¿Por qué los niños quieren emoción y riesgos en sus juegos?

¿Por qué los niños quieren emoción y riesgos en sus juegos?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Última actualización: 03 febrero, 2022

Jugar forma parte de la vida de los niños. El papel de los padres es proteger a los niños de los peligros reales, a la vez que dejarles libertad para que exploren y jueguen como ellos quieren mientras se les observa. Eso sí, la actuación de los padres debe priorizar la seguridad de los niños. Determinados juegos pueden suponer una amenaza para los niños, y por eso muchas veces hay que prevenirlos y enseñarles a tener cuidado y enfrentarse a los riesgos.

Es posible que alguna vez hayas escuchado a padres preocupados por la seguridad de sus hijos cuando están jugando. Es normal, cuidar de un hijo forma parte de la responsabilidad de ser padre. Sin embargo, algunas investigaciones recientes sugieren que los padres que son demasiado sobreprotectores deberían dar más oportunidades a sus hijos para jugar al aire libre y conocer ellos mismos los riesgos y peligros que eso implica.

Permitir la exploración del juego

Los juegos que entrañan riesgos son aquellos en los que los niños ponen a prueba sus límites y miran de frente la incertidumbre. Subir a un árbol, construir una fortaleza o jugar al juego de la bandera se convierte en un desafío emocionante para cualquier niño. Las investigaciones demuestran que este tipo de juegos están asociados con la potenciación de la actividad física, las habilidades sociales, las habilidades de gestión de riesgos, la resistencia y la confianza en sí mismos. 

Es bueno que los niños asuman riesgos y que aprendan a elegir por ellos mismos

Es importante que los pequeños no dependan siempre de los padres o profesionales para decidir qué es un juego de riesgo y qué no lo es. Su propia intuición a través de la guía del adulto puede ser más que suficiente para que se den cuenta de que son capaces de diferenciar la emoción del riesgo real.

Recuerda que el simple hecho de ser niños les hace amar las aventuras. Enseñar a tu hijo a valorar por él mismo los límites entre lo bueno y lo malo, lo peligroso y lo que no lo es, le ayudará en el futuro a poder tomar decisiones más importantes.

Mientras el adulto juega para divertirse el niño juega para jugar

–Franceso Tonucci–

El lado positivo de asumir riesgos

Es bueno dejar a los niños el espacio mental y físico que necesitan para calcular los niveles de riesgo que ellos necesitan. Es importante que puedan realizar juegos arriesgados pero también que sepan distinguir el peligro real del juego. La misión de los padres consiste en educar a los niños y enseñarlos a conocer la diferencia entre el juego y el peligro, para que más tarde sean ellos mismos los que tengan esta capacidad de distinción.

Evitar que los niños exploren la incertidumbre podría acarrear consecuencias negativas para su salud y su desarrollo, como el aumento del comportamiento sedentario, ansiedad y fobias. Por todo esto, los padres deben ser conscientes de que pueden permitir que sus hijos exploren el entorno, siempre y cuando se les enseñen con una distancia prudencial los posibles peligros.

Esperanzas y miedos de los padres

Muchos padres reconocen la importancia de la emoción y del juego arriesgado en los niños, pero se sienten con miedo y preocupados por la posibilidad de que sus hijos se hagan daño o tengan lesiones graves. Estas preocupaciones pueden provocar que muchas veces los padres se comporten de forma sobreprotectora sin apenas darse cuenta.

En otros casos, los padres pueden estar preocupados porque su hijo es demasiado tímido y quieren saber cómo ayudarlo a que salga de “esa burbuja” para que aprenda a enfrentarse a los riesgos del juego y disfrute de las emociones.

En ambos casos, los padres deberán ser los guías de los niños para que se sientan siempre seguros. Cada padre conoce mejor que nadie a su hijo y las necesidades que este tiene. Por eso es imprescindible encontrar el punto de equilibrio entre enseñar a tu hijo a ser independiente y cuidarlo de los peligros sin dejarle hacer nada por su cuenta.

Los dos enfoques anteriores pueden ser erróneos si se ignoran por completo las capacidades y preferencias de los niños. ¿Cómo aprenderán los niños por sí mismos el funcionamiento del mundo si un adulto se pasa el rato diciéndole lo que tiene que hacer y cómo hacerlo? La guía está bien, pero recuerda que siempre es recomendable dejar un margen de actuación a los pequeños.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.