La migraña en la adolescencia: un problema sensible

Las migrañas son un drama para los adolescentes que las padecen. Enumeramos algunas de sus causas y los tratamientos más frecuentes.
La migraña en la adolescencia: un problema sensible

Escrito por Fernando Clementin

Última actualización: 26 octubre, 2022

Muchas veces, los dolores de cabeza son tomados como algo pasajero y no les prestamos demasiada atención. Sin embargo, hay ocasiones en las que no cesan y se vuelven insoportables. Por eso, la migraña en la adolescencia es algo que merece ser tratado con detenimiento.

La migraña, también llamada jaqueca o hemicránea, es un dolor de cabeza recurrente e intenso relacionado con alteraciones vasculares del cerebro. Específicamente, lo que se siente al padecer un “dolor de cabeza” es una especie de presión en los nervios, los vasos sanguíneos, los músculos del cuello y los hombros.

Según los expertos, las cefaleas son los trastornos neurológicos más prevalentes en la edad pediátrica, incluida la adolescencia. De hecho, un estudio publicado en European Journal of Neurology establece que hasta el 18,6 % de los adolescentes sufren de migraña, aunque el número puede ser mayor, ya que no todos los jóvenes consultan al médico.

¿Por qué los adolescentes pueden tener migraña?

El doctor Charles Wibbelsman, miembro de la Academia Estadounidense de Pediatría, asegura que muchos de estos dolores de cabeza se deben a las presiones de la vida adolescente: el estrés por la escuela, los deportes y las relaciones familiares o con sus pares.

Controlar los nervios puede resultar muy fácil con unas técnicas de relajación adecuadas

Sin embargo, la migraña es un dolor más intenso y recidivante que la cefalea, típicamente unilateral. Sucede con mayor frecuencia entre los 10 y los 30 años de edad y es más común en las mujeres. Se cree que puede ser heredado, ya que el 50% de los que la padecen tienen familiares que sufren o sufrieron migraña.

La explicación fisiopatológica más aceptada es la inflamación neurógena secundaria a la activación del sistema trigeminovascular.

¿Cómo reconocer un cuadro de migraña?

La principal forma de diferenciar una migraña de un simple dolor de cabeza es su intensidad, ya que la migraña suele ser peor. Además, el dolor tiende a empeorar con la actividad física de cualquier índole. Caracterizada por su aparición repentina, la migraña suele estar acompañada de los siguientes síntomas:

  • Cansancio.
  • Dolor punzante o palpitante.
  • Falta de apetito.
  • Náuseas o vómitos.
  • Irritabilidad, dificultad para concentrarse e inquietud.
  • Dolor que no disminuye con medicamentos.
  • Problemas visuales: sensibilidad extrema a la luz, pérdida de visión en un área específica o percepción de luces dispersas.
  • Sensibilidad al sonido.
  • Hormigueos en distintas zonas del cuerpo.

La migraña es un dolor más intenso y recidivante que la cefálea, típicamente unilateral.

¿A qué edad inician las migrañas en los niños?

Los episodios de migraña pueden comenzar en cualquier etapa de la infancia. Estudios estiman que el 10 % de los niños en edad escolar sufren migrañas y hasta el 5 % presenta su primer episodio antes de los 12 años.

Por lo general, la migraña es más común en los niños que en las niñas antes de la adolescencia. Sin embargo, a medida que se acerca la adolescencia la incidencia se hace mayor en las niñas. De hecho, antes de los 17 años, el 8% de los varones y el 23% de las hembras ya ha tenido un episodio migrañoso.

Causas de la migraña en la adolescencia

Si bien los desencadenantes exactos se desconocen y aún están en estudio, hay ciertos factores que influyen en la aparición de la migraña. Estos son los siguientes:

  • La genética: no está del todo determinado cómo se hereda la migraña, pero se ha descubierto que, para ciertos tipos, el transmisor es el cromosoma 9. En este sentido, si uno de los padres sufre migraña, el niño tiene 50 % de padecer esta afección, y el riesgo aumenta a 90% si está presente en ambos padres.
  • Una lesión en la cabeza: por ejemplo, una contusión con o sin pérdida de conocimiento.
  • El estrés: las tensiones, la ansiedad y la angustia conducen a reacciones negativas en nuestro organismo y a una baja en las defensas.
  • Las hormonas: por esta razón, durante la adolescencia la migraña se da más en mujeres que en hombres. Suele empeorar con la ovulación y la menstruación, así como con la toma de anticonceptivos orales. El embarazo y la menopausia, en muchos casos, reducen la cantidad de episodios y hasta los hacen desaparecer.
  • Los malos hábitos: sobre todo relativos a la alimentación y a la ingesta de alcohol. Las comidas con glutamato monosódico, los productos que contienen tiramina como el queso, las carnes en conserva con nitratos y el vino tinto pueden empeorar los ataques.
  • La falta de sueño: no dormir la cantidad de horas adecuadas y la sobreexposición a las pantallas de móviles u ordenadores suelen ser desencadenantes.
  • Deshidratación: la ingesta inadecuada de agua es uno de los desencadenantes más comunes de las migrañas. Además, la deshidratación es una causa frecuente de hospitalización en los niños y adolescentes.
  • El medioambiente: las luces fuertes, los cambios de temperatura o las altitudes elevadas también pueden causar cuadros de migraña.
  • Otros desencadenantes: fumar, exceso de cafeína, saltarse comidas, entre otros.

