Mamá, no me compares con los demás

Las comparaciones entre los niños ocasionan daños a su amor propio
Mamá, no me compares con los demás
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 07 febrero, 2020

No me compares con los demás. Esa debería ser la respuesta que te diera tu hijo cada vez que quisieras medir las cualidades de sus amigos con las de él.

Ojalá todos los niños tuvieran la suficiente fuerza de carácter, inteligencia o perspicacia para poner freno a las insinuaciones de que este u otro infante lo supera en algo.

¡Qué hermoso sería el mundo si no existieran las comparaciones y sus terribles efectos!

Pero los seres humanos nacimos imperfectos y así lo continuamos siendo la vida entera.

Los efectos de las comparaciones

Cada ser humano es único. Por eso tiene nombre, características físicas y huellas dactilares que lo diferencian de los demás.

Aun los gemelos se diferencian entre ellos.

¿Cómo quieres entonces que tu hijo se parezca a sus amigos o a cualquier otro niño que conozcas?

La comparación con los demás daña la autoestima de un niño. Interfiere en su estado emocional, decisiones y hasta sus pensamientos y deseos.

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Por eso, no compares a tu hijo con otro niño, porque de hacerlo:

Le estarás inculcando que es mejor o peor que el otro. En el primer caso le estarás alimentando su autosuficiencia y en el segundo su complejo de inferioridad.
Le despertarás sus celos.
• Le transmitirás la necesidad de estar siempre comparándose con sus semejantes para saber cuánto vale.
Le fomentarás la envidia. Sobre todo cuando él es quien se siente inferior al otro.
Le estarás estimulando su inseguridad.
• De alguna manera le dirás que no lo aceptas como realmente es y quisieras que fuera como es ese otro niño.
Lo convertirás en rival de ese otro niño.
• Estarás interfiriendo en su capacidad para relacionarse con otros niños.
Le herirás su autoestima. Estarás haciéndole ver que sus características y cualidades no valen como las de ese otro niño.
Lo harás infeliz.

Puedes estar conduciéndolo a mentir sobre sus capacidades y cualidades.

Mamá, no me compares con los demás

Mamá, no compares a tu hijo en ningún aspecto. Mejor enséñalo a:

No dar valor a las comparaciones que otros hagan sobre él.
Aceptarse y amarse tal y como es.
• Ser capaz de decirte: Mamá, no me compares con los demás.
Evaluarse según el cumplimiento de sus propias metas y objetivos no con respecto a los de otros.
• Admirar y admitir la diversidad física, psicológica, económica y emocional de las personas.
Ser feliz consigo mismo.

Por último, hazle saber que si deseas que mejore en algo eso no significa que lo quieras menos.

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Mamá, no lo compares para motivarlo a que siga los pasos de alguien más y sea cada día mejor. No le pongas a otro niño como patrón.

Si quieres que tu hijo sea mejor de lo que es, ayúdalo destacando sus cualidades, enfatizando en la importancia del empeño y diciéndole abiertamente cuánto te gustaría que fuera.

Si su amigo es más organizado, tiene mejores modales o saca altas notas no los compares.

Mejor, incúlcale a tu pequeño la importancia que tiene el ser ordenado en todos los aspectos de la vida.

Adviértele que los buenos modales y la educación dice mucho de una persona y abre no pocas puertas.

Hazle ver que estudiando sistemáticamente, no faltando a clases, prestando atención a lo que dicen sus maestros y aclarando siempre sus dudas le servirá para sacar mejor notas.

Ahora bien, no porque desees que tu hijo se comporte o sea como otro niño esto significa que él quiere lo mismo.

Tampoco en todos los aspectos él deberá hacerte caso.

Por ejemplo, si no te convertiste en bailarina porque tus piernas no daban para eso, tu hija no tiene por qué cumplir tu sueño. Ella no tiene que pagar tus frustraciones. Como ser humano tiene sus propios anhelos los cuáles debes respetar, aceptar y admirar como si fueran los tuyos.

Recuerda que en todo momento debes velar por el equilibrio emocional de tu hijo.

No le pongas límites, no le cortes las alas y jamás seas la causante de su desdicha.

Lo trajiste al mundo para que viviera como un niño feliz y pleno. Cumple tu propósito.


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