¿En qué se diferencia el sueño infantil del sueño adulto?

Sabemos que los niños necesitan dormir muchas más horas que los adultos. Pero existen otras características importantes de su sueño que te interesará conocer. ¡Descúbrelas!
¿En qué se diferencia el sueño infantil del sueño adulto?
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 26 febrero, 2021

El sueño de los niños es una de las principales preocupaciones de muchos padres. En primer lugar, porque este es esencial para su correcto desarrollo físico y psicológico. Pero, además, porque si un infante no descansa adecuadamente, es probable que sus padres tampoco lo hagan.

Conocer en qué se diferencia el sueño infantil del sueño adulto puede ayudarnos a saber qué esperar en cada etapa de su crecimiento y, por ende, estar mejor preparados para afrontar esos primeros años de la vida de los niños.

Toda aquella persona que haya convivido con menores habrá podido comprobar por sí misma muchas de las diferencias. No obstante, en ocasiones es difícil saber cuándo estamos ante una evolución natural del sueño y cuándo existe realmente un problema que necesita ser abordado. Así, en las siguientes líneas te compartimos todo lo que debes saber respecto al descanso de los más pequeños.

¿En qué se diferencia el sueño infantil del sueño adulto?

Bebé recién nacido durmiendo porque tiene sueño.

Duración

Una de las diferencias más evidentes entre el sueño infantil y el sueño adulto es la duración. Esta es especialmente relevante en los recién nacidos ya que, a medida que el infante crece, la brecha se va reduciendo. Así, si los adultos necesitamos dormir aproximadamente unas 8 horas diarias, un bebé requiere unas 17-18 horas de sueño durante sus primeros tres meses de vida.

Esta cantidad va disminuyendo paulatinamente a un ritmo aproximado de 1 hora al trimestre, de modo que a los 6 meses edad unas 15 horas de sueño son suficientes y, al año, 13 horas suelen ser la media. Esta progresión se estabiliza a partir de los 2 años, momento en el cual unas 10-11 horas de descanso suelen bastar para cubrir las necesidades infantiles.

Distribución

La distribución del sueño es otro de los aspectos más relevantes y que suele causar mayores dificultades durante los primeros años de la vida de un niño. Y es que, mientras los adultos realizamos un único periodo largo de descanso por las noches, los bebés suelen repartir su sueño en múltiples periodos más cortos.

Por ejemplo, un recién nacido duerme unas 18 horas, pero nunca todas seguidas. Generalmente, suele despertarse cada tres horas para ser alimentado y atendido.

Los bebés suelen distribuir sus horas de sueño en 6 o 7 periodos, repartidos entre el día y la noche. Esto llega a afectar de forma importante el descanso de los adultos a su cargo, debido a que sufren constantes interrupciones.

Sin embargo, con el paso de los meses, el sueño nocturno de los bebés se va alargando y volviéndose más similar al nuestro. Así, por ejemplo, un 70 % de los bebés de 3 meses ya logran dormir 5 horas seguidas por la noche. Y, al cumplir los 2 años, la mayoría de niños duerme unas 11 horas por la noche, siendo suficiente una siesta durante el día.

Fases del sueño

Otro de los puntos en los que se diferencia el sueño infantil del sueño adulto es en las fases que atraviesa. Así, los adultos realizamos ciclos de sueño de unos 100 minutos en los que pasamos por cuatro fases de sueño NO REM y una de sueño REM. Por su lado, los bebés presentan ciclos de unos 50 minutos compuestos únicamente por dos fases: sueño REM y sueño lento. Y no es hasta los 6 meses cuando el resto de las fases comienzan a estar bien definidas.

Madre e hija durmiendo para saber en qué se diferencia el sueño infantil del sueño adulto.

Además, llama la atención que la cantidad de sueño REM de los niños es mucho mayor que la de los adultos. Y esto es debido a que en esta fase el cerebro lleva a cabo importantes procesos de aprendizaje y consolidación de información. Algo que, sin duda, necesitan los niños mientras comprenden cómo funciona el mundo que les rodea.

Comprender en qué se diferencia el sueño infantil del sueño adulto para poder acompañar el proceso

También es característico que los niños presenten más parasomnias (sonambulismo, pesadillas, terrores nocturnos…) que los adultos. Sin embargo, a medida que crecen, su sueño se va volviendo más similar al nuestro. Tener en cuenta toda la información anterior es esencial para acompañar su evolución del sueño, comprender qué es lo esperable y darles lo que necesitan en cada momento.

Además, puede resultar de gran utilidad para sobrellevar los primeros meses en los que la falta de descanso puede causar un gran malestar. Ten presente que esta etapa pasará y que, a medida que tu hijo vaya creciendo, podrás recuperar la calidad de tu sueño.


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