El perdón, un regalo indispensable en toda relación familiar

Entre todos los regalos que podemos ofrecer (y ofrecernos) el perdón es el más importante. Sobre todo porque, al perdonar, nos quitamos un gran peso de encima y podemos seguir nuestro camino.
El perdón, un regalo indispensable en toda relación familiar
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Yamila Papa

Última actualización: 22 junio, 2020

Uno de los mejores regalos que podemos hacernos en cualquier momento y en cualquier lugar es el perdón. Y es que, aunque no lo parezca, en toda relación humana, sea familiar o no, es necesario saber perdonar para poder avanzar y evitar anclarse en el sufrimiento.

Es muy común creer que al enseñar el valor del perdón durante los primeros años de vida es suficiente, pero lo cierto es que es necesario trabajarlo a menudo para impedir que se olvide o se deje de dar importancia. El perdón es un ejercicio de flexibilidad que no debe seguir un patrón ni una línea recta, sino que debe ajustarse a las circunstancias.

El perdón es un regalo

En algún momento de nuestras vidas todos hemos tenido que tomar una decisión más que importante: perdonar o no. Esto ocurre porque nadie está exento de cometer errores -ni siquiera nosotros- ni de lastimar o ser lastimado.

A veces pensamos que no perdonar es el mejor castigo que podemos hacerle a esa persona que nos ha traicionado, mentido o lastimado. Sin embargo, el perdón no es algo que el otro necesita, sino que nosotros mismos merecemos, para poder seguir adelante en paz.

El perdón es un regalo.

Ciertamente, podemos sentir ira, rabia, frustración y hasta dolor cuando ha habido una ofensa. Y es normal que, muchas veces, esos sentimientos no nos permitan perdonar ni avanzar fácilmente. Pero lo cierto es que, una vez que decimos perdonar con total sinceridad, en realidad, lo que estamos haciendo es quitarnos un gran peso de encima; porque el gesto de perdonar a otro puede cambiar más a quien lo otorga que a quien lo recibe. 

Por supuesto, no se trata de una tarea sencilla. Puede llevarnos meses e incluso años aprender a valorar el perdón y otorgarlo incluso a quien pensamos que no se lo merece en lo absoluto. Se trata de un ejercicio de madurez. 

Negar el perdón no otorga más dignidad

Hay que detenerse un momento y pensar que se gana manteniendo el rencor. ¿De verdad nos hace más dignos o solo nos llena de emociones y sentimientos negativos? Ojo, no se trata de ir ‘regalando perdones’ solo porque sí, sino dejar de aferrarse a los sentimientos negativos. Porque al final, quien termina ‘envenenado’ por ellos somos nosotros, no el otro.

Aunque perdonar es un acto de valientes, aún hay muchas personas que creen que demuestra debilidad. Así, en lugar de intentar reconocer sus propios errores y buscar el bienestar común, se escudan en su soberbia.

Consideraciones acerca del perdón

  • El perdón no quiere decir que se deba olvidar lo sucedido, sino saber liberarse de la carga que ello conlleva.
  • Perdonar implica entender que cualquiera puede cometer errores, pero no justificar.
  • Perdonar ayuda a poner límites sanos y a saber cómo y cuándo defender los propios derechos.
  • El perdón es un valor que debe mantenerse en el tiempo.

El perdón y sus claves

Algunas claves para poder liberarse de la carga del rencor, dejar atrás la ofensa y seguir adelante son las siguientes:

1. No precipitarse

El primer paso para perdonar es aprender a ver más allá del enojo. Una vez que nos hayamos calmado, podremos evaluar mejor la situación y disponernos a perdonar.

Porque más allá de decir: ”te perdono”, hay que sentirlo. Y para ello, hay que estar realmente convencido de que se quiere hacerlo. Para ello, es necesario tomarse el tiempo necesario para perdonar de verdad. De lo contrario, decirlo sin sentirlo solo hará que acumulemos más rencor.

2. Expresar los sentimientos

Expresar lo que sentimos es el siguiente paso a la hora de pasar la página. Por supuesto, no se trata de decir las cosas de cualquier manera ni en cualquier momento, sino de pensar con calma lo que se quiere decir para que el otro pueda entender el origen de la molestia. Al expresarnos, ya comenzamos a liberarnos.

Hay que escoger un momento y un lugar para poder hablar y pedirle por favor al otro que escuche, sin interrupciones, hasta que hayamos expresado nuestro malestar. También es importante permitirle que manifieste sus inquietudes y que exista un diálogo abierto.

4. Deja ir

Una vez hemos conversado acerca de lo que nos molestaba, habrá llegado el momento para dejar ir la molestia. En ese punto, dependerá de nosotros -y únicamente nosotros- liberar los sentimientos y emociones negativas y tener el valor de dejar de darle tanta importancia a la ofensa para poder seguir adelante.

Una vez que se da el perdón no tenemos por qué seguir dándole vueltas al asunto. Con la llegada del perdón se deben ir todos nuestros miedos, enojos y resentimientos. Imagina que estos sentimientos son globos que sueltas al cielo y se pierden de vista para nunca más regresar.

El perdón libera.

No lo dejes oxidar

Tal y como mencionamos anteriormente, el perdón es un valor que debe ponerse en práctica regularmente. Por el propio bien, por un mejor futuro. Por ello, no solo hay que enseñarles a los niños a perdonar, sino acompañarlos en el viaje y guiarlos. Es posible que, al crecer, hayan ocasiones en las que sean ellos los guías.


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