En Japón se utiliza un enfoque único en la crianza de sus hijos, ya que dan a los niños un cuidado comparándolos con una planta que requiere de nutrición, entrenamiento y poda para que crezca adecuadamente.
El momento del desarrollo de ciertas habilidades en los niños, depende de la importancia que la cultura pone en esa habilidad. Por lo tanto, en Japón, donde cosas como la empatía y la restricción de la exhibición de las emociones se valoran, se puede esperar que los niños desarrollen estas costumbres desde temprana edad.
Veamos entonces algunas características propias de la crianza de los padres japoneses.
Enseñanza con dependencia en los niños
Las técnicas japonesas de crianza de los hijos se basan fundamentalmente en las nociones de la dependencia de los hijos con la madre. Desde el nacimiento, las madres establecen un vínculo íntimo con sus bebés y continúan reforzando esa conexión durante toda la infancia.
Como se señala en un artículo titulado “Disciplina en la Primera Infancia”, un examen multicultural de las prácticas de crianza infantil publicado por la Asociación de Kansas para la Infancia y la Salud Mental de la Primera Infancia, los padres japoneses tradicionalmente manejan las tareas y responsabilidades de los niños (vestirse, bañarse, hacer la mesa, etc) incluso en la adolescencia. Opuesto a enseñar a los niños a ser autónomos e independientes.
El desarrollo de esta cercanía extrema es preferible a la modelización, la negociación y las técnicas disciplinarias cuando se trata de criar a los niños con valores sociales y morales en Japón.
Es tradición para las madres japonesas confiar en el vínculo íntimo que han establecido con sus hijos en lugar de castigo u otros métodos enérgicos para persuadir y obligar a los niños a comportarse adecuadamente.
El Rol de las madres japonesas
Las madres japonesas determinan la educación, pasatiempos e incluso las trayectorias profesionales que sus hijos desarrollarán y perseguirán. A partir de esa técnica de crianza, los niños japoneses aprenden a obedecer diligentemente y depender de la orientación y dirección de sus padres.
El papel de mamá es ser extremadamente cuidadosa y selectiva al tomar decisiones exclusivas sobre dónde van los niños, qué van a comer, a qué actividades se dedican y qué van a usar.
Cosas como niñeras, noches de cine lejos del bebé o viajes de fin de semana solo para mamá y papá no son comunes y no es bien aceptado en la cultura japonesa.
La importancia de enseñar empatía
Considerar cómo las propias acciones impactan en otros es crucial para mantener una de las cosas más valiosas en Japón: la armonía de grupo. Esto hace que la empatía sea el núcleo de la cultura japonesa, y para ninguna sorpresa, el núcleo de la crianza japonesa.
Mientras que los padres occidentales suelen exigir el cumplimiento de sus hijos (por ejemplo, mediante el uso de órdenes verbales y el castigo), las madres japonesas son conocidas por enseñar constantemente a sus hijos cómo sus acciones afectan los sentimientos de los demás, o incluso los sentimientos de los animales u objetos.
Los niños japoneses desde temprana edad, empiezan a absorber la importancia de considerar a los demás antes de actuar.
Disciplina infantil en Japón: los padres transmiten sus valores a sus hijos
Los padres proporcionan a los niños una supervisión e instrucción cercanas, guiando su desarrollo con el fin de establecer rutinas y patrones de comportamiento. Sin embargo, esta guía de los padres poco a poco se vuelve menos necesaria a medida que los niños sean capaces de manejar patrones de comportamiento y rutinas por sí mismos.
Japón es visto como una cultura estricta, que lleva a muchos papás extranjeros a pensar que los padres japoneses aplican un conjunto de reglas demasiado estrictas. No obstante, no siempre es así. Mientras que los padres occidentales están más centrados en el cumplimiento de las normas y en imponer castigos, los padres japoneses tienden a establecer más reglas y no confiar tanto en el castigo.
Obediencia y cooperación van de la mano
En Japón, los niños son parte de pequeños grupos (deportivos, culturales, clubes en la escuela o fuera de esta), que hacen hincapié en la importancia de la cooperación y la armonía.
La presión social de estos grupos actúa como agentes normativos, exigiendo indirectamente el cumplimiento, y enseñando a los niños el comportamiento y obediencia apropiados.
Bibliografía
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