¿Cuándo es necesario involucrarse en las discusiones entre hermanos?

En ocasiones, no es tan sencillo determinar si, como padres, debemos o no involucrarnos en una discusión entre nuestros hijos. En este artículo, despejamos tus dudas.
¿Cuándo es necesario involucrarse en las discusiones entre hermanos?
Sharon Capeluto

Escrito y verificado por la psicóloga Sharon Capeluto.

Última actualización: 07 enero, 2023

En ocasiones, las discusiones entre hermanos son poco relevantes y se resuelven en unos minutos, sin la necesidad de la intervención de un adulto. Aunque es comprensible que los padres sientan angustia y nerviosismo al oír a sus hijos discutir, es imprescindible entender que los conflictos entre ellos son naturales.

Ahora bien, otras veces las peleas son más intensas, complejas e incluso con presencia de agresión física. Al tener en cuenta el motivo y la magnitud de la discusión, los cuidadores tendrán que escoger entre dos caminos posibles: permitir a sus hijos solucionar sus problemas por cuenta propia o involucrarse para mediar la disputa.

Principales motivos de las discusiones entre hermanos

Hay hogares en donde las discusiones entre hermanos prácticamente forman parte de la rutina habitual. Todos los días surge algún conflicto que hace perder la paciencia de los padres. Generalmente, el motivo de la confrontación parece rozar lo absurdo: quién come la porción de pizza más grande, quién juega con la última adquisición del baúl de juguetes o quién lleva el control de la televisión.

Sin embargo, debajo de estas razones aparentemente nimias e insignificantes, se esconde un problema más profundo. Hablamos de la típica rivalidad entre los hermanos, que suele tener como eje principal la necesidad de atención o preferencia por parte de sus padres. 

“La rivalidad entre hermanos es una constante en las familias, consecuencia natural de la aspiración humana al amor exclusivo e incondicional de los padres”.

– Jerónima García –

La envidia, los celos y la competencia a menudo llevan a los niños a enfrentarse por cuestiones que parecen triviales, pero que suelen tener como objetivo captar la atención o ganar la preferencia de los padres.

Dejar que lo resuelvan por su cuenta es la primera alternativa 

Lo cierto es que no hay razón para involucrarse en cada discusión que nuestros hijos tengan entre ellos. De hecho, intervenir cada vez que tienen un conflicto resulta perjudicial tanto para su vínculo fraternal como para el crecimiento de cada uno de ellos. Para que los niños desarrollen habilidades sociales y adquieran herramientas para gestionar sus propias emociones, así como para resolver conflictos con otras personas, es indispensable que se enfrenten a desafíos.

Pero hay un punto que debemos tener en cuenta. La mayoría de las veces, alguno de ellos, o ambos, nos pedirán que nos entrometamos en el problema. “¡Mamá, Juan me saca los juguetes!”, “¡Papá, María me pegó!”. En estos casos, los pequeños buscan que te pongas de su lado y que castigues a su hermano, claro. 

¿Cuándo es necesario intervenir?

Cuando una discusión entre hermanos escala a niveles violentos y agresivos, es imprescindible intervenir para poner fin al conflicto. Además, se debe dejar en claro que la violencia no es una forma válida para resolver problemas o para defender sus derechos. Incluso, debemos procurar que no se dañen, ya sea de forma accidental o intencional.

En estos casos, tenemos que ser firmes y consistentes para que los menores comprendan que los golpes, los insultos o los empujones no son aceptables en la familia.

Aspectos a tener en cuenta a la hora de involucrarse en las discusiones 

Algunos de los aspectos a tener en cuenta cuando vamos a intervenir en una discusión entre hermanos son los que explicamos a continuación.

No perder la calma

La primera recomendación consiste en intentar mantener la calma y hablar con un tono de voz suave y pausado, a pesar de que la situación nos haga perder la paciencia. Si queremos que los menores no recurran a la violencia para resolver los inconvenientes, deberíamos ser capaces de transmitir la importancia de sostener el respeto a través del ejemplo, incluso al sentir enojo y frustración.

Adaptar el mensaje

Por otro lado, siempre que inculcamos valores a nuestros hijos a través del diálogo, es fundamental que adaptemos nuestro vocabulario a sus edades, niveles cognitivos y capacidad de entendimiento. De otro modo, no comprenderán nuestro mensaje. 

Promover el diálogo y el respeto

Luego, necesitamos solicitarles que nos cuenten el motivo de la discusión para estar al tanto de lo que desencadenó el conflicto y así poder ayudarlos. Apelar a la escucha activa y al respeto mutuo, son cuestiones que no podemos dejar pasar.

Posiblemente, a lo largo de la conversación necesitaremos pausar varias veces el diálogo para recordarles que deben respetar los argumentos de cada uno y no interrumpirse mientras el otro habla. En consecuencia, resulta conveniente hacer hincapié en que el objetivo no es buscar un culpable, sino resolver el conflicto a través del diálogo y la negociación. Es importante dar lugar a cada uno de ellos para que pueda expresar lo que siente y piensa, sin juzgar ni minimizar sus emociones.  

Es recomendable que los padres no se involucren inmediatamente en las discusiones entre hermanos. Sin embargo, si la situación se sale de control, entonces sí habrá que frenar la pelea y mediar para hallar una solución al conflicto.

Intervenir solo cuando es necesario

Si bien algunas circunstancias ameritan la intervención de un adulto ante una discusión entre hermanos, no siempre es necesario. Cuando los niños se pelean entre sí, conocen sus propios límites, aprenden a defender su punto de vista y definen su identidad. Estas situaciones pueden funcionar como escenarios de pleno aprendizaje, aunque a menudo parezcan superficiales.

Sin embargo, si la cuestión pasa a mayores e incluso hay violencia de por medio, entonces sí habrá que frenar la pelea y, luego, mediar para hallar una solución consensuada entre los pequeños y poner fin al conflicto.


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  • García, J. (2005). Rivalidad entre hermanos. Aula de infantil. 2005, n. 27, septiembre-octubre ; p. 33.
  • Prieur, N., Gravillón, I. (2016). ¡Dejad de pelearos! ¿Debemos intervenir en los conflictos de los niños? De Vecchi Ediciones.
  • Puente, F. (2004). Celos y rivalidades entre hermanos. Padres y maestros. 2004, n. 36, año 4 ; p. 1-4

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