Es importante que nuestros hijos desarrollen un ego positivo, que influye en una correcta autoestima y en la confianza que ellos tienen en sí mismos y en sus capacidades. Ahora bien, en ocasiones, hay niños que desarrollan un ego negativo, que no los beneficiará a la hora de comportarse en distintos ámbitos en su futuro. Por ello, es importante que los padres dispongan de algunas estrategias que los ayuden a controlar el ego en los hijos.
¿Qué es el ego?
Para la psicología, el ego es una instancia psíquica mediante la cual una persona se reconoce como “yo” respecto del resto, y es consciente de su propia identidad. Concretamente, tal y como lo define Vicente Simón, “el ego es un constructo metal que contiene, básicamente, la imagen que uno tiene de sí mismo”.
Para la psicología, el ego se desarrolla a partir de la percepción que otro tiene sobre mí, y empieza a formarse cuando uno nace en la relación con su madre. Así, la madre es el espejo en el que el niño se refleja y sobre el que desarrolla el ego, o la identificación del “yo”. Y, a medida que una persona crece, el ego le permite reconocerse como un ser individual y diferente a los demás, y a otras individualidades.
Ahora bien, el problema aparece cuando una persona o un niño desarrolla un ego negativo. Esto supone la creencia de que la propia individualidad es mejor o superior que otras. Es decir, las personas con un ego negativo o, como se suele decir, con un elevado ego, tienen la necesidad de destacar sobre los demás. Son personas que necesitan tener siempre la razón, necesitan ser reconocidas y creen que deben ser alabadas.
Además, las personas con un ego negativo son incapaces de recibir y aceptar críticas. Son personas que, según ellas mismas, hacen todo bien y nunca se equivocan. En definitiva, son personas soberbias que alardean de su ego, pero que, en verdad, en muchas ocasiones, lo utilizan como escudo o defensa para ocultar otras debilidades.
Niños con mucho ego y niños con un ego saludable
No es necesario llegar hasta la etapa adulta para demostrar un elevado ego o actuar con un ego negativo. Desde pequeños, muchos niños ya son capaces de comportarse en diversas situaciones con los demás con un elevado ego. Y, a diferencia de mostrarse como niños con cierto desparpajo y seguros de sí mismos, son niños con mucha altanería, que se enfadan u ofenden rápidamente si no tienen la razón.
Es fundamental que los padres logren controlar el ego en los hijos y que los ayuden a desarrollar un ego saludable. Al contrario de lo que muchos padres piensan, el ego elevado en un niño puede tener más relación con algún problema de autoestima que con una alta autoestima. Puede suponer un mecanismo de defensa frente a situaciones o relaciones que les producen miedos, temores, o inseguridades.
Así, el desarrollo de un ego saludable le permitirá a un niño crecer motivado, aprender de sus errores y aceptar las críticas de los demás. Lo cual supone para un infante crecer reconociéndose como un ser individual y especial, pero no por ello mejor que nadie. Le permitirá relacionarse con los demás sin necesidad de humillar ni despreciar a nadie por ningún motivo y razón.
En definitiva, un ego positivo se fundamenta y desarrolla sobre la base de la humildad y el compañerismo, tanto para ganar como para perder. Así, los niños con un ego positivo son niños a los que le gusta conseguir cosas y sentirse halagados por sus logros, pero que también, se alegran de los logros ajenos.
“Cuando el ego muere, el alma despierta”.
-Mahatma Gandhi-
Cómo controlar el ego en los hijos
Para controlar el ego en los hijos y conseguir que desarrollen un ego positivo, es importante que los padres consideren lo siguiente:
- Enseñar a los hijos el valor de no ganar siempre y de perder algunas veces.
- Intentar que acepten e interpreten las críticas (constructivas) como una posibilidad o como una herramienta para conseguir aquello que quieren.
- Promover en los hijos comportamientos de compañerismo y solidaridad, como forma de crecimiento individual y colectivo.
- Liberar a los hijos del peso de querer tener siempre la razón, haciéndolos comprender que existen tantas razones como personas en el universo.
- Enseñarles el valor del éxito, pero no como una competitividad constante ni como forma de destacar sobre los demás o de ganar algo o siempre, sino como una manera de sentirse bien y feliz con lo que uno es y hace, o quiere ser y hacer.
- Educarlos en el valor del esfuerzo, la constancia y la responsabilidad como único camino para conseguir las cosas.
- Repudiar, respecto de otras personas o de los mismos hijos, comportamientos de superioridad o de humillación.
- Y, sobre todo, educarlos con el ejemplo, porque, de padres humildes, hijos con ego saludable.
Bibliografía
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- Simón, V. M. (2001). El ego, la conciencia y las emociones: un modelo interactivo. Psicothema, 13(2), pp. 205-213. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/727/72721305.pdf
- Olivo Sánchez, F. P. (2015). El ego y los mecanismos de defensa y su influencia en la función adaptativa de los niños de 5 a 6 años (Bachelor's thesis, Universidad de Guayaquil Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación). Recuperado de http://repositorio.ug.edu.ec/bitstream/redug/14289/1/Olivo%20S%c3%a1nchez%2c%20Fanny.pdf
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