Tu bebé siente todo lo que tú sientes. Uno de los mayores vínculos que tendrás con tu hijo a lo largo de la vida es el que experimentas cuando aún lo tienes dentro del vientre.
Tu bebé es capaz de apreciar, escuchar y sentir, el mundo que le rodea, así como advertir el estado psicológico en el que te encuentras.
Durante el embarazo los latidos regulares de tu corazón le otorgan calma y seguridad, pero si recibes noticias desagradables o te deprimes y el corazón se te agita, sus impulsos, lo alteran al instante.
Y es que el niño puede darse cuenta cuando “fuera”, todo anda bien, o todo anda mal. Hay cosas que solo se aprenden cuando eres madre y esta es una de ellas.
Cuando todo anda bien
Una madre no solo alimenta a su bebé con la dieta que ingiere, también lo provee de sus propias emociones.
Dentro de la placenta el niño adquiere de su progenitora no solo el alimento que necesita para vivir y crecer, también toma otras sustancias que le posibilitan recibir información del mundo que le rodea, tanto lo negativo, como lo positivo.
Pongamos un ejemplo: Una madre feliz segrega endorfina, la hormona de la felicidad, y esta inyección de emociones positivas le hace bien al feto y le facilita la relajación.
Cuando el bebé escucha la voz de su madre también es capaz de sentir el amor que esta le profesa, por eso se dice que es tan importante hablarle aun cuando se encuentra dentro de la pancita.
Las vibraciones de las cuerdas vocales de la mujer, toda vez que son armónicas y pausadas, le transmiten paz, confianza y seguridad.
El sonido que produce el roce de la mano mientras la madre se acaricia el vientre y sus canciones de cuna constituyen otras maneras de garantizar la estabilidad emocional del niño.
Cuando este tipo de acciones se ponen en práctica a lo largo de la gestación, el feto se desarrolla en calma.
Cuando todo anda mal
Tal y como dijimos tu bebé siente todo lo que tú sientes. Él es capaz de captar tanto tus sentimientos como tus estados de ánimo.
A través del cordón umbilical el feto recibe neurotransmisores y hormonas que tienen un efecto en él similar al de su madre.
Pongamos otro ejemplo: Cuando mamá se estresa aumenta la secreción de cortisol, la hormona del estrés. El incremento de su nivel en sangre llega también a la placenta y por ende, al feto. El bebé inmediatamente sabe que su madre está estresada y también se altera.
Si estás preocupada, nerviosa, con miedo; o si tienes dudas, lloras, sufres… tu bebé lo percibirá al momento.
Emociones compartidas: Tu bebé siente todo lo que tú sientes
Es responsabilidad de toda madre proteger a su hijo.
Las gestantes deben evitar todo cuanto le pueda hacer mal al futuro desarrollo emocional y físico de su bebé.
Como el feto es capaz de percibir los pensamientos de su madre, debes procurar pensar siempre de manera positiva y solo recordar los buenos momentos.
Recomendamos que te alejes de las noticias desagradables, los filmes que traten temas que te incomoden, las situaciones estresantes y las confrontaciones con quienes te rodean.
Surte tu mente de buenos recuerdos, personas sonrientes, imágenes alentadoras… tu hijo recibirá la felicidad y la paz de esas buenas impresiones.
Busca ambientes armoniosos, ríe, vive el amor con la misma intensidad de siempre, escucha una música suave y agradable…todo eso es tan importante como tomar vitaminas, controlarte el peso, la presión arterial y visitar al especialista en obstetricia y ginecología.
Cuidar tu salud física y mental es también cuidar la de tu hijo.
Bibliografía
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- Egurrola Nelson, L. F. (2008). Factores emocionales de la madre que influyen en el desarrollo psíquico del bebé durante el embarazo. http://www.repositorio.usac.edu.gt/14428/