Piel con piel con el recién nacido
El vínculo entre una madre y su hijo comienza, sin duda alguna, desde el vientre materno y se solidifica con el contacto piel con piel con el recién nacido. En la primera reunión física, justo en ese instante después del alumbramiento, es cuando el roce entre sus pieles crea un nexo de por vida que traerá muchos beneficios para ambos.
Entre estas ventajas, se encuentra el hecho de que les brindará calidez y favorecerá la lactancia materna en los primeros meses. Dicha interacción busca potenciar el vínculo existente entre el recién nacido y la madre, dándole el bienestar emocional que tanto necesita el pequeño y que es de suma importancia para su desarrollo.
La conexión del momento se complementa, además, con la lactancia y la comodidad que le brinda al bebé el calor de la temperatura corporal de su mamá.
Aún cuando este primer contacto se lleva a cabo justo después de su nacimiento, no se limita a la sala de parto; el roce piel con piel con el recién nacido es un método que puede utilizarse tanto por el padre como la madre. Además, se recomienda practicarlo de forma continua, ya que no solo tiene beneficios inmediatos, sino también a largo plazo.
Cuándo practicar el contacto piel con piel con el recién nacido
Una vez que el bebé se encuentre estable y preparado fisiológicamente, se lo puede llevar de la incubadora a los brazos de su madre con el apoyo del personal de enfermería. El fin es que ella le proporcione el calor que necesita, al estar piel con piel con el recién nacido.
No hay límite de tiempo para el contacto piel a piel si las condiciones clínicas del infante permiten su permanencia en el pecho de su madre. Sin embargo, se recomienda que este sea de al menos una hora, con el fin de que el bebé pueda estabilizarse física y emocionalmente.
De igual manera, es de suma importancia que los progenitores estén sentados o acostados durante el encuentro, con el pecho desnudo y portando ropa cómoda que le permita al neonato deslizarse para tener contacto con su piel. El bebé solo debe vestir su pañal y ha de ser sostenido con el antebrazo en posición vertical; puede ser cubierto con una manta, de ser necesario.
Así pues, este roce directo entre la piel del recién nacido y la de su madre será fundamental para la regulación de la temperatura del bebé. Además, ofrecerá un gran número de beneficios para ambos.
Esta práctica puede ser realizada también por el padre o hermanos mayores, quienes además de proporcionarle el calor que el bebé necesita, afianzarán sus vínculos con este.
“Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre”
—Gabriel García Márquez—
Beneficios para el bebé
Los bebés que al nacer son colocados sobre su madre piel con piel comienzan una lactancia adecuada en menos tiempo. En esta posición, pueden buscar el pecho fácilmente de forma instintiva e iniciar una succión efectiva y espontánea mucho antes.
Este hecho es muy importante, ya que la leche materna tiene múltiples beneficios para el bebé. Entre ellos, la capacidad de nutrir y brindar protección contra infecciones.
Este contacto físico regula de igual manera la temperatura del recién nacido, pues la piel de la madre se torna más cálida como respuesta a su presencia. Asimismo, el bebé recibe una estimulación sensorial proveniente de las palabras y caricias que le brindan.
Importancia para el descanso de la madre e hijo
El reposo del niño sobre el regazo de su madre permite controlar su llanto y disminuye sus niveles de cortisol, una hormona relacionada con el estrés. El cortisol se neutraliza cuando percibe la sensación de seguridad que necesita al momento de relajarse y descansar.
La seguridad y tranquilidad que emana estar piel con piel favorece mucho el sueño y el descanso, pero no solo para el recién nacido. La calma que él transmite al relajarse permitirá, a su vez, disminuir el estrés de la madre e incrementará su confianza acerca de la maternidad.
De este modo, estar piel con piel con el recién nacido se convierte en un intercambio natural e indispensable de todos los padres para crear cercanía con su bebé, además de transmitirle bienestar y protección.
La transición del vientre materno al mundo exterior puede estar lleno de estrés para el neonato; una bienvenida cálida al encuentro de pieles con su madre puede ser suficiente para combatirlo.
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