¿Es bueno arrancar los dientes de leche?

Aunque sea una práctica bastante común, no es buena idea arrancar los dientes de leche que se mueven. Aquí te cotamos por qué y cómo acompañar a tu pequeño en la etapa del recambio dental.
¿Es bueno arrancar los dientes de leche?
Vanesa Evangelina Buffa

Escrito y verificado por la odontóloga Vanesa Evangelina Buffa.

Última actualización: 27 julio, 2022

Una gran alegría inunda el hogar cuando el pequeño de la casa nos hace saber que una pieza dentaria empezó a moverse. Es un signo de que está creciendo y se está haciendo mayor. Pero ¿debemos arrancar los dientes de leche que están flojos?

Hay muchas técnicas caseras e incluso experimentos un poco rebuscados para retirar las piezas dentarias flojas de la boca. Pero en realidad lo más conveniente es dejar que los elementos temporales se caigan solos, gracias a la presión que ejerce el diente permanente que ocupará su lugar.

En las siguientes líneas te contamos por qué no es adecuado arrancar los dientes de leche. También algunos consejos para acompañar a tu pequeño en su etapa de recambio dental.

Cómo es el proceso de recambio dental

Alrededor de los 6 años de edad empieza el proceso de recambio dental, aunque a veces puede iniciar antes o después. Los dientes de leche comienzan a moverse para luego caerse y dejar el lugar a las piezas permanentes que los reemplazarán.

Niño con un diente de leche caído.

Los elementos dentarios definitivos son los que van reabsorbiendo las raíces de las piezas de leche y generando que las mismas se aflojen. Cuando el elemento dentario empieza a moverse, pueden pasar algunos meses hasta que termine de caerse. Cuando la pieza de leche solo está sostenida por una pequeña cantidad de tejido blando, es el momento en el que se cae fácilmente.

En general, los primeros elementos en caerse son los incisivos centrales inferiores. Luego lo harán los demás incisivos, alrededor de los 7 y 8 años. Los caninos inferiores se recambian alrededor de los 9 y 10 años y los superiores entre los 11 y 12. Los molares temporales lo hacen entre los 10 y los 13 años.

De todos modos, estas edades son orientativas, ya que cada niño tiene su propio ritmo de erupción. En algunos pequeños puede comenzar antes y en otros tardar un poco más. No hay por qué preocuparse.

Por qué se mueven los dientes de leche

Como ya hemos mencionado, el responsable de la movilidad de un diente de leche es el elemento dentario permanente subyacente que se está desarrollando. Cuando el mismo comienza su proceso de erupción, reabsorbe las raíces de la pieza de leche hasta que la misma no logra permanecer en la boca. Así, deja el espacio que el diente definitivo necesita para emerger.

De todos modos, aunque esto es lo más frecuente, existen otras razones por las que un diente de leche se puede mover. Grandes caries con mucha destrucción de la corona dentaria, procesos infecciosos, traumatismos o malposiciones son algunos ejemplos.

Consecuencias de arrancar los dientes de leche

Ya mencionamos que no es bueno arrancar los dientes de leche a pesar de que tengan movilidad. A veces, la ansiedad del niño o de los familiares puede llevar a quitar la pieza dentaria antes de que esté lista para salirse.

Incluso, en algunas circunstancias se utilizan métodos caseros, como atar la pieza con un hilo y tirar o usar pinzas o juguetes para eliminarla. Esto puede lesionar los tejidos y asustar al pequeño.

Lo ideal es dejar que la pieza dentaria esté lo suficientemente floja como para que sea el mismo pequeño el que la retire de su boca. Lo deberá hacer sin ejercer fuerza ni sentir dolor. En algunos casos, incluso, puede salirse sola o durante la masticación.

Es importante respetar los momentos del proceso de recambio y no forzarlo ni agilizarlo. Arrancar los dientes de leche puede dañar la encía, provocándole desgarros, sangrado, dolor y aumentar el riesgo de infección.

Sacar un diente de leche antes de que esté listo para salir también hace que el permanente que lo debe reemplazar tarde en ocupar el espacio dejado. Esto puede llevar a que las piezas vecinas invadan el lugar para el diente definitivo, generando malposiciones dentarias. Los espacios entre dientes, los apiñamientos y los dientes torcidos son algunos de los inconvenientes asociados a la pérdida prematura de los elementos de leche.

Consejos para evitar arrancar los dientes de leche

Como ya hemos dicho, cuando una pieza dentaria se mueve, lo ideal es dejar que la misma siga su proceso natural y se caiga sola. A continuación, mencionamos algunos consejos que ayudarán a los adultos a respetar los tiempos del recambio dental:

  • Animar al pequeño a manejar el proceso: motivar al niño a que sea el que saque la pieza dentaria cuando sienta que es el momento es lo ideal, pues él sentirá qué tan adherido está el elemento y cuánta incomodidad puede soportar. Cuando el diente flojo se sale, las encías no deben sangrar, pero si esto sucede, ejercer por un momento una leve presión con un trozo de gasa es suficiente.
    No hay que arrancar los dientes de leche.
  • Movilizar la pieza: animar al niño a mover el elemento dentario con suavidad con su lengua o el dedo limpio de la mano ayuda a que el proceso avance sin la necesidad de arrancar el diente de leche. La exploración y el juego suelen ser suficientes para que la pieza se caiga sola cuando ya es el momento.
  • Comer comidas crocantes: usar el diente flojo para morder alimentos con mayor consistencia, como tostadas o manzanas, puede ser de utilidad. A veces las piezas dentarias se desprenden solas durante la masticación.
  • Consultar al odontólogo: el profesional puede valorar si la pieza ya está lista para ser retirada, hay que esperar un poco más o necesita ser extraída en el consultorio. Pues, aunque la mayoría de las veces los dientes de leche se caen solos, a veces los permanentes comienzan a aparecer en la boca sin lograr eliminar a los temporales. En esos casos hay que extraerlos en el consultorio para ayudar a que la pieza definitiva tenga el espacio que necesita, de modo que se ubique en su correcta posición y se prevengan maloclusiones.
  • Observar la zona: cuando el elemento dentario ha caído, el adulto debe revisar la zona para constatar que no haya un sangrado abundante, ni lesiones ni restos de diente. Si se encuentra algo extraño o al cabo de unos días el área se hincha o inflama, lo ideal es acudir al dentista.
  • Mantener la calma: en caso de que el diente salga de manera inesperada, puede que el niño se lo trague. Esto no le generará ningún daño. Lo ideal es acompañar la decepción que el accidente pueda generar. Una carta al ratón Pérez o al hada de los dientes explicando lo que ha sucedido puede ser de ayuda.

La clave es tener paciencia

Como hemos dicho, a veces la ansiedad lleva a los adultos a arrancar los dientes de leche. Es necesario tomar conciencia de que la mejor manera de acompañar al pequeño es respetar los tiempos de este proceso fisiológico.


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