El amor es la más fructífera semilla que debes sembrar desde el momento en que sientes el milagro de la vida en tu interior. Por supuesto, verás una pequeña corteza comenzar a crecer. Con el tiempo, verás florecer los más bellos frutos.
Sin embargo, hay un detalle que no debe escapar de la vista de todo madre o padre. Pues el amor no es nada más ni nada menos que una semilla que debe regarse a diario. Se trata entonces de alimentar el alma de tu hijo con altas dosis de paciencia y perseverancia.
El amor y el ánimo: El alimento natural infantil
Tal como una planta requiere de agua, todo chico precisa necesariamente recibir el amor y el ánimo paterno. De este modo, así como los árboles crecen fuertes, tu pequeño podrá crecer del mismo modo, tanto en cuerpo como el alma.
Cuando un padre o madre vierten en su pequeño porciones considerables de dedicación, atención y cuidado, el resultado es único. Pues tal como la más delicada flor, ese pequeño ser se desarrollará extremadamente sano y bonito.
Seguramente en la proporción de nuestro cariño y nuestro tiempo hallaremos la autoestima y seguridad del pequeño en sus niveles más elevados. Sin dudas, la clave de toda crianza consiste en apoyar al infante confiriéndoles autonomía e independencia.
En definitiva, la presencia de todos estos elementos confirman la necesidad de una sola realidad imperiosa. Claramente, para el desarrollo sano del menor no hace falta más que la presencia parental. No puede faltar quien le otorgue el amor en forma de abrazos, besos y caricias.
Riega el amor hacia tu hijo con cada acto y gesto diario
Ahora bien, ¿de qué hablamos cuando hablamos de brindar cariño y contención al niño? Porque, ciertamente, el amor supera incluso toda manifestación física. Este sentimiento tan puro e incondicional que solo una madre puede sentir por un hijo trasciende todo límite.
Desde aquel sagrado momento en que entiendes la fortaleza que llevas dentro para materializar el amor mediante el acto más hermoso y, a la vez, doloroso. Desde el instante en que tu hijo pelea para vivir. Cuando empiezas a olvidar aquellas placenteras noches de profundo sueño.
Sin dudas, hablamos de momentos de ruptura. De hechos que a fuerza de sacrificio y entregas de amor te indican que te has convertido en madre. Otro cabal ejemplo son esas noches donde aprendes a dormir haciéndote un bollito, cual bicho bolita.
A medida que tu hijo va creciendo, el amor se manifiesta a través del tiempo que le dedicas. Del mismo modo pueden entenderse los momentos compartidos. Charlas, juegos, miradas y, ¿por qué no?: silencios, son instantes únicos e ideales que debes disfrutar y atesorar dentro de tu pecho izquierdo.
Lo más importante de dar amor
Sin dudas, lo más importante de brindar el amor que tanto necesita tu hijo es que él efectivamente lo sienta. Parece tonto, pero la realidad es que en ocasiones aquello que tan arraigado tenemos en nuestros corazones, no llega a la persona involucrada.
Por eso, de todas las maneras que se te ocurra, ¡exprésalo! Sácalo para afuera. Sí, en definitiva, lo más interesante del amor es lograr que el nene se sienta protegido y acompañado mientras crece y aprende. Pero, paralelamente, hay una serie de sensaciones que necesariamente debe experimentar tu hijo.
Incluido, respetado y aceptado son algunos de los sentimientos que deben acompañar al niño diariamente. Contenido en sus caídas y reconocido por sus logros. En fin, amado a pesar de toda circunstancia. Muéstrale al pequeño lo feliz que eres de tenerlo a tu lado.
Demuéstrale lo orgullosa que estás de cada paso que ha dado en su vida. Sin importar que tan lentos sean, mientras que sean firmes. Después de todo, como madre, tu amor es tan inmenso que tienes ojos para ver con una mirada positiva, comprensiva y empática a ese pequeño pedazo de tu ser.
Bibliografía
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