Niños hipersensibles y altamente sensibles: ¿en qué se diferencian?

Algunos niños son especialmente emocionales, profundos, quisquillosos o susceptibles. Pero, ¿cómo saber si son hipersensibles o hablamos de alta sensibilidad? Te mostramos las diferencias.
Niños hipersensibles y altamente sensibles: ¿en qué se diferencian?
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 13 marzo, 2023

Aunque cada niño es un mundo, muchos de ellos se ajustan a los patrones de comportamiento propios de su edad. Así, para sus padres es más sencillo comprenderlos y aplicar las pautas de crianza básicas. Sin embargo, hay otros con características diferentes que pueden suponer un cierto desafío. Hablamos de pequeños más perceptivos, profundos y emocionales. En estos casos, es crucial diferenciar entre niños hipersensibles y altamente sensibles.

Aunque estos rasgos comparten similitudes, lo cierto es que son diferentes, tanto en su origen como en la forma de abordarlos. En ambos casos, si no se detectan las características y necesidades de estos niños, ellos pueden sufrir y tener problemas escolares e interpersonales. Pero, ¿cómo identificar y diferenciar a estos infantes? A continuación, te mostramos algunas claves al respecto.

¿Tu hijo posee una sensibilidad especial?

Como progenitor, puede que hayas detectado que tu hijo posee una sensibilidad especial o exacerbada. Quizá es un niño quisquilloso, con reacciones emocionales intensas y con dificultad para adaptarse al entorno y a los cambios. Estas manifestaciones son un indicio de que el pequeño es diferente, pero tal vez no sepas bien en qué sentido. A este respecto, hay dos dimensiones a tener en cuenta.

Los niños altamente sensibles suelen ser muy empáticos y hábiles al descifrar a los demás. Sin embargo, esto también les lleva a sentir con mayor intensidad y, con frecuencia, a verse desbordados por sus emociones.

Niños altamente sensibles

La alta sensibilidad es un rasgo que está presente aproximadamente entre el 15 y el 20 % de la población y se manifiesta desde la infancia. Esto se debe a un mayor desarrollo del sistema neurosensorial y hace que el menor tenga una percepción mayor y más profunda del entorno.

Las personas altamente sensibles reciben o captan más información, detalles y sutilezas, así como también la procesan más rápido y con mayor profundidad.

De igual modo, son muy susceptibles a los estímulos sensoriales, como la luz, el ruido o el tacto de los objetos. Esto puede hacer que se sientan abrumados e incómodos en entornos muy estimulantes. Por ejemplo, ante las multitudes o al entrar en contacto con tejidos y texturas poco agradables, como las etiquetas de la ropa o la consistencia de algunos alimentos.

Niños hipersensibles

Por su lado, la hipersensibilidad es un rasgo que se desarrolla a partir de las experiencias vividas. En estos casos, los niños también experimentan emociones profundas y se ven muy afectados por eventos cotidianos que para otros no suponen mayor problema. Por ejemplo, son muy sensibles a la crítica y pueden sentirse rechazados, abandonados u ofendidos fácilmente.

Los niños hipersensibles presentan reacciones emocionales intensas, especialmente ante la frustración, los cambios o las novedades. Además, pueden tener dificultades a la hora de socializar.

Niños hipersensibles y altamente sensibles, ¿cuáles son sus diferencias?

En vista de las anteriores definiciones, ya habrás podido observar algunas de las diferencias entre ambos conceptos. Sin embargo, para clarificarlas mejor, tengamos en cuenta las siguientes cuestiones:

  • La alta sensibilidad es un rasgo innato del carácter, con un alto componente genético y hereditario. Es decir, se trata de una forma de ser con la que se nace y que suele estar presente en varias personas de una misma familia. Por su lado, la hipersensibilidad es algo adquirido y tiene relación con experiencias negativas vividas que no se han procesado o gestionado correctamente.
  • Los niños altamente sensibles perciben los matices y sutilezas de las situaciones y captan con facilidad los estados de los demás. Por su lado, los menores hipersensibles son muy susceptibles y tienden a interpretar los comentarios y comportamientos neutros como un ataque u ofensa.
  • Por esta misma percepción errónea, tienden a ser muy reactivos y a estallar en ira o llanto con facilidad. No miden sus conductas y a veces no tienen filtro, por lo que pueden dañar a los otros en el camino. Incluso, su inseguridad puede llevarles a manipular o chantajear a los demás. En el caso de los niños altamente sensibles, esto no ocurre; por el contrario, su gran empatía les lleva siempre a procurar no dañar, a disculparse y a preocuparse más por los otros que por sí mismo. Incluso puede costarles poner límites.
  • Una última diferencia entre niños hipersensibles y altamente sensibles es que los últimos, al sentirse incomprendidos, se refugian en su mundo interior y en su mente; es decir, abandonan la situación. Son, por tanto, más introvertidos y disfrutan del tiempo a solas, ya que evitan la sobrecarga que les suponen ciertas situaciones.

Los niños necesitan comprensión y guía

Finalmente, conviene recordar que ambas condiciones pueden coexistir al mismo tiempo, por lo que no son excluyentes. En cualquier caso, los niños hipersensibles y altamente sensibles necesitan de la comprensión de su entorno y de una guía para evitar el sufrimiento que pueden acarrear sus rasgos.

Los adultos a cargo han de ayudarles a ver su potencial, sus cualidades y orientarles sobre cómo canalizar esa sensibilidad para no dañarse a sí mismos y a otros. Dado que la mayoría de los progenitores no conocen lo suficiente al respecto, siempre es una buena opción buscar la ayuda de un psicólogo infantil que pueda ofrecer las pautas necesarias.


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