La cesta de los tesoros: un juego para estimular a tu bebé

A pesar de la variedad de juegos y juguetes disponibles hoy en día, en ocasiones lo más sencillo y natural resulta ideal para estimular al bebé. Conoce la cesta de los tesoros.
La cesta de los tesoros: un juego para estimular a tu bebé
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 01 noviembre, 2020

Cuando somos padres, deseamos proporcionarles a nuestros hijos las mejores experiencias tanto lúdicas como educativas. Por lo mismo, nos preocupamos de comprarles los juegos más vanguardistas y los juguetes último modelo, pues todos parecen necesarios. Sin embargo, en ocasiones lo sencillo y natural puede ser lo más adecuado para estimular a nuestro bebé. Y en esto se basa la cesta de los tesoros.

Cada vez son más las pedagogías que apuestan por actividades basadas en la exploración autónoma del pequeño y en la utilización de materiales naturales. Y estas son, precisamente, dos de las cualidades más interesantes del juego del que hoy hablaremos. Si quieres conocer en qué consiste la cesta de los tesoros y cómo puedes crear la tuya en casa, continúa leyendo.

Bebé disfrutando de su cesta de los tesoros.

¿Qué es la cesta de los tesoros?

La cesta de los tesoros es una propuesta de juego, aprendizaje y estimulación sugerida por la pedagoga inglesa Elinor Goldschmied. No obstante, por sus características, esta ha sido adaptada y empleada en numerosas escuelas y aulas que siguen pedagogías alternativas como la Montessori.

Se trata de un juego diseñado para bebés de entre seis y doce meses edad. Esta edad se considera la más adecuada para beneficiarse de la cesta de los tesoros por dos motivos principales: el bebé ya puede mantenerse sentado por sí mismo, pero aún no camina.

Esto implica que toda su atención se centra en su entorno más cercano y su principal actividad consiste en explorarlo y experimentar con los objetos que le rodean.

¿Cómo crear una cesta de los tesoros?

La cesta de los tesoros consiste, principalmente, en una cesta o caja fabricada con un material natural (mimbre, por ejemplo) que rellenaremos con objetos cotidianos. Estos pueden ser elementos que encontramos en la naturaleza, como hojas, castañas o piedras; pero también pueden emplearse productos de uso doméstico, como corchos, cucharas, pinzas, velas o gomas del pelo.

Escogeremos, entonces, una selección de objetos más o menos grande en función del tamaño de la cesta, pero teniendo siempre en cuenta que el objetivo es estimular todos los sentidos del bebé.

Por ello, hemos de asegurarnos de que las piezas escogidas presenten formas, tamaños, colores y texturas variadas. También es importante comprobar que utilizamos una cesta firme y estable, que no se vuelque mientras el niño juega con ella y que todos los objetos son seguros para él.

Una vez creada nuestra cesta, solo hemos de ponerla junto al pequeño para que este explore, juegue y descubra a su propio ritmo. Hemos de permitir que escoja él mismo los objetos, que los toque, los manipule o se los lleve a la boca (por supuesto, asegurándonos de que no haya riesgo). La función del adulto se limitará a acompañar, supervisar y velar por la seguridad del bebé, mas es preferible no intervenir.

¿Cuáles son los beneficios de este juego?

A pesar de la sencillez de esta actividad, puede resultar muy interesante y divertida para los bebés. Pero, además, tiene grandes beneficios para su desarrollo:

  • Se fomenta la autonomía del bebé al permitirle explorar y descubrir por sí mismo, a su ritmo y sin la dirección del adulto.
  • Las diversas texturas, formas, olores y características de cada uno de los objetos presentados contribuirán a estimular los cinco sentidos del niño.
  • Es un juego ideal para trabajar la psicomotricidad y la coordinación.
  • Ayuda a estructurar su pensamiento y a estimular su capacidad de escoger entre diversas opciones.
    Niña feliz con su cesta de los tesoros.
  • Mediante la interacción con estos objetos naturales y de uso cotidiano el niño comienza a familiarizarse con el entorno que le rodea.
  • Es una actividad que puede repetirse varias veces sin perder su capacidad de estimulación, pues bastará con renovar los elementos introducidos en la cesta.

Se trata, en definitiva, de una alternativa pedagógica muy interesante y de gran valor para el desarrollo de los niños. Si bien en las aulas suelen emplearse cestas grandes con las que interactúan varios bebés al tiempo, en casa podemos crear nuestras propias propuestas. Un juego sencillo, económico y natural que aporta grandes beneficios.

Generalmente acostumbramos a dirigir las acciones del niño y a impedir muchos de sus impulsos naturales, como lamer y golpear los objetos. En este caso, las restricciones desaparecen y la libertad de acción y movimiento llevan al bebé a experimentar con su entorno de una manera muy enriquecedora para él. Pruébalo, no te arrepentirás.


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