El cerebro del bebé madura de dentro a fuera y la clave está en el AMOR

El cerebro del bebé madura de dentro a fuera y la clave está en el AMOR
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 06 junio, 2021

El período más importante en el desarrollo del cerebro de un niño es la etapa comprendida entre los 0 y los 6 años. No solo porque ocurren muchos cambios químicos y se activan nuevas conexiones sino porque el cerebro comienza a aumentar su tamaño y a establecer asociaciones.

Recordemos que en el cerebro humano, a lo largo de los primeros años de vida es cuando se comienzan a asentar los pilares para el desarrollo de la inteligencia emocional.

La forma en la que interactuamos con el recién nacido y el estilo de crianza son los componentes principales para el desarrollo del bebé. De darse ambas adecuada y sanamente, se podrá propiciar una buena salud emocional para el niño. En otras palabras, al brindarle afecto y ayudarle a madurar, poco a poco, garantizaremos la formación de un ser humano adulto en condiciones.

Indudablemente, la gestión de las necesidades humanas a partir de la infancia temprana es todo un reto. De hecho, para lograrlo, es necesario entender cómo se produce la maduración cerebral de nuestros hijos.

Mientras más y mejor informados estemos, más útil nos podrá ser la información a la hora de aplicarla y sobre todo: saber cuándo y cómo aplicarla.

Veamos a continuación algunos básicos que nos permitirán ser el apoyo que nuestros pequeños necesitan.

¿Cómo madura el cerebro humano?

El cerebro madura de dentro hacia fuera y de atrás hacia delante

Parece extraño pero así es. El cerebro de un recién nacido, como ya sabemos, es aún muy inmaduro cuando llega al mundo. Al igual que una flor, se trata de ayudarle a florecer para que pueda ir alcanzando, poco a poco, su madurez y así desarrollar todo el potencial del cual es capaz.

neuroeducación niña cerebro

El cerebro humano, en la etapa pos natal, necesita terminar de asentar estructuras, establecer conexiones y dar forma a esas áreas cerebrales en donde se regirán procesos tan básicos como lo son todo el proceso de la información y los siguientes a continuación:

  • La comunicación.
  • El movimiento.
  • La coordinación.
  • La resolución de problemas.

Hasta los 3 años de edad, el cerebro tendrá el doble de sinapsis que en la edad adulta. Es por ello que es tan importante estimular correctamente a los bebés durante los primeros años de vida.

Desde la concepción hasta los tres años de edad, el cerebro de un niño se somete a una cantidad increíble de cambios. El proceso cerebral que conocemos con el nombre de sinapsis (es decir, la conectividad entre neuronas) se desarrolla progresivamente. Algo que no volverá a repetirse una vez pasados los 3 años de vida.

Y para que todo este proceso se produzca eficientemente, es necesario que el niño experimente las máximas interacciones afectivas con las personas que le rodean, con todo el medio.

     Nivel de conectividad en nuestro desarrollo cerebral

De dentro afuera y de detrás hacia delante

El cerebro humano consta de varias partes, entre ellas, aquella en la cual se c onectan la médula espinal con el cerebro superior. Gracias a ella, el ser humano c ontrola los reflejos y los procesos involuntarios como la respiración y el ritmo cardíaco. El recién nacido cuenta solo con esta estructura en un estado inmaduro.

  • Detrás del tronco cerebral y por debajo de la parte superior del cerebro está el cerebelo, implicado en el equilibrio y la coordinación. Una parte que irá asentando con lentitud, pero de forma constante.
  • El bebé irá madurando día a día hasta llegar a esas áreas frontales establecidas en la corteza o el neocórtex, involucradas en procesos superiores como la memoria, el aprendizaje, la toma de decisiones, la resolución de problemas, la planificación.

Ahora bien, es en el interior del cerebro humano donde se halla la auténtica magia. Es ahí donde halla esa brújula excepcional que rige nuestro mundo emocional. Estructuras como el sistema límbico, la amígdala o el hipocampo son áreas muy primitivas, que regulan TODO el comportamiento del bebé.

Si somos capaces de favorecer un amor constante, seguro y pleno en el bebé, garantizaremos un adecuado desarrollo cerebral. No podemos olvidar que la organización del cerebro se basa ante todo en nuestras experiencias tempranas.

Estimular la sinapsis

Nuestros genes son los que permiten que el cerebro pueda reorganizarse en base a las experiencias que recibe del entorno. Si estas son positivas, estimulantes y afectuosas la actividad neuronal crece fortalecida contra los posibles enemigos mejor conocidos como: el estrés y el miedo.

  • Por otro lado, el uso repetido y la interacción constante con el medio son canales externos que dan fortaleza interna, que generan las sinapsis.
  • Por ello, es importante recordar que para favorecer esa conectividad positiva es necesario que seamos constantes y que nuestro estilo de crianza sea siempre el mismo.
  • De nada sirve, por ejemplo, atender el llanto del bebé durante los 6 primeros meses de vida y después, dejar de hacerlo porque pensamos que es momento de que “madure”, de que se haga mayor y entienda que debe aprender a estar solo.

Hasta los 3 años un niño no asentará el patrón del sueño, ni habrán madurado en él muchos de esos procesos neurológicos con los que sentirse completamente seguro por las noches. Necesita nuestra cercanía.

Momentos clave en el desarrollo del cerebro de un bebé

  • 3-6 meses: La mielina comienza a aparecer en los axones de algunas neuronas durante el segundo trimestre. Este proceso – llamado mielinización – continúa hasta la adolescencia y permitirá al niño procesar más rápido la información.
  • 6-9 meses: la corteza cerebral del bebé empieza ya a desarrollarse y a adquirir potencialidad: interaccionará mucho más con nosotros.
  • Primer año: el cerebelo tripicla su tamaño, el lóbulo frontal y temporal adquieren ya predominancia y los niños empiezan a moverse con más seguridad iniciando ya un interés más intenso en la comunicación.
  • Los dos años: los cambios más intensos acontecen en esas áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje.
  • Los tres años: es la edad mágica en todo niño. La densidad sináptica en la corteza prefrontal alcanza su máximo esplendor, de hecho triplica a la de un adulto. Su único interés es aprender, relacionarse y descubrir el mundo de tu mano.

Si lo guiamos a través del amor y el respeto, estaremos garantizando que nuestro bebé pueda llegar a ser un niño emocionalmente más fuerte.


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