian temporalmente de sus padres, el grupo de pares cobra gran importancia. De allí que pueda resultarte inquietante que tu hijo encuentre un refugio seguro.
- Autoestima y bienestar: es una preocupación vinculada con que el hijo se sienta seguro, que pueda tomar decisiones, que se sienta merecedor de que le sucedan cosas buenas y que sea capaz de dedicar esfuerzo para alcanzar sus logros. Por supuesto, aquí también podría incluirse la preocupación por la salud: es decir, que no tenga que atravesar ninguna enfermedad, o bien, que tenga una buena recuperación.
- Intereses y motivación: este punto se refiere a que los padres suelen inquietarse por el hecho de que su hijo se sienta atraído por alguna actividad. Es eso que muchos relacionan con la vocación o con «algo que les apasione».
- Valores: la preocupación se refiere a que el chico sea una buena persona, que se guíe por valores positivos en la vida y que se comporte de manera solidaria y responsable con la sociedad.
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Cómo manejar las preocupaciones que sientes como padre
En lugar de preocuparse, hay que ocuparse. Es decir, pasar de los pensamientos a la acción. A continuación, te brindamos algunas recomendaciones para afrontar las preocupaciones comunes de los padres.
Conversa con tu hijo
Sé parte de su vida, implícate en sus actividades, escúchale y pregúntale por ellas. No te quedes a la espera de que te lo cuente de manera espontánea. En ocasiones, los chicos creen que sus padres están ocupados o tienen «asuntos más importantes». Solo así podrás conocer quién es tu hijo y cuáles son sus intereses. Por ejemplo, si te preocupan sus amistades, permite que el menor las invite a casa. De esta manera, podrás saber quiénes son y cómo van las cosas.
Pide ayuda ante los cambios de comportamiento que te resulten llamativos
La crianza no viene con un manual bajo el brazo. Es necesario asumir que, como padre, no siempre tendrás todas las respuestas. Más vale conversar con la familia o pedir ayuda profesional cuando sientas que algo se te escapa de las manos. Además, sé un ejemplo. Mucho de lo que los chicos hacen y repiten en sus relaciones y en su vida es lo que ven en casa. Por eso, es bueno recordar que tu conducta es una fuente de aprendizaje.
Evita las comparaciones entre hijos
Cada niño es singular y necesita distintas cosas de sus padres. No te atormentes por pensar que lo que antes funcionaba con uno, ya no funciona con el otro. Es lógico que sea así. Procura conocer a tu hijo para poder reforzar en aquellos aspectos en donde precisa más ayuda.
Confía
Es entendible que sientas preocupación, pero también es necesario que le des a tu hijo la confianza y la autonomía que necesita para crecer. Además, así podrá resolver por sí mismo las diferentes situaciones que le toque vivir. Esto le ayudará a sentirse validado y capaz. Tal como lo demuestra un estudio, existe una relación entre la performance o actuación académica y el apoyo que un hijo percibe de sus padres.
Aprende a elegir qué consejos son útiles y cuáles no
Sobre la crianza existe todo un universo de consejos, guías y tips. Muchos de ellos son valiosos y otros son experiencias personales combinadas con emociones y subjetividad. Por eso, cuando compartas las preocupaciones que sientes como padre, es importante que hagas un filtro y elijas qué te sirve escuchar y con qué no te sientes cómodo. Cada quien tiene derecho a andar su propio camino.
La preocupación y el estrés se «contagian»
Las exigencias del mundo actual traen como consecuencias que los adultos se sienten bajo presión. Así, si la preocupación te domina, es posible que se genere un «efecto dominó» y que influya en la relación con tu hijo. Quizás actúes desde el miedo, el control, la sobreprotección o la exigencia. En este sentido, es recomendable que procures darte un espacio de relajación y autocuidado, y que te tomes tiempo para pensar antes de actuar y tomar decisiones.
Para que las preocupaciones y el estrés disminuyan, puedes realizar acciones simples y concretas, como respirar, salir a caminar o escuchar música. Los chicos son susceptibles a nuestro estado de ánimo. De allí la importancia de aprender a autorregularse.
Por eso, es muy importante que puedas dialogar con tu hijo y con el otro progenitor para revisar tus propias creencias. Por ejemplo, qué tipo de educación quieres, cuáles miedos son «reales» y cuáles están asociados con historias propias, entre otras preguntas. Aquello que crees respecto de la crianza y las expectativas en tus hijos a veces tiene una mayor influencia que sobre lo que ocurre en la realidad.
Bibliografía
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