La poda sináptica en la infancia y la adolescencia

La poda sináptica es el proceso mediante el cual el cerebro infantil y adolescente logra un mejor funcionamiento y adaptación al ambiente.
La poda sináptica en la infancia y la adolescencia
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 30 enero, 2020

A simple vista, la infancia y la adolescencia parecen dos etapas vitales muy diferentes entre sí. No obstante, comparten algunas similitudes. No en vano, se califica a los dos años de edad como ‘la primera adolescencia’. Y es que en esta época tiene lugar un proceso cerebral muy similar al que ocurre alrededor de los 12-14 años: la poda sináptica.

El cerebro humano es un órgano complejo y fascinante que se encuentra en constante cambio, especialmente durante las dos primeras décadas de la vida. Comprender su funcionamiento nos puede ayudar a ponernos en el lugar de niños y adolescentes, y acompañarlos con amor durante estas transiciones. Por ello, en este artículo conoceremos en qué consiste la poda sináptica y cómo afecta a los menores.

¿Qué es la poda sináptica?

La poda sináptica es un proceso cerebral que consiste en la eliminación de conexiones entre neuronas. Estas se forman a partir de los aprendizajes pero, cuando están presentes en exceso, el cerebro se vuelve ineficiente. Por ello, la poda persigue deshacerse de las conexiones poco utilizadas, de modo que la capacidad cerebral quede disponible para las más empleadas y útiles.

Cerebros en cadena representando la poda sináptica.

En definitiva, se trata de un proceso de remodelación cerebral. A partir de él, se reduce el número de conexiones existentes y se fortalecen las que permanecen. Dicha regulación hace que el cerebro alcance un funcionamiento óptimo y, sobre todo, más adaptado al medio.

La poda sináptica en la infancia

Desde la etapa embrionaria hasta los dos años de edad, se generan numerosísimas conexiones neuronales. Estas son fruto de los descubrimientos que el niño va realizando y los conocimientos que va adquiriendo. Y, tras este crecimiento exponencial, se produce un primer momento de poda y reestructuración.

Se trata de un proceso programado, necesario para que el niño se desarrolle adecuadamente. Sin embargo, el ambiente tiene una importante influencia, y es aquí donde la educación puede marcar la diferencia:

  • Es necesario que el bebé reciba una adecuada estimulación para que la poda se produzca. Si no lo hace, se mantendrá un número excesivo de conexiones que harán al cerebro más ineficiente. En definitiva, el niño perderá capacidades.
  • Se trata de un proceso cuyo objetivo es lograr una mejor adaptación al ambiente. Por ende, las influencias provenientes del exterior tendrán una repercusión en qué conexiones se quedan y cuáles se eliminan. Aquellas que el niño emplee con más frecuencia serán fortalecidas, mientras las menos utilizadas desaparecerán. Por ende, es la educación quien guía esta remodelación del cerebro. Aquellas áreas y habilidades más trabajadas con el pequeño serán las que permanezcan y se vean fortalecidas.

¿Qué ocurre en la adolescencia?

Anteriormente, se creía que, al alcanzar la adolescencia, el cerebro ya se encontraba totalmente formado. Sin embargo, se ha descubierto que cada región cerebral sigue su propio curso y que ciertas áreas siguen creando sinapsis durante la pubertad. Es el caso de la corteza prefrontal, la cual experimenta un gran incremento de conexiones durante los 11-12 años de edad. Dando, entonces, paso a un nuevo proceso de poda.

Conexiones cerebrales de una adolescente.

Hemos de tener en cuenta que esta región del cerebro es la encargada de la planificación, la organización, las metas… Y que no alcanzará un rendimiento óptimo hasta que se complete el proceso (aproximadamente, a los 20 años). Desde esta perspectiva, es más sencillo comprender las dificultades que los adolescentes tienen con las funciones ejecutivas.

Están seleccionando y descartando informaciones, están dando forma a su capacidad de autorregulación, pero aún no la tienen adecuadamente desarrollada. Por ello, los adultos han de ser comprensivos con los adolescentes y servirles de guía y regulación hasta que logren hacerlo por sí mismos.

Del mismo modo, al finalizar la segunda década de la vida, la corteza prefrontal se habrá integrado con otras estructuras cerebrales como la amígdala (encargada de los impulsos y las emociones). Así, las reacciones automáticas pasarán a estar reguladas y la impulsividad típica de la adolescencia disminuirá.

Guiar el proceso

En suma, la poda sináptica es un proceso cerebral natural y necesario. Ayuda al cerebro a madurar y optimizar su funcionamiento. No obstante, estar al tanto de cuándo se produce esta remodelación cerebral nos servirá para poder comprenderla. Y, sobre todo, guiarla a través de las experiencias, aprendizajes y estímulos que proporcionamos a los niños y adolescentes.


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  • Cáceres, C. B. (2017). La neurociencia en la primera infancia. Apuntes de Ciencia & Sociedad7(1).
  • Triskier, F. J. (2006). Algunas especulaciones respecto a las modificaciones neurobiológicas durante la adolescencia. EL RESCATE Y LA MEMORIA17(70), 424.

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