No hace falta que me etiquetes, solo compréndeme

No hace falta que me etiquetes, solo compréndeme
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 28 mayo, 2021

No hace falta que me etiquetes cada vez que manifiesto una necesidad. No es preciso que te burles cuando simplemente actúo como niño. Te pido un solo favor que, como padre, no debería de resultarte complicado. Tan solo compréndeme.

Tampoco necesito que me humilles y juzgues. No me interesan los calificativos. Me expreso como puedo a mi corta edad. Berrinches, pataletas, gritos, llantos. Qué más da. Es la única manera que tengo para hacerte comprender que estoy sufriendo.

Sí, puede que haya formas más “racionales” a la hora de comunicarnos. Pero eso está disponible para ti solamente. No te desanimes, con tu ejemplo, iré aprendiendo a expresar todo lo que me suceda de manera adecuada. Pero necesariamente tendré que sortear esta etapa en la que tu rol será vital.

No es muy difícil de interpretar. Necesito atención, pido amor, quiero tiempo de calidad para mí. Lejos de buscar ser calificado de manera negativa, no deseo en absoluto que me enseñes a ser machista con tus definiciones de género tan nocivas.

Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender

-François Sagan-

Ni maricones ni histéricas

Ni se te ocurra repetirlo. Los niños no somos “nenitas”, y también podemos llorar. Las niñas no somos histéricas, caprichosas o meras neuróticas. Jamás se te olvide que los más pequeños aprendemos lo que nuestros padres nos enseñan.

Predica con el ejemplo, dado que soy una esponja que absorbe todo lo que oye, pero también las actitudes que ve. Luego, simplemente tiendo a reproducir lo que observé en los adultos. De ese modo, además, ocupo un rol en la sociedad. De ti dependerá entonces el lugar que ocupe en la comunidad. Mis valores e ideales.

Entonces, papi y mami, se lo imploro. Ustedes nunca deberían ponernos apodos que consideren ofensivos. Yo jamás me burlaría de un hijo ni contribuiré a mermar su autoestima. En ello radica el secreto de forjar una persona de bien, emocionalmente sana.

Cuando pronuncias esos calificativos, me etiquetas y me hieres. Especialmente por el tono. Errado, demuestras creer que los términos con los que intentas ofenderme denotan debilidad. Te equivocas, pues la debilidad no entiende de géneros ni condiciones. Y llorar nunca puede interpretarse como síntoma del débil, sino todo lo contrario.

Compréndeme: fomenta mi inteligencia emocional

Una de las misiones más importantes, y a su vez más difíciles, de todo padre es fomentar la inteligencia emocional. Edúcame en emociones en lugar de etiquetarme. Pues aquellos sentimientos tristes son tan normales como absolutamente necesarios.

Esto que tu condenas es solo una parte de la gama de colores interna de cada ser humano. Es esperable experimentarlas en determinados momentos de nuestras vidas. No intentes condenarme por ello, algo tan natural como necesario.

Entiende que soy un niño, muy pequeño. No soy un inmutable robot sin sentimientos. Me resulta imperioso exteriorizar aquello que me pasa. Necesito sentir ese malestar para, en base a ello, edificar aprendizajes. Es decir, de esa tristeza y de esos enojos también depende mi crianza, mi crecimiento personal.

Por eso, mami y papi, les vuelvo a pedir una vez más que se pongan en mi lugar. Traten de recordar cuando eran niños. No me consideren un adulto. Tan solo soy un cuerpito chiquito invadido por una serie de emociones muy grandes.

Ayúdadme a comprender lo que os digo y os lo explicaré mejor

-Antonio Machado-

Compréndeme, que yo te comprendo

Compréndeme, que yo entiendo perfectamente tu enojo, malestar y frustración. Enséñame a actuar y reaccionar de manera adecuada. Bríndame de manera positiva las herramientas para comunicarme. Dialoga, pero por favor, evita esas absurdas etiquetas.

De a poco veras que -con amor, paciencia y un accionar más asertivo y acertado- estos sentimientos no me desbordarán. Cuanto menos, ya sabré expresar aquello que me pasa sin sacar lo peor de ustedes. Yo les pido perdón porque veo sus rostros y siento su molestia cuando lloro o hago berrinches.

Por eso, les prometo que, entre todos, esta etapa será solo un mal recuerdo que habrán superado y se sentirán orgullosos de haber atravesado satisfactoriamente. Pero eso, sin dudas, dependerá pura y exclusivamente de ustedes. Sí, lo están haciendo muy bien. Es hora de mejorar para continuar creciendo todos.


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