Etapas de la migraña

Si se pone especial atención antes de la aparición de un ataque de migraña en la adolescencia, es posible identificar diferentes fases. Dichas fases no siempre están bien delimitadas entre sí, por lo que suele ser difícil distinguirlas. Las etapas de la migraña en cualquier edad son las siguientes:

  • Fase premonitoria o de advertencia: en esta etapa, las personas suelen notar síntomas muy leves, lo cual les indica que algo no se encuentra del todo bien. Lo más común es notar cansancio, rigidez en el cuello y cambios de humor. La duración de esta etapa es muy variable y puede llegar a las 24 horas.
  • Aura y ataque propiamente dicho: el aura es un síntoma neurológico característico e inequívoco de la proximidad de un ataque de migraña. Estos síntomas son muy variables y pueden ir desde ver puntos y líneas serpenteantes, hasta el aturdimiento y la percepción de olores particulares. La misma finaliza con la aparición del dolor o el ataque propiamente dicho.
  • Resolución y recuperación: la resolución indica la desaparición del dolor de cabeza, lo que puede ocurrir con el sueño en muchos casos. Por su parte, la recuperación corresponde a un periodo variable de tiempo en el cual el adolescente se siente cansado después de la desaparición del dolor.

¿Cómo se diagnostica la migraña en la adolescencia?

El diagnóstico de la migraña requiere una valoración detallada por parte de un médico especialista. Se requiere una evaluación física completa con énfasis en la esfera neurológica. Además, es vital el escrutinio de los antecedentes personales y familiares para la sospecha de esta enfermedad.

Los estudios de imagen son indicados en casos específicos, y no son de rutina en todo adolescente con dolor de cabeza. Algunos criterios para este tipo de estudios incluyen la sospecha de una presión intracraneal elevada dada por alteraciones de la marcha, visión doble o migraña relacionada con la posición. En ocasiones, se suelen indicar exámenes de sangre y punción lumbar.

El tratamiento de la migraña en la adolescencia

En primer lugar, es importante aclarar que la migraña no es un trastorno fácil de diagnosticar. De hecho, puede llevar meses detectarla, aunque los especialistas afirman que puede considerarse “probable” tras descartar otras patologías urgentes, sobre todo si hay antecedentes familiares.

Una vez hecho esto, lo más efectivo es el reposo, aislamiento y uso de medicamentos intensos para la fase inicial. Esto apunta, fundamentalmente, a paliar los síntomas. Los agentes más utilizados son los analgésicos, los antiinflamatorios, los antieméticos, la ergotamina y los triptanes.

Además, se emplean métodos preventivos, que pueden ser farmacológicos o no farmacológicos. Entre los primeros se destacan los betabloqueantes, los neuromoduladores, los calcioantagonistas, los antidepresivos y los antihipertensivos. También se ha innovado con la utilización de bótox en los últimos años.

“La migraña no es un trastorno fácil de diagnosticar. Puede llevar meses detectarla”

Los no farmacológicos consisten en modificar y corregir los hábitos alimentarios contraproducentes, como el ayuno o la falta de nutrientes esenciales como ciertas vitaminas; el tratamiento físico, como los masajes, la acupuntura, el yoga y otros métodos de relajación y corrección postural; y el tratamiento mental, por ejemplo la meditación, la hipnoterapia o la psicoterapia.

Una patología que no siempre se puede prevenir

Muchas personas que han padecido migraña en la adolescencia recomiendan llevar un control con la fecha de aparición de los cuadros, su duración, los síntomas que surgieron y las causas que pueden haberlo provocado. Asimismo, para las mujeres, es recomendable anotar también la fecha de inicio del periodo menstrual, de modo que el doctor pueda establecer las relaciones que correspondan.

Por desgracia, no todos los ataques de migraña se pueden prevenir. Sin embargo, conocer los desencadenantes y evitarlos es uno de los mejores métodos para disminuir su incidencia. En este sentido, se recomienda mejorar los hábitos de sueño y eliminar los alimentos que puedan estar asociados a ella. Además se deben seguir las recomendaciones del médico para garantizar el éxito del tratamiento.


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